Nathan & Claude [Cabaña Leigh/Yule 2010]

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-Claude, mi nombre es Claude- respondí de forma automática como otras tantas veces a su pregunta sin embargo por primera vez en ocho años desee decir mi verdadero nombre.

- Esta bien- conteste respecto a la sugerencia de su usar su propia ropa, parecía amable y eso me ¿sorprendía? O me……… - Espera!- solté al sentir que me tomaba entre sus brazos. Me sentí incómoda y extraña a la vez, no me gustaba tanta intimidad con alguien al que acababa de conocer, no me gustaban los contactos físicos de aquel tipo, tuve que armarme de paciencia para no agredirlo y separarlo de mí, al fin y al cabo me estaba haciendo un favor y yo estaba en su territorio.

Mi lobo por su parte gruño por lo bajo durante todo el camino hasta donde supuse era su hogar o ¿cabaña?

Al llegar me solté enseguida, algo incomoda me aparte de él suspirando por lo bajo.

-¿Aquí es donde vives?- pregunte para no pensar en lo ocurrido mientras Zack se colocaba a mi lado, con mirada de desconfianza.

"No, no le pareció", deducí por sus ojos que parecían que sacaban chispas, sin embargo no la bajé. La cargué hasta que estuvo a salvo dentro de mi casa. Era un absoluto hecho que mi acto de caballerosidad no le gustó para nada. Torcí la boca y le observé callado, me sentí ofendido.

Medité varios segundos su pregunta, la respuesta era obvia, levanté levemente una ceja, casi imperceptible y le sonreí amablemente, armándome de paciencia.

-Si, aquí vivo. No es la gran cosa, pero tiene calor de hogar -comenté manteniendo la distancia que ella había puesto. Miré al lobo, tener que compartirla con un animal me molestaba. Pero, compartirla?. Estaba pensando en ella formando parte de mi vida. Fruncí el ceño y le miré de reojo antes de encaminarme hacia mi recámara.

-Siéntete como en casa, aquí está la recámara -le señalé con la mano -puedes tomar lo que mejor te parezca, asearte en el baño y cuando estés lista, me encontraras allá afuera esperándote -le solté sin detenerme. Le volví a sonreír y me encaminé hacia la salida.

-Tómate el tiempo que gustes, y te reitero, estás en tu casa, Claude -me aventuré a llamarle por su nombre, acto seguido salí de mi propia casa y cerré la puerta tras de mi.

“Si, aquí vivo. No es la gran cosa, pero tiene calor de hogar “

Noté que quizás aquel hombre o Nathan, al fin y al cabo ya me sabía su nombre, había tomado mal mi pregunta. Tal vez pensó que su hogar para mi seria ¿insignificante? Bajé la cabeza mirando alrededor mientras distraídamente acariciaba mi brazo derecho. Si él supiera que yo nunca había conocido la palabra hogar a pesar de haber nacido en una mansión llena de lujos, de hecho la última vez que sentí algún lugar cerca de llamarlo “hogar” fue en mis tiempos de adolecente cuando viví con una persona que me enseño más amor del que mi madre nunca llego a demostrarme.

-Gracias- agregué educadamente cuando me ofreció su recamara y sus cosas. Lamentaba mi reacción anterior a pesar de que ahora Nathan tenía un aire de ¿enfado? Me estaba ofreciendo lo mejor de sí.

Voltee mi cabeza cuando sentí el golpe de la puerta detrás de él, sin querer mis ojos se quedaron fijos en la madera por unos instantes hasta que pestañee y suspire bajo.

-Creo que ya se enfadó- comente hacia mi lobo el cual dio vueltas sobre sí mismo y se agacho en un rincón.

Volví a mirar a mí alrededor, me gustaba aquel lugar, era sencillo y se respiraba un ambiente diferente allí. Cruce mis brazos y lentamente me acerque a la recámara en la cual tome una gran bocanada de aire para sentir dentro de aquella habitación la esencia y el olor de su dueño.

-También puedes sentirlo ¿verdad?- pregunte hacia la bola de pelos blanca que se encontraba agachada pero solo recibí un gruñido de indiferencia.

Sonreí para mis adentros y me acerque a su armario, no quería invadir la privacidad de Nathan. Tomaría lo menos posible y en aquel momento solo se me ocurrió una camisa azul que percibí entre su ropa.

Acto seguido entre al baño retirándome la blusa blanca manchada de sangre para soltarla sobre la baldosa, observando que donde anteriormente había una herida ahora solo quedaba una pequeña cicatriz que sanaría en dos días.

Retire con agua los pocos restos de sangre sobre mi piel y me coloque la camisa de Nathan procurando ajustarla a mi delgada figura lo más que pude. Me gustaba su olor…..no sabía porque.

Salí nuevamente a la sala y realice un movimiento de cabeza para que Zack me siguiera, abrí la puerta que había sido cerrada y me encontré con Nathan fuera como él había dicho.

-Es muy bonito tu hogar- mencione acercándome a él – Perdona si te ofendí de alguna forma, yo…a veces suelo reaccionar de forma extraña hacia ciertas cosas. Me entenderás cuando me conozcas mejor, espero poder ser tu amiga-

Una vez fuera de mi casa, pude pensar de nuevo. Quizá mi reacción fue exagerada, ella no me conocía y yo quería que me tratara diferente. Sacudí mi cabeza confundido. Era ya un hecho, que éstas mujeres podrían traer el equilibrio que nuestra magia necesitaba, pero nos sacarían de nuestras rutinas. Eso lo deducí solo al interactuar con ella estos minutos. Suspiré derrotado, si ellas eran nuestra perdición pues... ¡Bendita perdición!.
Entre tanta deducción, la idea de que ellas estaban completamente destinadas a ser parte de nuestra vida, no solo como las hechiceras que manejaran nuestra magia, sino como nuestras compañeras, nuestras almas gemelas... Me estremecí y miré al cielo, pues yo anhelaba mi alma gemela desde hacía tiempo.

No pude evitar mirar de vez en cuando a mi puerta, imaginándome cómo ella pasaba sus manos sobre mis pertenencias. Sonreí ampliamente, esa idea me fascinaba.

El tiempo que pasó dentro, ella sola, me pareció poco. Cuando menos lo esperaba, abrió la puerta y me dio alcance, disculpándose de cosas que no tenía porqué. Le dejé hablar sin interrumpirla y cuando terminó le sonreí.

-No te preocupes, soy un poco bruto y brusco para tratar a nuestros invitados. Y creo que te comprendo... -agregué y guardé silencio un par de segundos. -¿Estás lista para ver a tus amigas o quieres esperar un poco más? -pregunté inmediatamente. Luego caí en cuenta que me había saltado una propuesta de ella, lo hice porque yo no quería ser su amigo. Suspiré pesadamente y le observé meditativo.
-Espero llevarnos bien -contesté sonriente.

-Sé que así será- respondí ante su comentario de llevarnos bien. Me había gustado quedarme allí conversando con Nathan, descubriendo quien era realmente pero había un llamado que no podía esperar por más tiempo: mis hermanas.
-Porfavor, ya estoy lista, llévame con ellas- susurre con un toque de ansiedad en mi voz, tenía ganas de verlas, de tocarlas, de saber que estaban tan cerca de mí.
-Zack- menciona para que mi lobuno amigo se colocara a mi lado y espere por las indicaciones de Nathan.
Sin embargo por una cuestión de segundos voltee mis ojos hacia la cabaña, quería recordar su ubicación exacta para el futuro próximo. Quería regresar aquí.

Sentí que algo cambió en mi interior cuando ella confirmó que quería llevarse bien conmigo. Una ola de esperanza invadió mi ser. Le sonreí ampliamente y la mantuve aún que sentí que la perdía, algo estúpido porque no era así, solo pedía ser llevada con sus hermanas. Asentí rápidamente y le hice señas para que me siguiera hasta la cabaña de Miles.

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