Primera Cita [Cabaña Leigh/Imbolc 2011]

Me detuve cerca de la casa de Nathan insegura de avanzar o no, durante varios segundos no hubo más que silencio a mí alrededor hasta que varias pisadas se comenzaron a escuchar detrás de mí. Constante iban avanzando mi nerviosismo aumentaba con ellas.

“Cálmate Claude es solo una cita”

Me dije a mi misma mientras me agachaba para recibir la bola de pelo blanco que aparecía detrás de mí gruñendo.

-¿Cómo luzco?- le pregunte a ZacK con una media sonrisa forzada por lo que el lobo paso su hocico por mi rostro a modo de respuesta instantánea.

-Gracias- le dije dudosa de su criterio, no sabía muy bien que se ponía para las citas y yo en mi armario no tenía nada que sirviera para una, así que había recurrido a mi única salvación: Thera. Había tomado prestado un vestido de su closet, lo cual me había costado trabajo ya que mi hermana usaba ropas demasiado llamativas para mi gusto que dejaban resaltar las cualidades de toda mujer. Claro está que Thera poseía esas cualidades yo por mi parte me faltaba físico y personalidad para usarlas así que opte por el más “adecuado” a mí. Uno azul claro, que tapaba mis hombros pero que por mucho que me esforzara no me llegaba a la rodilla, medida que casi siempre cumplía con todas mis ropas de vestir para que no se notaran el pálido de mi piel sobre mis piernas.

-Tendremos que comportarnos- le dije a mi lobo y avance hasta la puerta de la cabaña de Nathan para tocar sobre la madera suavemente.

Fdr: disculpa la demora...


Este sábado era especial. Había madrugado y desde temprano hice mis actividades diarias como cualquier día, la diferencia era que mi rostro irradiaba una felicidad contagiosa pues sonreía de oreja a oreja. El tiempo se me hizo eterno, las manecillas del reloj parecían moverse a la inversa y retrasar el momento. Estaba ansioso y algo nervioso... ¿Y si me dejaba plantado? Bueno, alguna excusa tendría, por ahora no quería pensar en eso.

Al medio día, cociné mi platillo favorito, por la mañana había ido de pesca y ahora un salmón iba a ser devorado. Comí solo, pensé en invitar a alguno de mis hermanos pero con lo emocionado que estaba lo olvidé por completo, recordé mi propósito justo cuando terminaba de comer.

El resto de la tarde me la pasé limpiando mi casa, moviendo muebles y regresándolos a su lugar pues me gustaban tal y como estaban. Cerca de las 5 decidí que era tiempo de comenzar a alistarme, si me ponía a analizar mi situación yo parecía una chica. Reí. En realidad no necesitaba mas que un baño y ya, el afeitarme pasó por mi mente, pero a mi me agradaba así, solo esperaba que a Claude no le molestara y si era así ni dudaría en hacerlo desaparecer.

Estuve listo en menos de lo que canta un gallo. Me perfumé y di varias vueltas dentro de mi casa ansioso. ¿Qué más podía cambiarle? En realidad nada, Claude ya había estado una vez aquí y por ende ya la conocía. Suspiré, inhalé profundamente para controlarme un poco y me relajé asomándome por el ventanal.

Miraba hacia el bosque, al lado contrario de la puerta cuando escuché un suave golpeteo que me aceleró el corazón. Literalmente corrí hacia la entrada y abrí de golpe la puerta y ahí estaba ella: tan hermosa como siempre. Le sonreí. No pude reprimir el impulso de rodearla con mis brazos y acercarla a mí para darle un beso que la había esperado varios días.

-Adelante, Señorita –le dije en cuanto la liberé y fue hasta entonces que me percaté que no venía sola, sino con el lobo que ya me había mencionado. Le observé tranquilo y preocupado a la vez, por lo que Claude me había dicho, ella adoraba a Zack. Y no podía evitar temerle al hecho de que al lobo no le agradara por algún motivo y por eso Claude se alejara de mi. –Pasen –corregí cuando caí en cuenta que había hablado en singular. Sin soltarle la mano la dirigí hacia dentro y esperé a que el lobo entrara también antes de cerrar la puerta tras ellos. ¿Y ahora que se suponía que debía hacer?.

-¿Qué tal te ha ido estos días? –pregunté sacando tema de conversación mientras me encaminaba –sin soltarle la mano aún- hacia un sillón.

Ante la sonrisa tan sincera de Nathan no pude hacer otra cosa más que sonreír avergonzada. Me daba miedo admitir que estaba nerviosa.
-Hol…- pero mi saludo fue cortado por su repentino beso que me sorprendió dejándome inmóvil por varios segundos para luego besarlo con la misma intensidad.

-Gracias- respondí ante su invitación para entrar y me percate que su mirada recorrió a Zack que se encontraba detrás de mí. Sonreí nuevamente ante su “Pasen”, se me hacía raro que Nathan hiciera todo para agradarme, sentía que no lo merecía y esa sensación era bastante común en mí.
Deje que me tomara de la mano y me guiara hacia donde quisiera, advirtiéndole con la mirada a mi lobo que se estuviera tranquilo, el cual se acomodó en un rincón con sus grandes ojos posados sobre nosotros dos.

-Me ha ido bien…- me encogí de hombros por lo formal de la pregunta –Supongo-
Al llegar al sillón me senté derecha, procurando que el vestido no dejara notar mis poco coloreadas piernas pero fue inútil porque por mucho que lo estiré solo logro llegar dos centímetros antes de mis rodillas.
-Aquí en la isla me siento como si estuviera en casa, puedo hacer lo que me gusta y estar con las personas que quiero. Es una sensación muy agradable después de tanto tiempo- comente sintiéndome algo extraña, no sabía que más decir.

-Nathan….-espere algo dudosa pero luego pregunte -¿Qué se hace en una primera cita?- me mordí los labios pensando que sonaba como tonta.

Ahora sentado en el sillón fue cuando la pude observar mejor, discretamente le eché un vistazo. Lucía un vestido que la hacía ver radiante, gráficamente la podía describir como el sol de mis mañanas. Sonreí al verla cubrirse las piernas e intentar hacer crecer el vestido que dejaba entrever su hermosa piel a mis ojos.

-Intentamos mantener una atmósfera agradable para ustedes, aunque bien es cierto que cambiaron nuestra vida monótona, nos sacaron de un balance utópico que conservábamos de hace tiempo atrás. Con su presencia, todo es más... Alegre -no estaba seguro si era la palabra correcta -e intentamos que lo sea para ustedes en todos los sentidos. -agregué, a su comentario, luego le observé curioso más aún cuando la vi dudar.

Su pregunta me noqueó, ciertamente yo había tenido varias citas... Pero ninguna se podía comparar con ésta o más bien, ninguna de mis conquistas pasadas llenaban el espacio que ahora ocupaba Claude. Le sonreí diviertido.

-Pues... no estoy muy seguro -admití. Me mantuve en silencio un instante, no pude evitar robarle un beso más, le rodeé con mi brazo su cintura y la acerqué a mi, le miré a los ojos y luego miré al rededor mientras comentaba -Podemos hacer lo que gustes... Desde quedarnos aquí a charlar, hasta salir a pasear por la isla... O más bien, podemos hacer lo que gustes para matar el tiempo hasta que den las 8 y partamos hacia una sorpresa que te espera.

FDR: Al finnnnnnnnnnnnnn *-*


Sonreí al sentir que Nathan me besaba nuevamente, aún me costaba acostumbrarme a sus besos. Después de vivir tanto tiempo sola sin esas demostraciones de amor para mí resultaba nuevo y extraño.

Sus comentarios me hicieron arrugar la frente sobre todo el último:
-¿Sorpresa?- pregunte con duda – Nate mira a ver lo que vas hacer conmigo- le dije algo seria mientras tomaba su mano y lo levantaba del sofá junto a mí.

-Te parece si comemos algo en lo que te hago algunas preguntas?- lo arrastre detrás de mí mientras localizaba la cocina y entraba en ella. No sabía si Nathan tenía algo preparado así que me limite a sentarme sobre la meseta esperando, me encantaba que me cocinaran pero también podía preparar algo para los dos que a él le gustara.

Lo observe por unos instantes depositando mis ojos en cada detalle de su cara y de su cuerpo lo que me hizo dibujar una sonrisa de lado acomodándome el cabello detrás de los oídos.

-¿Te gusta vivir aquí solo?- fue la primera pregunta de mi interrogatorio, quería saber tantas cosas de él que el tiempo me parecía corto.

Asentí con la cabeza tal cual niño pequeño y le sonreí al ver cómo arrugaba su frente. –No te haré nada… malo –comenté.

Me dejé arrastrar a donde fuese que me llevase, eso si, le sostuve fuertemente la mano por si pensaba soltarse. Sonreí ampliamente, me agradaba de sobremanera que ella se desenvolviera sin ninguna timidez por mi casa. Hinché el pecho de felicidad mientras analizaba su pregunta, que de que pregunta no tenía absolutamente nada. Me mantuve de pie cerca de ella por una fracción de segundo pensé que sería ella la que cocinara, pero como se mantuvo en su asiento, no fue difícil deducir que debía ser yo quien cocinara. Entrecerré los ojos curioso, no estaría mal que ambos cocináramos.

-Me parece perfecta tu idea… Con la condición de que algunas preguntas se te revertirán y otras tantas más tendrás que contestar tú, –le sonreí –por otro lado… ¿Qué te gustaría que preparemos? –pregunté con toda la intención de que me ayudara.
Le observé mientras me observaba, cruce los brazos y me puse nervioso, la manera en la que me miraba me hacía erizar la piel. Me tensé por un instante hasta que vi dibujar en su rostro esa hermosa sonrisa que no pude evitar devolver.

-No me gusta del todo… –hice una mueca –pero no me queda de otra, no tengo familia aquí y compartir mi espacio con mis hermanos no está en mis planes… No podría vivir con más de un hombre bajo el mismo techo –le sonreí. Miré alrededor y me encaminé a la alacena en búsqueda de algo comestible para preparar mientras esperaba la siguiente pregunta.

Levante una ceja sonriendo al ver que Nathan hacia la pregunta de preparar la comida en plural, por lo visto quería que yo lo ayudara lo cual me hizo reír aún más en silencio. Si supiera que hace algunos años era desastre para la cocina probablemente ahora estaría arrepintiéndose, la suerte es que al vivir sola durante tanto tiempo lejos de mis amigas había desarrollado el hábito de preparar platos que al final no comía pero quedaban muy deliciosos al paladar, al menos a Zack le gustaban.

-No lo sé, yo puedo comer casi cualquier cosa. Mejor escoge tú..- propuse con una sonrisa mientras me bajaba de la meseta y lo miraba con curiosidad al pensar en que querría saber Nate de mí, incluso por instantes temí que algunas de mis respuestas no fueran a gustarle pero decidí no pensar en eso.

-¿Y podrías vivir con una mujer?- pregunte y me acerque a Nathan quedando justo detrás de él mientras buscaba en la alacena. Por unos segundos cerré los ojos y respire su aroma que recordaba tan bien por la camisa que me había prestado el primer día que llegue a la isla.

Después abrí los ojos y tome un recipiente con jalea de guayaba que encontré frente a mí. Me separa de Nate para buscar una cuchara entre las gavetas, la cual no encontré así que decidí abrir la tapa y atrape un poco de mermelada en mi dedo llevándomela a los labios como niña pequeña.

Luego de esta acción comprendí que Nathan probablemente me estaría mirando y dirigí mi mirada hacia su rostro esbozándole una sonrisa –Me encantan los dulces- nuevamente me acerque a él y volví a tomar otro poco de mermelada en mi dedo y se lo ofrecí: -¿Quiere probar?-

Cuando mencionó si podía vivir con una mujer, se me erizó de nuevo la piel y me giré para verle, ella mantenía una postura de confort, me hubiese gustado leer su mente y saber que pensaba en esos momentos. –Con una mujer, eh?... Claro, siempre y cuando tenga tu edad, tus ojos, tu linda cara… Una mujer que seas tú. –Contesté sinceramente, luego titubeé por temor a que mi respuesta hubiese sido muy atrevida.

Le observé mientras disfrutaba de la jalea y me ofrecía. No dudé en probar la jalea imitando su estilo –Son muy buenos, te endulzan los días en los peores momentos. –comenté. Seguí removiendo las cosas en la alacena y ciertamente no se me ocurría nada. Suspiré derrotado y le miré apenado.

-No soy muy bueno cocinando, es más ni siquiera sé hacerlo. No me muero de hambre porque lo básico si puedo preparar, pero las elaboradas recetas y yo no nos llevamos bien. Así que… ¿Qué se te antoja cocinar? –pregunté una vez más con la esperanza de que ella propusiera algún platillo en especial. –Igual, no te preocupes, que si no sale bien siempre habrá quien lo deguste –le sonreí y le eché una mirada de reojo a Zack, siendo un lobo deduje que él podía comerse lo que no saliera bien.

Sonreí con ganas cuando escuche su comentario de que podría vivir con una mujer como yo: -Estas seguro? Mira que vivir conmigo es bastante difícil. Tengo cosas muy raritas…- mire a Zack por unos segundos –Además de vivir con un lobo- tome otro poco de mermelada y sonreí de lado al ver como Nathan se enredaba en la alacena sin saber qué hacer. Lo miré fijamente aguantando la risa al escuchar sus palabras de disculpa sobre el hecho de que no sabía cocinar para finalmente reír cuando miro a Zack sugiriendo que si algo salía mal él se lo tragaría todo.

-Tranquilo yo cocino- dije apartando la mermelada y sacándolo con un pequeño empujón de la alacena para revisar que podría hacer que le gustara a Nathan. Mientras tanto retome la conversación sobre vivir o no con una mujer, o mejor dicho, conmigo.

-Sabes, cuando era adolescente me fui a vivir con Sophie por un tiempo. Era la primera vez que vivía con alguien además de mi familia. Y me fue genial porque ella me entendía demasiado, sabia como era y me respetaba. La verdad es que tenemos cosas en común y ella hizo muchos sacrificios por mí-

Tome un paquete de arroz y varios vegetales mientras buscaba algo de carne.
-Si yo decidiera venir a vivir contigo, ¿sería la primera vez que vivirías con una mujer de mi edad?- pregunte en lo que encendía el fuego y colocaba el arroz en una cazuela. Luego me gire por unos instantes y lo mire a los ojos:
-¿Te has enamorado alguna vez Nathan?-