La Tierra del Árbol Sagrado

Para mi sorpresa el hombre no se altero ante mi susurro solo se limito a mirar a los otros, ¿podría ser que hubiese perdido reflejos y aquel hombre hubiese alcanzado a verme?. La dulce melodía que comenzó a tocar atrajo mi atención como las sirenas lo hacen con el marinero, por un momento me quede hipnotizada escuchando siempre había admirado a quien tenia oído musical. Mi mente asimilo poco a poco la respuesta reclamada, no podía ser ¿existía una tierra llamada como la orden?, aprese en mis dedos de repente entumecidos el medallón, era lo único que en ese momento me mantenía sujeta a la realidad. - ¿Por qué me habéis traído aquí?, ¿dónde están y que ha sido de las otras chicas? – pregunte en un contenido susurro, su sola mención agitaba mi mente pero no debía dar muestras de debilidad si ellos eran el enemigo podrían dañarlas a ellas para provocar que yo diese la cara.

Por primera vez la música salía libremente, sin esfuerzo y sin vacios de por medio, ya era raro que los otros no lo hubieran notado.
Sentí el reclamo de la tierra, como si nuestros arboles respiraran.
¿Por qué me habéis traído aquí?, ¿dónde están y que ha sido de las otras chicas?
Una musa no preguntaría tales cosas. Nosotros como druidas solo habíamos traido... la palabra me golpeó, la idea me llenó de emoción. La presencia de poderes como los de ellas no nos habían preparado para algo como esto.. Miré a mi alrededor intentando localizar la voz, y aunque mi instinto me decía que le avisara a los otros las ganas de escucharla se impusieron.
-Están a salvo en una de las casas, han llegado dos- susurré. -Nosotros las necesitamos, la Isla está perdiendo la magia y ustedes necesitan un lugar seguro donde empezar de nuevo.
Intenté con una nueva melodía, una violenta y desgarradora. -Muestrate- Ya le había dado información suficiente y no estaba dispuesto a guardar más el secreto de su presencia. No creía tampoco que darle mas tiempo ayudara en algo.

Sonreí con suficiencia al ver que al fin intentaba localizarme, ahora sabría si tenia intenciones de atacarme o no. Puse suma atención a sus nuevas palabras, ¿a salvo? ¿habían llegado dos?, la esperanza en contra de mi voluntad se abrió paso en mi, mi corazón y mi alma maltratados querían creer pero mi mente me pedía prudencia. Preste la justa atención al resto de palabras para escucharlas sin asimilarlas pues la música de nuevo atrapaba mis sentidos, los desgarradores tonos de la armónica calaron hondo en mi y acompasándome con ellos respondí con la misma intensidad.- ¡No! – exclame – si lo que dices es cierto llévame con ellas y entonces me mostrare – prometí con violenta determinación.

Al sentir su grito dejé de tocar rápidamente y me giré hacia los otros, cerré los ojos y volviendo a mi posición incial susurré -Ninguno de nosotros te llevara ante las dos que han llegado si no te muestras. Ya escuchamos como la Corte Oscura es de poderosa y nunca caeré en una trampa por imprudente- traté de nuevo con la armónica, esta vez intentaba olvidar que ella estaba ahí. La sacaría de mi mente por completo y le daría tiempo para que pensara su próximo paso.
De alguna manera decirle a los otros no me apetecía, nuestra magia druida podía influir en la naturaleza y quizás así la vería pero la voz de esta nueva chica y como hacía fluir la música en mi me impedían traicionarla de algún modo. Inexplicablemente quería que confiara en mi. -Una de ellas estaba herida- Susurré nuevamente y luego solo hice música de dolor.

Alterada observe con irritante desesperación como cerraba los ojos y susurraba unas palabras que eran mi sentencia. Sentí rabia al escuchar su manipulación, estaba dispuesta a recorrer la isla sola pero la mención de la corte me tomo por sorpresa y me hizo reflexionar, quizás me estaba mostrando en exceso desconfiada pero esa había sido mi forma de sobrevivir en los últimos años. Trate de calmarme un poco y aclarar mis ideas pero su nuevo susurro acaparo mi atención, todo mi cuerpo se tensiono, apreté mis puños, si aquello era cierto estaba perdiendo un tiempo valioso. Una maldición salio de mi boca me sentía presionada – me mostrare, pero por tu bien extraño espero que esto no sea una trampa, pues juro que entonces toda mi furia recaerá en ti, en tus amigos y en esta isla – sisee muy despacio cerca de su oído. Me retire hacia atrás y con suma concentración y atenta a cualquier ruido que pudiera delatar un ataque me hice visible. – He cumplido, cumple tu – exigi mirándolo fijamente pero atenta al resto de hombres.

Alcé una ceja sardónico ante la amenaza a la Isla. Todos aquellos que han crecido sin el respeto que nosotros sentimos hacia la naturaleza menosprecia nuestro poder como druidas.
Iba a sonreir pero la mueca murió en mis labios al verla. Ella era todo lo que mi imaginación de niño había recreado sobre lo que tiene que tener una hechicera, pero junto a esa sensualidad natural o quizás debajo de ella, había una vulnerabilidad que no ví en ninguna mujer, ni siquiera en la que estaba herida. En ese momento me prometí que debía protegerla, ella era demasiado joven para nuestros planes.
Mi hermano pequeño estaba estudiando en el extranjero pero para mi ella era un hermana pequeña a la que debía proteger.

Me levanté despacio y tendí mi mano. -Mi nombre es Jake Dilconte, bienvenida- le dije en un principio. -No debes temernos, a ninguno y menos a mi.- Haciendole un gesto le mostré el camino. -Sígueme.


Fdr: Chicas deben postear con otros druidas, y Megan por fis cuando respondas pon el link hacia la casa de Myles ¿si?


Al fin puedo empezar con Thera y Lucien. Confieso que estoy loca por hacer esto.

En otro tiempo se hubiese sonrojado por su falta de modales, pero todos esos años le habían vuelto un tanto mal educada, además no olvidaba que a su parecer él le había revelado que una de sus amigas estaban heridas para forzarla a mostrarse. Rechace su mano – Megan Brown – me presente a desgana, a pesar de su aparente amabilidad no podía confiar, no hasta que corroborase que lo que me había prometido era cierto. Lo seguí cuando empezó a andar con todos mis sentidos en alerta por si a los otros hombres se les ocurría atacarme por la espalda.
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La espera me aburría tanto que empecé a cortar con mis dedos extremos de césped, y cuando ese tonto entretenimiento dejó de bastarme, me puse de pie para estirar las extremidades adormecidas por las horas de estar sentado. Era demasiado pedir que las muchachas se presentaran todas a la vez, había que agradecer el hecho de que dos de ellas ya estuvieran en sus territorios. La extraña conexión que parecía unirlas en un mismo eje despertaba en mi el presentimiento que ninguna quedaría prisionera en la realidad que les tocaba vivir fuera de la isla. La naturaleza en su esplendor, era una fuente de magia que les proveía de –quizás- la única posibilidad de efectuar un encuentro. Estaba en proceso de suspirar con frustración por enésima vez, cuando una figura se materializó frente a nuestras distraídas miradas generándome tal susto que di un paso atrás para estudiar con atención a esa nueva hechicera. Que los demonios se las llevarán por ese afán que tenían de hacer cada una de su entrada algo singular.
-¿Qué diablos…?- rugí, viendo como Jake, dueño de una calma admirable y sorpresiva, se presentaba y la encaminaba hacía las viviendas. Me interpuse en su camino cogiéndole del brazo:-¿Puedes explicarme que pasa?- exigí.

Los que nos quedamos como tontos a continuar con la espera vimos como los dos jóvenes se perdían de vista; me tumbé en el césped extendiendo los brazos.
-Pónganse cómodos, señores, fuimos los elegidos como guardianes de la puerta a otro mundo- mascullé, con mi siempre picante ironía.

Me retiré a la cueva donde había perdido a Valentine. Una y otra vez había regresado, era ya de noche y prendí un fuego antes de desnudarme completamente. Una vez, dos veces, danzaron las llamas del fuego en mi cuerpo antes de que me convirtiera... y los ojos astutos del halcón peregrino examinaron las llamas.
Una profunda mancha sin uniformidad marcaba las plumas del cuello, un dragón como recuerdo de otra era.
Cuando ya no eres más humano, no estás atado, eres libre, el mundo se muestra diferente, abierto, como una tierra virgen a explorar. Esto fue lo que realicé durante nueve años. Mis ojos tanto humanos como bestiales ansiaban ver sin embargo aquello que me estaba prohibido, la imagen de una niña de tristes ojos azules, la imagen de la niña que salvé sin saberla mi hija.
Al ver una última visión de Megan me había dado cuenta de la necesidad de unificar nuevamente la magia, la verdadera, aquella que se manifiesta sin temor y sin dañar.
Megan había sido una niña también, una niña hechicera como yo sabía que sería mi hija, dado su linaje.
Las llamas consumieron mi mirada, cuando el halcón era quien volaba, las leyes cambiaban, lo salvaje era mi mundo. Me dejé vagar en una mente mucho más simple, mucho más básica. El ansia del halcón y su poco pesado cuerpo hizo más fácil la tarea.
En medio de un círculo de piedras, se hizo un remolino de polvos, cada vez más rápido y más fuerte giraba y giraba el polvo con un remolino de aire brutal, hasta que todo se calmó y en un momento de silencio sepulcral los presentes pudieron ver un halcón, solamente un halcón peregrino.

Me había marchado antes pero en nuestra Isla con la llegada de las mujeres todo estaba quieto. Había encontrado a tres hombres en casa de Myles, y todos parecían algo confundidos, analizando cada detalle y al parecer como si hubieran olvidado comportarse de forma normal. Quizás es que antes nada era normal sin ellas. Sin saber realmente porque, algo de la hechicera que había visto caminando al lado de Jake me resultaba familiar, conocido. Yo sabía que ella no era quien yo esperaba pero había algo en ella que me hizo sentirme seguro de que no podía estar lejos, algo había en esta nueva chica que llamaba mi atención hasta tal punto que quería preguntarle si tenía hermanas pero era inapropiado y finalmente me encaminé hacia el Círculo Mágico.
Alcancé a escuchar el comentario de Lucien justo cuando un remolino de aire y polvo me sorprendió y alcé mis manos para proteger mis ojos. Sin embargo yo no estaba apacible como el resto pues pensaba que la Orden de la que había hablado Valentine podía intentar seguirlas aunque lo sabía imposible, pues solo ellas encontrarían el lugar de sus visiones.
Miré el lugar donde debería estar la nueva hechicera, sin embargo solo ví un halcón y miré alarmado a Lucien y a Nathan. La habíamos perdido, la hechicera que debería llegar no había llegado y el dolor por las otras que la esperaban era bisceral. Sin saber que hacer esperé a ver la reacción de Lucien, el era el amo de todo lo salvaje. Luego yo debía examinar más atento al animal, tenía varios halcones allí, parte de la comunidad de animales que yo había salvado o simplemente atendía.

En tanto Jake se iba sin darme respuesta acompañando a esa chica, Aidan llegaba para unirse al grupo. Cuando la joven hechicera –custodiada por el druida- se convertía en poco menos que un punto en el horizonte, una nueva reacción en el círculo nos hizo desviar la mirada. Nathan, Aidan, y yo, expectantes a la aparición de quien sería la próxima hechicera que arribara a nuestras tierras. Cuatro idiotas que se quedaron con los ojos abiertos de par en par mirando a un halcón. ¿Qué clase de juego era este? Lancé un juramento que englobaba a todas las groserías que aprendí en mi vida, dando una patada en el suelo.
-Acércate, Aidan- ordené al experto en animales devolviéndole una mirada de “¿Qué diablos esperas de mi?” a la suya que daba un claro mensaje de que esperaba que hiciera algo.-Quizás traiga un mensaje entre sus plumas. Pero cuidado, puede dar uso a su pico- mis ojos centellearon por la burla.
Lo animé a avanzar con un gesto de mano. Sin Loghan a la vista, me amoldaba perfectamente al puesto de jefe, pues Aidan era demasiado pacífico y conciliador como para dar órdenes con aires de superioridad, y a mi siempre me sobró soberbia.
Las luces del día se perdían en el firmamento, envolviéndonos en un manto de oscuridad, en una noche que prometía ser memorable.

Escuché con atención los comentarios de mis amigos, casi hermanos... Sino fuese porque hemos tenido algunos desacuerdos diría que nuestra amistad se basa en la magia que nos rodea y en la confianza y codependencía uno del otro... Y ahora con la llegada de las hechiceras, todo con lo que había convivido estos útlimos años se iba a ir al carajo y sería reemplazado por cosas y acciones que estaba temeroso y a la vez ansioso de ver y vivir.

En un momento, cuando menos lo pensé, me había perdido en mis propias cavilaciones y me abstraje del mundo por completo hasta cuando una tercera hechicera hizo su aparición... Más bien, fue cuando Jake comenzó a actuar diferente y poco antes de que entendiera que hablaba con alguien invisible. Puse cara de pánico pues creí que nuestro chico se había vuelto un poco mas loco, le miré con atención y tratpe de comprender de que iba exactamente la cosa. Luego me pareció escuchar la voz de una mujer y entonces abrí los ojos como platos, sorprendido ahora, pues si era una hechicera, sería la primera que viera en mi vida ahí en la isla.

Esperé unos instantes más, espectante por lo que venía hasta que se cumplió, entre palabras cruzadas la chica se apareció frente a nosotros. Casi grité del susto y gusto a la vez. Sin ser partícipe del fuego cruzado, vi a nuestro chico retirarse tras la pelirroja menudita que a un primer vistazo me pareció bastante frágil.

Respiré profundamente, al parecer era mucho pedir que llegasen todas juntas, suspiré y me tiré sobre el césped, seguía la espera, estaba muy ansioso y nervioso... ¿Estaba preparado por si la siguiente mujer fuese la mía? La respuesta era obvia: No. Comencé a temblar un poco y para camuflarlo de mis amigos, intenté distraerme con algunas gravas que encontré entre el césped.

La espera me ha parecido eterna, cada segundo, a mi parecer, dura poco más de un siglo... Y finalmente, mis súplicas parecían haber sido escuchadas pues una mezcla de humo apareció frente a nosotros y esperaba distinguír una figura femenina entre tanta niebla, pero miré horrorizado y confundido cuando en vez de la mujer, apareció un halcón.

Miré a mi alrededor, a mis amigos, por si alguno de ellos entendía un poco más que yo y me explicaba la confusión que se extendió sobre nosotros.

Ví acercarse a uno de ellos y dejé que me tocara y verificara que yo no estaba herida. Sin embargo al tratar de verificar que sexo era el del halcón le arañé con una uña en la mano evitando marcar su carne de un picotazo.
Lo ví retirar su mano y la mente de la humana dentro del halcón sonrió complacida. Comencé a sobrevolarlos en círculos y finalmente detuve el vuelo encima de una de las piedras para observarlos. Habían dos hombres más en el claro y una admiradora como siempre había sido yo del sexo masculino no pude evitar complacerme de la vista de estos tres.
Sólo un comentario me había dado que esperar, el hombre más salvaje que había conocido en mi vida estaba allí, el más bello de todos, no por su candidez sino por su fuerza, por su hombría. Sin embargo su comentario había sido que tuvieran cuidado porque el halcón podría dar uso a su pico... ningún mago capaz de matar tendría cuidado de esto, usaría su magia en cambio para dominar al halcón.
En el instinto animal sentía a mis hermanas cercas, las sabía a salvo y una lágrima de agradecimiento brotó de los ojos del halcón mientras en un rápido movimiento me posaba en el hombro izquierdo del hombre que había hablado y acaricie su mejilla con las plumas de mi cabeza tal como harían los halcones cuando marcaban a su pareja.

Al acercarme lo hice con precaución y verifiqué que no estuviera herido sin embargo al querer verificar su sexo recibí un arañazo por lo que imaginé que sería una hembra que son las más celosas con sus cuerpos y pedí perdón al animal mientras me alzaba de hombros hacia Lucien como expresándole que había hecho lo que había podido pues los halcones llevan tiempo para domesticarse.
Miré al pájaro queriendo saber sus secretos mientras volaba por encima de nosotros. Luego de que estuviera en la piedra me asombré de como volaba directamente al hombro de Lucien y sonreí. -Los animales se buscan- me burlé de él y al ver como el halcón acariciaba su mejilla me quedé absorto. -Está haciendo lo mismo que los de su especie cuando encuentran pareja, le gustas- puntualicé y mirando a Nathan y a Lucien les pregunté: -¿Que significa esto y que le diremos a ellas?- Esto era lo más preocupante.

Al elevarse en vuelo mi mirada siguió al halcón admirando su elegancia y fuerza; sobrevolaba en círculos siendo la curiosidad recíproca. El miedo burbujeó inesperadamente en un rincón de mi mente, miedo a que se cansara de observarnos y se marchara más allá del horizonte. Quería que se quedara para saciarme de su figura, porque siguiendo su vuelo podía sentir que volaba a la par. Era un animal hermoso, deslumbrante. Respondió a mi llamada silenciosa buscando un sitio en mi hombro, complacido al sentir su caricia en mi mejilla sonreí. Aidan tenía razón, hay quienes se buscan sin siquiera conocerse y se reconocen nada más de verse. El halcón sería un buen compañero, aunque si escuchaba con atención lo que decía mi amigo, se trataba de una hembra. Mucho mejor, esta hembra tenía pico pero no hablaba, y bien sabía yo que todo se complica cuando las mujeres hablan.
Acerqué mi mano izquierda para acariciar su cabeza emplumada, dibujando sus rasgos con el pulgar, abstraído en mirar a mi reciente amiga. La había adoptado para mí, ahora era de mi propiedad.
-Puede que se haya adelantado a la próxima hechicera- ofrecí una teoría Aidan que se denotaba preocupado, de solo pensar que esa bruja podía ser la dueña de tan magnífico animal despertaba mi apatía.-De ser así, no tardará en manifestarse.

Ciertamente yo no tardaría en manifestarme, sin embargo por el momento permanecía quieta envuelta en su caricia. Sabiendo que mis hermanas estaban allí no podía demorar mucho más el momento. ¿cuantas habrían llegado ya? La ansiedad hizo mella en mi, despojándome de toda pena, o vergüenza. Hacía 10 años no me desnudaba delante de un hombre, y ni siquiera había pasado si se tenía en cuenta que esa persona de hacía 10 años no era un hombre, al menos no uno como estos delante de los cuales estaba.
Lanzándome en un vuelo hacia adelante hice la transformación en pleno aire y quedé de espaldas a ellos totalmente desnuda, el pelo negro cubriéndome hasta las caderas. Inspiré más consciente que nunca de mi desnudez, mi cuerpo había cambiado, ya no era el de una chica de 17 años sino el de una mujer, firme por el ejercicio de la sobrevivencia diaria, pero pleno de madurez. Lentamente me giré hacia ellos sin nada que me cubriera y mi voz salió susurrante y baja. -¿Una manta?- les pregunté y agregué, -Por favor- mientras mis ojos se deleitaban con el hombre que antes me había acariciado.

La explicación de Lucien me había tranquilizado, no estaba preparardo para perder a ninguna de ellas. Tomé la visión que tenía delante de mi como una premonición, la hechicera dueña del halcón no era la mía aun. Yo tenía paciencia, y mirando a Lucien sonreí, el aún no veía cuan posesivo estaba con el halcón.
-Espero que se manifieste pron...- iba a decir "pronto" sin embargo el vuelo rápido del halcón me sorprendió y más aun cuando en su lugar apareció una mujer.
Esta no era una muchacha con aspecto de angel y herida como la primera, ni una belleza indómita como la segunda, ni siquiera una joven sensual mitad pecado mitad languidez virginal como la tercera. No sabía aun como serían las demás, ni siquiera aquella que me estaba destinada, pero estabamos frente a una Mujer, no había miedo en sus ojos, ni pena, ni vergüenza, tampoco había amenaza o violencia, o una pizca mínima de orgullo de su propio poder. Me recordó a las féminas de distintos tipos de animales cazadores, ella era simplemente una Hembra, consciente de su fuerza como tal. Quitándome mi capa casi un poco tarde después que la hubiera pedido ella se la alcancé a Lucien para que el se la diera.
Aun consciente de que deberíamos llevarla con las otras, cedí mi voz a Lucien, ellos se veían a mis ojos francamente como una pareja de depredadores.

Todos sabíamos que ese día cambiara nuestras vidas, concientes de la invocación que hicimos en el círculo de piedras elegimos que así sea. No era la premonición de cabezas huecas; era la certeza de que nuestra acción cambiaría el sentido de dirección de la isla del Árbol Sagrado, último santuario inmaculado de la cultura druida perdida en los olvidos del tiempo. Pero era necesario virar el rumbo, aunque se provocaran colisiones que me perturbaran hasta mi esencia misma, alterando mis sentidos y otras partes anatómicas que no he de mencionar. Irían llegando, lo sabíamos, y así fue sucediendo; reaccionamos olvidándonos de discursos prefabricados, diciendo las primeras palabras que nuestros labios entreabiertos de sorpresa pudieran musitar. Esas mujeres –como todas las de su género- buscarían la manera de sorprendernos, atacarnos con la guardia baja, cumplir su capricho. Porque así eran todas, manipuladoras y caprichosas.
La sangre me hirvió en la venas como rutas de fuego quemando todo a su paso; lo manifesté en ira que es lo mejor que se me ha dado siempre en la vida. Arrebaté de las manos de Aidan la manta que me tendía, arrojándola al aire sin preocuparme de que no contara con el impulso necesario para llegar hasta ella. ¿Cómo diablos Aidan había logrado reaccionar tan tranquilamente cuando verla desnuda frente a todos ellos invitaba a recorrerla de cuerpo entero con la boca abierta? Admiré como nunca pensé que lo haría, el como mi amigo podía mantenerse inmune a las necesidades primitivas que exigía el cuerpo. Nunca antes me había avergonzado de mis impulsos, tampoco lo hice en ese momento, pero me trastornaba saber que por exceso de público no podía dar a la nueva hechicera la bienvenida que deseaba.
-Y yo que solo me había preocupado por su pico- se bufó, mirándola sin disimulos mientras la veía colocarse la capa-Ni siquiera un halcón puede resultar tan peligroso como una mujer.
Como pantera en su territorio, me aproximé a ella para trazar un círculo a su alrededor con mis pasos. Demonios, acaba de perder a una magnifica mascota quedándole como poca compensación solo una complicada mujer más.
-Entiendo que todas ustedes sean fieles a lo de protegerse y velar por sus amigas, pero tampoco es para que jueguen con nosotros.- desató su molestia-No estamos acostumbrados a que los animales se transformen en personas, y yo lo llamo engaño,… nunca me han gustado las apariencias. Lo único que pido es que alguna de ustedes llegue y lo único que haga sea decir “Hola”, ya estoy harto de nos hagan sentir como estúpidos.- si me acercaba un poco más podía tocar su cabello, las manos me cosquilleaban pero obligándome a pensar en otra cosa es que cambié de tema por lo que nos importaba:-Esta es la tierra de los druidas, la isla del Árbol Sagrado, y tus amigas te están esperando.

Asentí de agradecimiento a uno de ellos, quien se quitó su capa para brindármela, le estaba agradecida por un gesto que parecía que ninguno de ellos iba a hacer, le estaba agradecida aun cuando me mirara analizándome.

Sin embargo mi mirada pronto se detuvo única y exclusivamente en ese espécimen masculino que me hacía llamear, me hacía sentirme coqueta nuevamente como hacía 10 años no lo era. Una de las comisuras de mi boca se torció en un gesto pícaro mientras elevaba una ceja mirándolo fijamente. Me acerqué como solo yo sabía hacerlo, sin nada de timidez, ansiosa, con unas ganas animales, de esa parte animal que habita en mi. -¿Te parezco peligrosa?- le pregunté pegada a su cuerpo, solo separados por la manta y sus ropas. Yo estaba en calma hasta que el empezó a dar vueltas a mi alrededor y quedé con la boca abierta de ira y de asombro ante sus palabras.
-Mi intención nunca fue jugar, está en mi naturaleza ser algo precavida y supongo que luego de estos años no se me puede reprochar. - expliqué más para el resto que para él. Luego de mirarlo por un rato sonreí. -Hola- le djie y toqué su mejilla tal como había hecho convertida, una caricia, una demostración. -Lamento haberte quitado tu mascota tan rapidamente, entiendo que se te dan mejor las bestias que las mujeres, o al menos en mi caso te sientes mejor con mi parte animal...- le dije y sonreí retrocediendo- cuando quieras- terminé de decir como una invitación.
Me giré pero no sabía a donde ir. -¿Quien de ustedes me acompaña?- pregunté aun de espaldas.

Mi desagrado inicial peligrosamente comenzaba a convertirse en fuego al sentir su aproximación osada; ciertamente me gustaba mas como halcón, porque con un animal es más sencillo demostrar quien es el dueño y quien está bajo su dominio. Una mujer siempre finge ser indefensa y manipula los hilos imaginarios que sujetan las extremidades de los hombres a su antojo. Por eso, tenía que dejarle en claro quien se encontraba a merced de quien en nuestra situación. Con el roce de su mano por mi mejilla una chispa recorrió cada nervio de mi cuerpo.
-No es que se me diera mejor, me gustan las mujeres pero- le susurré al oído con un tono dos grados más bajo, para que mis compañeros no escucharan esa charla que ella había tornado más personal.-aprecio más a las bestias, en comparación. Y tranquila, encontraré otro halcón…- recogí un mechón de cabello caído con su mano y lo colocó detrás de su oreja.
Era terriblemente descarada, superando la sorpresa que había desembocado en molestia, pude apreciar otro cariz del momento presente. Ni siquiera sabía su nombre, pero podía empezar a imaginar su cuerpo. Imaginar otras cosas. Tampoco me proponía hacerme el tonto y no darme cuenta que desde el primer momento ella había tendido un lazo hacía mi, eligiéndome de entre los druidas presentes. Mi ego rozó las nubes. Una sonrisa ladeada esbocé en mi rostro, despertando mis sentidos con una nueva caza.
Coloqué una mano en la parte baja de su espalda, concentrándome en sus cabellos.
-¿Y si dijera que ya?- soplé en su nuca, después miré a mis amigos apurándola a caminar-Yo la acompaño. Me cansé de esperar sentado a que las señoritas se dignen llegar cada una a su manera, demasiadas emociones en un día. La llevó yo y si Loghan pregunta luego díganle que me fui a descansar.
Sin retirar mi mano, la guié entre Aidan y Nathan para salir del círculo de piedras y seguir el sendero marcado en la tierra que conducía al [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

Escuché sin ser partícipe del intercambio de palabras entre Lucien y Aidan, yo seguía absorto en la criatura que ahora estaba posada sobre el hombro de uno de mis hermanos.
Estaba ansioso por lo que estaba por venir y algo en mi interior me prometía ser mejor.

Abrí los ojos de plena sorpresa y ahogué algún sonido que amenazaba por salir de mi garganta al ver cómo el halcón se convertía en una mujer... Una hermosa mujer, una belleza completamente desnuda. Claro, hacía varios meses que estaba en el celibato y la llegada de ésta mujer tan impropia hizo renacer en mi todos aquellos sentimientos desde mi interior. Tragué saliva y al ver cómo es que Lucien parecía reclamarla para sí, mi respiración se agitó y apreté los puños de rabia.
Cerré los ojos y tratando de controlarme me dí media vuelta para darle un poco de privacidad mientras ella se cubría con la capa. Luego, guardé silencio cuando Lucien se ofreció a llevarla, rodé los ojos y esperé a que sus pasos se oyeran distantes para volverme hacia Aidan.

-Vaya manía que tienen de llegar cada una a su jodida manera -dije desesperado, comencé a dar caminar en linea recta a la espera impaciente de las que faltaban.

-¡¡APRESÚRENSE A LLEGAR!! -grité al viento para liberar la tensión -¡¡¿CREEN QUE TENEMOS TODO SU MALDITO TIEMPO?!! -"Y así es", pensé para mi. Refunfuñé palabras que los niños no deben escuchar, me jalé el cabello histérico y finalmente le di la espalda al círculo. No quería ver como llegaba la siguiente, solo escucharía y dejaría que Aidan la llevase con las demás. Estaba muy molesto sin razón en sí.

Al llegar al Círculo Mágico luego de mi inesperado retraso lo primero que escuche fueron los “casi gritos” de Nathan que al parecer se dirigían a nuestras “supuestas salvadoras”, aquellas que nos ayudarían a reconstruir nuestro hogar y recuperar nuestra mágica. Quizás mis hermanos les daban demasiado crédito a esas extrañas, yo por mi parte prefería mantenerme como espectador crítico para ver si eran capaces de cumplir con la importante tarea a las cuales estaban destinadas.

Coloque mi mano derecha sobre el hombro izquierdo de Nathan para tranquilizarlo mientras le dedicaba una sonrisa de cortesía, aquellas que no abundaban en mi personalidad. Luego me acerque al círculo para lanzarla una mirada a Aidan y darle a entender que esperaríamos juntos la llegada de ¿Cuántas habían llegado? No tenía ni idea, esperaban que fuera la mayoría.

-Aidan ¿Cuántas han aparecido hasta ahora?- pregunte mientras me cruzaba de hombros y adoptaba una postura relajada .

Luego del intercambio entre Lucien y la Mujer suspiré. En realidad había pensado que cualquier mujer que llegara se alejaría de el despavorida, o quizás lo vería como alguien exótico y jamás apreciera al hombre que se escondia debajo de la bestia. Sin embargo ella quizás era la más indicada de las que había conocido para hacerlo, a fin de cuentas era un poco como él.
Sonreía de medio lado al verlo alejarse con ella. Quizás siendo otra hubiese intervenido para no dejarla sola con Lucien... ella sin embargo no parecía necesitar mi ayuda.
Un poco más animado me acerqué a Nathan, pues si llegaba alguien para Lucien quizás también a mi me pasaría. Su arranque de desesperación me pareció normal, solo yo parecía esperar resignado y no ansioso.
Me giré cuando llegó Salvatore, -Han llegado 4 con esta última, la primera herida y pálida cual cisne, la segunda ostentando un poder sobre la naturaleza que no había visto portar a nadie tan joven, la tercera se apareció de pronto pero estaba ya antes, desconozco si se hace invisible o se transforma, y la última...-sonreí al recordar,- llegó en forma de halcón y después de posarse en el hombro de Lucien se transformó en una mujer preciosa y lo más desconcertante, desnuda.- Así que veremos que más nos espera.-
Yo solamente pensaba en que aun no sabía cuantas faltaban por llegar y si entre ellas estaba mi salvadora.

Me encontraba practicando mi último escape, estaba cansada de huir como un vil ladrón, esta vez enfrentaría mi fin de frente, aferrada a las visiones que mis hermanas me enviaban donde todo parecía tan hermoso y real. Cerré los ojos cuando escuché los pasos de mis perseguidores, cuando lanzaban hechizos a diestra y siniestra, cuando me tenían acorralada y el fin era inminente... Me aferré de mi medallón y deseé como nunca poder verlas por última vez, poco a poco los ruidos a mí alrededor se iban atenuando y desapareciendo, por otro lado, yo no me di cuenta de esto. Era tanto el deseo de verlas de nuevo que un par de lágrimas escaparon de mis ojos, lágrimas que hacía años me había prometido nunca más derramar. Tardé pocos minutos en aceptar mi fin y abrazar mi destino, pero claro, no me iría sola, me llevaría a cuantos pudiese conmigo, en ese momento una media sonrisa de malicia y venganza se esbozó en mi rostro, me puse de pie y abrí mis ojos, estaba preparada para recibir cualquier tipo de ataque.


Fue en el momento en que abrí mis ojos y éstos se enfocaron frente a mí, que un nuevo panorama se extendió a lo lejos. Aparecí frente a 3 hombres, en medio de un círculo que alguna vez me pareció ver en algún libro antiguo. Me encontraba en una tierra lejana y desconocida, miré sorprendida y un poco confundida pues yo no había provocado la teletransportación a estas tierras... eso significaba que... sonreí abiertamente solo para mí, sin hacer partícipes a mis acompañantes que hasta ahora no me había puesto a observar detenidamente.
Los miré individualmente, había algo en sus persona que me daba un poco de confianza -a mi, a la recelosa- volví a sonreír, esta vez para ellos también pues sentía la presencia de mis hermanas tan cerca que sin saber, me aseguré a mi misma que estaban en este lugar.
En el silencio incómodo que nos envolvió los observé descaradamente, no estaban mal, sin embargo, el que estaba cruzado de hombros fue el que más capturó mi atención... ¿en qué estoy pensando?, me regañé a mi misma pues de pronto me sentí como si tuviese 16 nuevamente.

-¿Quienes son ustedes? -pregunté sin vacilar, estaba preparada por si resultaban no ser de confianza y aunque me superaran en número tres a una, por su bien, esperaba que se comportaran. -¿Dónde están ellas? -agregué inmediatamente, y sé que sonó como pregunta pero más que eso, era una orden disfrazada de que me condujeran hacia ellas.

“Vaya mujercita” pensé luego de ver aparecer en el círculo a la quinta hechicera, la primera para mí, ya que era la única aparición que había presenciado ¿Cómo serían las otras? La verdad no importaba pero si eran como esta que acababa de llegar, mis hermanos tendrían serios problemas con respecto a mantenerse alejados de ellas si es que ellas no comprendían la importancia de su tarea.

Levante una ceja con expresión pensativa al ver cómo nos observaba descaradamente ¿Qué estaría pensando?

Sacudí mi cabeza, negándome a mí mismo ciertas ideas que había cruzado por mi mente y me dispuse a responderle sus preguntas.

-Estás en la Isla del Árbol Sagrado, tierra de Druidas- aclaré señalándome con la cabeza y a mis hermanos con orgullo.

-Si te concentras podrás sentir la poca magia que aún fluye en es te lugar y sabrás que no somos enemigos- mencioné en un tono paciente sin dejar de mirarla a los ojos.

Con respecto a su segunda pregunta sabía muy poco, la verdad imaginaba que al resto de las hechiceras las habían llevado a los hogares druidas pero no sabía a ciencia cierta cuál, o si…… Esta vez dirigí mi mirada a Aidan y a Nathan para que me ayudaran, ellos habían presenciado las otras apariciones y sabrían donde se encontraban el resto de las chicas.