Diana Montblac Fecha de Nacimiento: 23 de mayo 1985. (27 años)
Signo del Zodíaco: El espino.
Habilidades/capacidades: Di siempre fue de carácter temperamental, por eso su potencial mágico se canalizó a través de reacciones naturales: vientos, lluvias, terremotos, olas. Era como si su energía, sea negativa, positiva o equilibrada, pudiera fundirse con la naturaleza. A lo largo del tiempo, aprendió a conectarse con la madre naturaleza para que esta obedeciera sus dictados, esto se debía también a la faceta manipuladora de la personalidad de Di, que la llevaba a influir en todo lo que estuviera a su alcance, sean personas, cosas o la naturaleza misma.
Rasgos físicos: Diana es una belleza curvilínea de estatura media y espesa cabellera oscura, que le gusta peinar con sus dedos al hablar y que agita con ademán principesco al vaivén de sus pasos, como lo hacía de niña. De su madre heredó -o mejor, aprendió- el porte y el andar de una orgullosa príncesa. Si es receptora de miradas no es precisamente por sus rasgos, pues con toda sinceridad, hay mujeres con rasgos más delicados y llamativos, pero ella es incapaz de pasar entre la gente sin tener que exigir su atención. Su mirada verde se mantiene tibia cuando sus labios rosados se curvan en una sonrisa de fingida alegría o en un mohín de disgusto; se enfría cuando conservando su sonrisa, algo no es de su agrado. Nunca se debe buscar una respuesta en su mirada.
Rasgos psicológicos: De naturaleza temperamental, Diana reprime sus emociones y mantiene la calma cuando todo hierve en su interior. Le enseñaron que los sentimientos son una herramienta de manipulación, y sus experiencias en la vida, lo confirmaron. Cuando uno tiene un sentimiento ligado a un objeto o una persona, eso mismo lo hace vulnerable. Ella no desea ser manipulada por nadie. Por eso su máxima es el ataque como defensa: es de carácter manipulador, le gusta tener las cosas bajo su control e influir en los demás para sus intereses propios.
Se muestra indiferente cuando en realidad es una observadora; finge poco interés en algunas cosas, por lo que se desliga de muchas responsabilidades, y sin embargo, es de las que sin pedirselo, actúa por su cuenta haciendo sus aportes. Es una líder nata, por lo que odia obedecer a otra persona, y si ella se encuentra al mando, puede ser muy exigente y autoritaria.
Diana siempre está evaluando los pros y los contras de una decisión o acción; buscando el beneficio, lo conveniente, lo mejor. Para sí misma. Y si incluye a alguien más en su lista, es a personas realmente importantes en su vida.
Orígenes:Nació un 23 de mayo de 1985, en una mansión a las afueras de Inglaterra. Era el hogar familiar, herencia de sus ancestros maternos. Ese lugar fue su mundo en sus primeros años de vida, cuando su padre se despedía a los pocos días de regresar para viajar a países remotos dejándolas a Diana y a su hermana mayor, Claude, bajo el cuidado de su madre, famosa músico que viviendo en la misma casa, mantenía una distancia de leguas entre su corazón y el de sus hijas.
La pequeña Di admiraba a su madre, bella y elegante, y como toda niña ante una madre exigente, ella esperaba cumplir sus expectativas. Su conducta se moldeó a las máximas impuestas, y aún así, nunca alcanzó lo esperado. Su madre manifestaba constantemente la decepción que sus hijas representaban para ella.
Pero su educación fue un éxito. Diana era todo lo que se había esperado de ella, una príncesa hechicera orgullosa de su linaje y defensora de las ideas puristas de su familia, manipuladora y de emociones controladas. Sus sentimientos nunca influían en sus decisiones; los ignoraba. No obstante, ella creía en el criterio de su madre, y se sobrexigía para perfeccionarse, comparándose con su hermana mayor que si bien no poseía el carácter materna, si heredó la belleza. Competía con ella por el amor de sus padres. Claude representaba para ella un estorbo; un miembro innecesario en su familia. No le tenía aprecio alguno, se decía, le era indiferente y cuando no lo era, la odiaba. Porque Claude le devolvía el mismo trato; Diana sabía que su existencia era irrelevante para su hermana. Ella permanecía sumergida en su mundo de melancolía y soledad, sin un puente que conectara los mundos de ambas.
Entonces su padre vino a buscarla. Se la llevó con él por varios años, y conocer el cariño paterno, le permitió descubrir que los intentos por ganarse el aprecio de su madre fueron en vano. Su madre no era capaz de querer a nadie más que a sí misma. Pero con su padre también aprendió lo que era la traición al cariño: él la regresó a Inglaterra. Después descubriría que su marcha no se debió a una inesperada manifestación de amor por parte de su padre, sino a mantenerla alejada de la crisis de su hermana que había intentado suicidarse. Volvió cuando sus padres consideraron que Claude había superado esa crisis.
Fue registrada en la Academia, recibiendo una sorpresa: su hermana quería saber de ella. La desconfianza inicial y el dolor por el nuevo abandono de su padre, impidieron que Diana permitiera a Claude acercarse. El tiempo acomodó las piezas en su sitio. Formó una orden de hechiceras con sus amigas, entre las que se encontraba Claude. No pensó que eso pudiera desencadenar tantos males futuros.
Cuando debieron escapar, Diana lo hizo. Olvidó los principios aprendidos de su madre, negó su linaje y abandonó el hogar. Dejó atrás a sus padres, pues la distancia con ellos era insalvable de todas formas. Por primera vez se sintió segura del lugar al que pertenecía, a la gente a la que le debía lealtad y los rasgos de su carácter se enfocaron según una nueva regla: sobrevivir. Y velar por la supervivencia de ellas.