Cabaña d'Vartan - Raphe & Ana [Litha 2012]

Llegamos a la casa, aun no estaba pintada en el exterior, ni tenia los muebles pero la estructura estaba completamente terminada. Habíamos salido a mi paso desde el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] de Claude.

Lamentaba terriblemente el daño que podía haberle causado a Ana, pero habían cosas que no tenían vuelta atrás y yo era demasiado básico para pedir perdón por algo que realmente no tenia razones hasta ahora para hacerlo. Mi rudeza rumana se dejaba notar, aunque para tratar de suavizarlo la lleve al porche trasero.
Las columnas en forma de unicornio estaban allí, hechas a mano por mi en honor a un sueño. Coloque a una Anastasia silenciosa delante de las columnas mientras yo me quedaba detrás de ella.
Quizás yo no tuviera el suficiente control para hablarle a los ojos. Me incline y sujetando su cabello susurre en su oído. -Podría decirte porque lo hice, si me confiesas que tienes que ver con este sueño-. le señale las barandas como explicación.

No se como ni porque en un principio no asocie lo que me había pasado con los poderes de la familia Ivanova, pero aunque no sabia exactamente cual podría ser su poder recordaba que todos los Ivanova a los que conocí podían manejar las ilusiones mejor que el resto de las personas, incluso mejor que mi hermana, claro que el poder de ella transformaba lo físico y el de los Ivanova creaba en la mente.

Mis manos trazaban distraídamente el camino de sus brazos, era mi manera de calmarme, como se atrevía a irse con un hombre a hablar a solas? Una voz dentro de mi me decía que era mayor de edad, y recordaba otra que me había dicho un momento antes: "Puedas quitársela tú o se la quitará otro". Justo esa frase hacia que me doliera la cabeza. Me quedaba muy poco de cordura en esos momentos.


Fdr: Si quieres que cambie algo dímelo, y si quieres que omita lo de la familia tambien.

La actitud de Raphe inicialmente me tomo por sorpresa, creyendo que finalmente había hecho despertar en él al hombre que deseaba, pero luego volvió a aquella actitud de padre o hermano sobreprotector que tanto odiaba. Bien, si pensaba pegarme par de nalgadas la historia iba a ser diferente.

Me mantuve en silencio todo el trayecto y deje que fuera él el que escogiera el lugar para conversar, sin embargo me sorprendí al ver a donde me llevaba. Suspire cuando me dejo delante de una columna y murmure un “Cobarde” para mí misma cuando se alejó sin hacerme frente. Rodé los ojos pensando que ya conocía las palabras que me diría de memoria, cuando de repente e inclino para susurrarme al oído:
“Podría decirte porque lo hice, si me confiesas que tienes que ver con este sueño”

Me mordí los labios temblando; asombrada en la misma magnitud por el hecho de que había relacionado el sueño a ahora, a mí, a este lugar y a que no había sido solamente un sueño.
Cerre los ojos unos instantes para calmarme y luego los abrí con una furia inigualable saliendo de ellos: -¡No tengo que confesarte nada!- dije apartando sus brazos de mí y alejándome varios metros sin dejar de mirarlo a los ojos.

-Además si vamos a hacer confesiones será mejor que empieces por ti- si Raphe pensaba que con algunas palabras bonitas y caricias mojigatas me olvidaría de aquella escena con la hechicera estaba muy equivocado.

-¿Desde cuándo te gusta Diana?- levante una ceja con aire de suficiencia tratando de ocultar mi dolor – ¿Piensas empezar una relación con ella? Si es que todavía no se han acostado…-

La sentí temblar un minuto antes de explotar con una furia y una pasión que nunca antes había presenciado, lo cual si contamos a las mujeres con las que vivíamos era algo digno de notar. Sus cabellos estaban erizados a los lados producto de una magia que ella no se percataba que tenia. Acababa de presenciar el porque Ana era uno de los eslabones principales de la familia y el porque lo arriesgaron todo para dejarla a salvo conmigo.
Fueron sus palabras directas las que me devolvieron de golpe a una realidad algo dolorosa, si pensaba no hablar del tema Anastasia acababa de darle un revés a mi alma por completo. Era ahora o nunca. No iba a jugar con ella como una niña preguntándole de que se quejaba.
-Conocí a Diana cuando era incluso mas joven que tu ahora, entre nosotros siempre hubo algo extraño, quizás somos muy iguales, quizás ella trataba de probar sus habilidades para coquetear... no lo se. Es una mujer madura Anastasia no una jovencita, sabe lo que quiere y va por ello. Sin embargo nunca ha tenido mi corazón como tu, mas que eso nunca ninguna mujer por madura y experimentada que fuera me ha tenido como me tienes tu.-

Me acerque a ella, yo sabia cuanto daño podía hacer un hombre cuando se fijaba en otra mujer, su mujer podía creer que ella no era suficiente y Ana podía comenzar a compararse con Diana, algo que ninguna de las dos se merecía.

-Anastasia no se trata solamente de que sea tu protector, de que te haya visto crecer- tome sus hombros en mis manos, los apretaba quizás demasiado sin darme cuenta. -No se trata de que tu hermano sea mi mejor amigo, no se trata de casarme contigo aun siendo mayor que tu, no se trata de arrebatarte la inocencia, la paciencia, la posibilidad de escoger a alguien mejor. Se trata del deseo que siento por ti que no se calma con los labios de ninguna mujer, yo tengo miedo que eso te dañe.- Alejarme de ella fue aun mas difícil.

-Ahora mismo quisiera olvidarte para siempre, pensar que nunca has entrado en mi vida, porque si me apodero de ti Anastasia, si te pruebo, tu sabor, tu pasión en mi... no podrás huir nunca mas, MALDITA SEA ANASTASIA. Me reclamas como mi mujer pero la pregunta es "Estas lista para serlo"?-

Intente enfocar mi vista en otra cosa y lo único que vi fueron los unicornios tallados productos de un sueño... o no? -Ahora Ana, escoge bien tus palabras porque vas a explicarme que tienes que ver con esto- señale los unicornios mientras me le acerque entrecerrando los ojos esperando su respuesta.

“Es una mujer madura Anastasia no una jovencita, sabe lo que quiere y va por ello”
Eso fue lo único que quedo grabado en mi mente, las palabras siguientes apenas las percibí. ¿Yo era una niña para èl? Obviamente y la forma en que había dicho eso de que Diana sabía lo que quería. ¡Me sentía insultada! Menospreciada! Quería cogerlo y golpearlo hasta que en su bello rostro masculino quedaran las cicatrices de mi dolor, para que nunca se pudiera olvidar de él.

Apenas concientice que Raphe tomo mis hombros y los apretó con fuerza; pero la palabra casamiento me hizo colocar nuevamente atención a lo que decía, abriendo los ojos sorprendida por la emoción que logre percibir en su rostro. -¿Cómo podría tu amor herirme?- le pregunte muy bajo, apenas perceptible.

Cuando se alejó me sentí insegura, quería tenerlo cerca de nuevo, sentía que necesitaba de él. Cerré los ojos ante sus reclamos y cuando finalmente Raphe soltó aquella pregunta negué con la cabeza y grite –¡No lo sé!!!, no sè si estoy preparada. ¿Te crees que eres el único que piensa esas cosas? Yo también estoy insegura ante lo que pueda pasar pero verte hoy con esa…..bruja!!!! Fue una de las cosas más dolorosas de toda mi vida, y no quiero volverme a sentir así! Nunca más; así que o nos olvidamos mutuamente de esto o……- no quiso terminar porque ahora él le estaba preguntando por aquel sueño donde ella se había metido en su cabeza para saber que sentía de verdad. Sin embargo ahora se arrepentía, le costaba admitir algo así delante de él.

-No sé de qué estás hablando- opte por parecer inocente y me cruce de brazos sin mirar los unicornios.

-Ana- Como puede mi amor no herirte si ya lo ha hecho... -Ana cada mujer que he besado soñando con que seas tu, cada mujer a la cual le he hecho el amor, cada escape que he buscado para salirme de esta pasión, para buscar algo que me haga seguir siendo un hombre de honor, el mismo que dio su palabra de protegerte, mi amor puede herirte mucho y lo ha hecho.-

Comencé a reírme sin poderlo evitar cuando escuche el supuesto insulto para Diana. No quería burlarme de ella pero no podía evitarlo y ademas ya no había regreso, la tenia ahora o la perdía para siempre y yo no estaba dispuesto a perderla, una vez llegados a ese punto no había mucho que tener en cuenta. Ahora y mirando hacia atrás siempre había sido así, solo yo me negaba a que no tuviéramos otra salida. Yo mismo me había puesto la soga al cuello ahora ella podía tirar cuando quisiera, solo tenia ventaja hasta que ella se diera cuenta de ese detalle.
-O QUE ANASTASIA... o que?- le pregunte mientras descruzaba sus brazos y los llevaba a su espalda dejándola indefensa. -Estoy hablando de como manipulaste mi sueño y no te preocupes Maga, me lo dirás ahora o después, tengo todo el tiempo del mundo. Porque soy un hombre de grandes pasiones y si te molestan las mujeres de mi vida, patealas. Colócate en tu lugar Anastasia, como mi mujer.-

-Voy a besarte- Me apodere de sus labios sin dejar de mirarla a los ojos y la bese por dos segundos antes de tomarla en brazos para sentarla en mi regazo en una esquina del piso. -Suave mi amor, déjame enseñarte como me gusta- Tome sus labios despacio con toda la intención de no asustarla y su sabor me exploto como frutas dejándome sin ningún auto control. El beso se torno posesivo mis manos se tornaron atrevidas y me encontré llevándola al interior mientras le besaba el cuello, mis manos en su cabello, en su espalda, en sus senos junto a mi boca.
Pare de repente cuando la sentí estremecer.

La abrace a mi protegiéndola de mi mismo. -Ya no tenemos vuelta atrás Ana, sabes eso?-

Toda mi furia y mi posición de chica dura se fueron abajo cuando Raphael me descruzo de brazos colocándolos detrás de mi cuerpo forma indefensa. Escuche sus palabras a medias porque lo único en que podía concentrarme eran sus labios, su olor y todo el calor que emanaba de su cuerpo. “Ya verás cómo las pateo a todas” dije para mis pensamientos sonriendo de forma descarada.

Cuando dijo: “Voy a besarte” recé porque fuera literal en sus palabras y le devolví la mirada diciendo con ella “Mas te vale”

Besar a Raphe era como estar de nuevo en el sueño pero mejor, se sentía más real, más físico. Proteste cuando se separó de mi para sentarme en su regazo y solté una carcajada al escucharlo decir “suave mi amor”: -Ya te diré yo como me gusta a mí- susurre sobre sus labios agarrándolo de la camisa para atraerlo más cerca, besándolo. Pero cuando el beso de Raphael se tornó más posesivo y comenzó a tocar zonas antes inexploradas en Anastacia, le entro miedo de repente y se estremeció. De repente pensó que no tenía experiencia en estas cosas, que probablemente pareciera una niña virginal, cosa que era, en comparación con otras mujeres. ¿Qué tal si a él no le gustaba? ¿Si ella hacia algo mal? Lo perdería para siempre.

-¿Qué quieres decir que no hay vuelta atrás? ¿Me harás el amor aquí?- preguntó algo confundida, quería, lo deseaba con la misma intensidad que tenía miedo a perderlo por su inexperiencia, cosa que la frenó en el pasado y la frenaba ahora.

La niña que tenia ante mi se convirtió en una descarada, me retaba y me quitaba el juicio. Su forma de desafiarme, de retarme incluso cuando no sabia a que... exaltaba mi alma, mi corazón saltaba de jubilo... y mis manos, mis manos se recreaban en Anastasia y en su cuerpo.

-Schhh- acallaba su protesta cada vez que me separaba de sus labios y sonreía divertido y pagado de mi mismo. -Oh por Merlin la dama tiene preferencias...!!!- sonreí una vez mas antes de reclamar sus labios un momento antes de abrazarla queriendo protegerla del mundo y de mi, sobre todo de mi.

"-¿Qué quieres decir que no hay vuelta atrás? ¿Me harás el amor aquí?-"
-Dios Ana tan bruto he sido contigo?- La seguí abrazando... como era posible que después de tanto tiempo y ella aun no me conocía. Había crecido conmigo, dormido conmigo cuando era una niña y ya no tanto una niña cada vez que tenia pesadillas. La había cuidado y enseñado lo mejor que había podido y la había amado, Merlin la estaba amando...

-Quiero decir Ana- la mire a los ojos y sin poder evitarlo la bese una vez mas. -Quiero decir que ahora lo único que me frena de tomarte, de desnudarte, entrar en ti, tomarte, besarte por todas partes, poseerte... es que te cases conmigo.-

Me separe dos pasos para arrodillarme ante ella y sacar del bolsillo el anillo de mi madre que habia guardado como reliquia desde el dia en que me fui a buscar a Thera cuando mi madre me lo dio, aunque en ese momento me había negado a creerlo. -Me haces el honor de ser mi esposa-

Me levante cuando vi la cara de Ana, de pronto el miedo se apodero de mi. -No significa que me tengas que responder mi bella, tenemos tiempo si quieres que sea tu novio, lo que desees mi amor, el tiempo que necesites, pero antes de hacerte el amor seras mi esposa, no puedo tenerte y perderte Anastasia...y no lo haré-
El hombre posesivo que yo era había vuelto y estaba muy serio esperando su respuesta.

-No, no has sido bruto- dije dejando que me abrazara y hundiendo mi rostro dentro de su pecho, sintiéndome niña de nuevo, sintiendo como mis miedos desaparecían. Como aquellas tantas veces en que Raphe me consoló, solo que esta vez era diferente.

Cuando hablo fervientemente de todos sus deseos, terminando con la frase de casamiento sonreí divertida y le di un beso fugaz –Te adoro! Eres tan caballero… Que a veces no lo soporto!- mencione en broma sin dejar de reír. Sin embargo trague saliva y me puse seria cuando lo vi arrodillarse en el suelo con determinación. Observe el anillo asombrada, emocionada a punto de soltar una lágrima pero me contuve porque también volvió aquel miedo e indecisión que sentí minutos antes, así que me quede en silencio por varios segundos.

-Yo…- vi cómo se debatía intentando ser amable dándome todas las variantes posibles y justo ahí me di cuenta de que él era el hombre con el cual quería pasar el resto de mi vida. Sin pensarlo lo abrace efusivamente, casi sin darle chance a respirar, quería sentir que era mío, que era mío de verdad.

-Por supuesto que me quiero casar contigo- me aparte un poco para mirarlo a los ojos pero con mi rostro muy pegado al de Raphe. Tome el anillo de sus manos y lo coloqué en mi dedo índice admirándolo por unos segundos antes de sonreír –Quiero que sepas que te amo desde el primer momento que llegaste a mi vida. Y quiero que seas mi novio, mi amante, mi mejor amigo, mi protector y mi esposo pero..- ahora si me aleje y le golpee el hombro fingiendo estar enfadada - Ya sabes que soy virgen y lo odio!! Tengo miedo que no sea lo suficientemente buena como para gustarte en eso, ya sabes…- rodé los ojos inquieta y molesta de tener que hablar sobre esto –Me hubiera gustado ser toda una experta para complacerte pero no me imagino con otro hombre en la cama. Solo tù inspiras en mi ese deseo y si, necesito tiempo. Pero eso no significa que no podamos hacer otras cosas- sonreí de lado y le mordí los labios a propósito sabiendo como reaccionaria ante aquello.

Sus primeras palabras me tranquilizaron. Apreté su cabeza suavemente contra mi pecho con el mismo afán protector con el que estaba acostumbrada a tratarla. Solo que esta vez no había nada de que protegerla salvo de mi mismo y eso era en resumidas cuentas algo completamente perdido a este punto.
Su beso me tomo desprevenido y sonreí irónicamente para mi mismo cuando me dijo como tantas veces que mis intenciones por ser un caballero le molestaba... pero aun así yo permanecía callado. Pestañee cuando me dijo que quería casarse conmigo. Era una respuesta que esperaba y no era que no confiara en ella, era solamente que tenia miedo de nuestro futuro, que tal si un día ella ya no quería estar mas atada a mi?
Fueron sus dudas sin embargo el empuje necesario que yo necesitaba para olvidar las mías.
Allí estaba ella, temiendo no ser suficiente, temiendo defraudar, porque me amaba.
La separe con delicadeza cuando se mordió los labios sugiriendo cosas que me volvían completamente loco.

-Ana, yo nunca te he mentido, he conocido placeres insospechados- dije despacio y pensando cada palabra. -Sin embargo jamas le he robado la inocencia a nadie, jamas he iniciado a nadie en las artes de la pasión, soy tan inocente en lo que va a pasar entre nosotros como tu y espero que no me veas menos por ello. Voy a estar tan nervioso como tu. Sin embargo no existe nadie en la tierra que me detenga a hacerte mía, porque precisamente tu inocencia, tu carne jamas tocada, tu deseo oculto son las cosas que me han tenido loco por ti. Me he desesperado pensando que soy el único.-

La abrace levantando su barbilla para besarla despacio, saborear sus labios, el interior de su boca, su lengua, su pulso, sus sentidos. -Dime que deseas hacer, guíanos tu hoy, que quieres hacer primero... porque el día que me case contigo... ese día estarás completamente a mi merced y mi antojo, rendida a mis deseos, perdida de lujuria y yo estaré al cargo-
Le mordí juguetonamente el lóbulo de sus oreja delicada. -Ni siquiera serás capaz de decir una palabra en mi cama.- ronronee junto a su oído.