Charla de hermanos [Residencia Rondeau/Yule 2010]

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¿Y si Thera ya se encontraba ahí? La había visto elevarse majestualmente al cielo sin poder identificar su rumbo, por lo que al ponerme de pie sabiendo que no podía continuar tirado todo el día allí, estaba en la duda de si encaminarme o no al hogar de mi hermano menor. Sabía que era ahí el punto de encuentro de las hechiceras.
"Increíble" me mofé de mi mismo "Ahora una mujer me da miedo". Pero no era miedo, supongo que es comprensible que uno no quiera encontrarse tan pronto con la mujer con la cuál acaba de tener un encuentro íntimo con un final que prometía ser glorioso y terminó como un balde de agua fría echado sobre la cabeza. Así que cuando llegué a unos metros de la casa de Myles silvé, para que pudiera reconocerme, y luego caminé lentamente hasta mi propia casa. La que había pertenecido a mi familia por generaciones. Lo esperaría ahí, para hacerle las debidas preguntas y rescatarlo también de su rol de anfitrión. Seguramente esas mujeres lo estaba volviendo loco.
Subí la escalera con pasos lentos, revolviendo mi cabello tratando de liberarme de la tensión que me afligía el cuerpo. No, no era tensión, era algo similar a la incomodidad. Sin paradas, me dirigí hacía el bar para servirme el trago más fuerte que encontrara. Cuando la bebida calentó mi sangre, recordé instante previos en los que había vivido una experiencia semejante. Deseché ese recuerdo sin más, a fuerza de voluntad.

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Mientras caminaba por el bosque en dirección a la casa familiar en mi mente se sucedían las imágenes de lo ocurrido durante todo el dia, habíamos esperado tanto su llegada que a pesar de haberme pasado medio dia de anfitrión me costaba asimilar que ya estaban aquí. Su llegada había sido apoteósica pero no esperaba menos, cada una era distinta al menos las que había conocido, donde se habrían metido las que quedaban.

Mientras subía las escaleras de la casa mi mente visualizaba la cena que les había dejado, esperaba que fuese bastante para todas. Me quede paralizado en la puerta contrariado por mis pensamientos, unas pocas horas en convivencia con ellas y me había convertido en un preocupado amo de casa. Maldije en voz baja mientras abría la puerta – ¡Lucien! – grite para que reparara en mi llegada aunque creía saber donde estaba, me encamine al bar y no erre – ¿me has llamado querido hermano? - dije a modo de saludo burlón.

-Solo quería rescatarte de ese nido de brujas- contesté secamente.
Serví otro vaso para él y se lo entregué cuando pasé a su lado, para luego sentarme en el sofá de la sala para admirar la arboleda que se veía desde el gran ventanal. Los almohadones se hundieron a mi espalda, mientras reposaba un brazo en el respaldo.
En esa casa nos habíamos criado de niños, Myles y yo. La había construido uno de los primeros Rondeau de nuestro árbol genealógico, siendo conservada por los descendientes de las generaciones siguientes. Al mudarse Myles a su propia cabaña, el hogar familiar había quedado bajo mi responsabilidad por ser el primogénito. Las habitaciones eran demasiadas según mi criterio. Pero habían sido pensadas en lo numerosa que solía ser la familia Rondeau, cualquiera fuera su siglo.
Éramos uno de los pocos druidas de sangre que quedaban en la isla. Los jóvenes emigraban con las estaciones, a veces para no volver nunca más, y los aventureros arribaban a la costa cada tanto. Conformábamos el grupo de guardianes al igual que otros emigrantes y mestizos. Nunca pretendí ser un ejemplo a seguir para nadie, pero procuraba ser un digno hijo de esta tierra y que Myles se guiara en esto para que también lo fuera él. Lo que más odiaba era a la gente que se marchaba de la isla desmereciendo todo lo que habían disfrutado de ella; odiaba que no estuviesen aquí para luchar con nosotros para mantenerla con vida.
-¿No te estaban volviendo loco esas hechiceras?- pregunté, apostando que él conocía más de las que yo había visto.

Acepte gustoso el vaso que me ofrecía Lucien, no me había dado cuenta cuanto me había trastornado la llegada de las hechiceras hasta ahora, que había abandonado su presencia y podía reflexionar sobre los sucesos del día – y no sabes cuanto te lo agradezco – le conteste apoyándome contra la pared de la chimenea, en ese momento era incapaz de sentarme cómodamente en el sofá como hacia mi hermano, una especie de inquietud se había apoderado de mi y la visión de mi antiguo hogar que me ofrecía aquella posición me ayudaba a tranquilizarme.

Bebí un poco y me quede mirando la casa, a veces echaba mucho de menos los ratos pasados allí en familia, cuando los tiempos eran felices y la isla y sus habitantes no estaban en peligro. Había estado un tiempo alejado estudiando pero siempre había añorado volver, no me lo pensé dos veces cuando Lucien me fue a buscar, como buen hermano mayor me había inculcado a su manera el amor por nuestros orígenes.
- Si, sin saber como me encontré haciendo de atento anfitrión para ellas, les prepare la cena y las insté a sentirse como si estuvieran en su casa – dije sorprendido yo mismo de mi extraño comportamiento servil pues no acostumbraba a ser tan atento.
Negué con la cabeza confuso, bebí otro trago y mire curioso a mi hermano – Loghan, Jake y Esteban aparecieron en mi casa acompañando a las hechiceras, pero cuando me llamaste no apareció ninguna, ¿dejaste a Aidan y a Nathan solos ante el peligro y te fuiste sin hacer de anfitrión a ninguna? – le pregunte sonriendo mirándolo con atención.

-Son hechiceras, Myles, tienen la capacidad de manipularnos a su voluntad. Ya sabes, su magia es muy poderosa- intenté que eso sonara a broma, al verlo tan sorprendido por su propia conducta. Pero me pregunté si es que a mí una de ellas también no me había lanzado un conjuro. No me reconocía en el hombre de unas horas antes, en parte si, no obstante, nunca era tan irresponsable.

Me quedé en silencio unos incómodos minutos. Simplemente permanecí con la boca cerrada y Myles se quedó esperando a que le respondiera. Al final, le dije una verdad a medias:
-Si hice de anfitrión. La acompañé un trecho.- le mantuve la mirada como para dejarle en claro que no mentía. Suponía que la inexpresividad en mis facciones me ayudaban a no delatarme.
Éramos hermanos, claro, pero no podía decirle así sin más "Si, me la tiré en el jardín mirador luego de un par de minutos de conocerla. Fue breve pero estupendo". Ese no era el tipo de cosas que estaba acostumbrado a confesarle a mi hermano menor. Dejé mi vaso vacío sobre la mesa baja y me levanté del sillón sacudiendo el polvo que todavía estaba adherido a mis pantalones.
-¿No quieres quedarte aquí esta noche?- le pregunté encaminándome a la escalera-Me da miedo tantas brujas juntas, uno nunca sabe si no se aparecerán en la noche a cortar nuestras cabezas- me reí, y con el pie en el primer escalón, volteé a verlo.-Es broma, no me hagas caso, es que seguro que esta noche a tu casa no te dejan entrar.
Subí el resto de los escalones con desgano, dirigiéndome a mi dormitorio que en otro tiempo fue el de mis padres. Me tumbé en la cama de espaldas, y me quedé largo rato contando las vigas del techo.

Le lance una mirada de guasa a mi hermano ante su broma – si, hay que tener mucho cuidado con ellas no vaya ser que nos pillen con la guardia baja y nos hechicen – le dije siguiendo con su humor.

Lo mire con perspicacia al oírlo contestar tan escuetamente a mi broma, Lucien estaba totalmente inexpresivo pero justamente eso fue lo que hizo que mi mente elucubrase más aun, pero lo conocía bien y aunque él siempre me veía como su hermano menor y cuidaba que decía para no darme mal ejemplo yo intuía que algo había pasado pero solo el tiempo me lo diría, pues el druida que tenia delante antes dejaría que le partiese un rayo que confesar la verdad.

Divertido por ese pensamiento me tome el ultimo trago de mi bebida y lo deje en la repisa por la mañana ya me encargaría de limpiarlo y recogerlo, por hoy ya había sido bastante. Me gire justo cuando Lucien hacia lo mismo, telepatía fraternal, medite por un momento su propuesta y reí a carcajadas con su broma, me di cuenta que tenia razón además no quería interrumpir el reencuentro ni la charla intima de las brujas, así que me encamine a la escalera – gracias hermano, me quedare, recordare viejos tiempos durmiendo en esta casa – le di una palmada en la espalda a modo de agradecimiento y seguí su camino escaleras arriba rumbo a mi antigua habitación. A cada paso la nostalgia me invadía, había estado muchas veces en la casa desde que me había mudado pero no había vuelto a dormir en ella desde los tiempos de mis padres, con recuerdos del pasado cruzando mi mente me dormí profundamente gracias al cansancio por todo lo ocurrido ese día.

fdr: no puedo creer que no postease aqui!!!! juraba y perjuraba que este rol ya estaba cerrado, bueno más vale tarde que nunca XD.