Evan Halley D´Vartan Fecha de Nacimiento: 4 de Abril de 1996
Signo del Zodíaco: El Aliso
Habilidades/capacidades: Visualizar el pasado puede ser algo bueno o malo según lo que se vea, por lo pronto Evan no domina completamente su capacidad y por lo tanto ve cosas que no quisiera ver.
Rasgos físicos: Es una chica alta, esbelta, de ojos preciosos enmarcados por unas cejas sugerentes. Su piel no es pálida como la de su familia materna sino algo más dorada pero tiene algunas pecas en la espalda y se notan pues son doradas.
De cabello oscuro y bastante largo, sus labios no son sugerentes, si sugirieran algo sería misterios pues son delgados y delicados.
Sus rasgos en general son bastante clásicos y de formas suaves. Quienes la conocieron se darán cuenta al momento, Evan es idéntica a su abuela paterna, por el momento sólo ella lo sabe.
Rasgos psicológicos: Graciosa, más entusiasta que su madre y menos impulsiva. Por lo general suele pensar bastante las cosas antes de hacerlas y aunque no sean sus problemas suele darle vueltas y vueltas a las cosas. Le gusta analizar cada cosa despacio, aunque a veces lo manda todo a la mierda.
Tiene bastante carácter y una autoestima que puede hacer a otros alzar las cejas pero agradable y un pelín medio loca... cosas de familia. (xD)
Orígenes: Sus primeros recuerdos naturales son de los tres años cuando conoció a su madre, obviamente con sus dones la reconoció al instante y simplemente pasó a llamarla mamá, por lo que gracias a dios no le quedaron traumas. Juntas pasaron poco tiempo luego de los ataques que sufrieron su mamá y su tía su tío le llevó a salvo a Rumanía con sus abuelos maternos.
Fue una chica típica de las que viven con sus abuelos, ellos corrigieron los errores que hicieron con sus hijos y Raphe era su tío y padrino así que el año que pasaron solos no fue tan malo.
Al otro año llegó Anastasia, su mejor amiga, su hermanita del alma. Una y otra aunque tenían años de diferencias entre ellas se hicieron inseparables. Entre las dos superaban lo que necesitaban de sus madres y las confidencias las hacían reir y vivir mejor los momentos.
Cuando llegó la carta de su mamá quería ir ella misma pero entendía las preocupaciones de Raphe, claro que una vez que se dió cuenta de que Ana se iba la idea de La Orden de la que tanto hablaban en casa le dio la solución que necesitaba. Intercambió medallones con Anastasia y se preparó para esperar el momento de ver a su madre aunque tuviera que apresurar las cosas y sin pensar en el peligro. Sus abuelos estaban de acuerdo con ella. Había que hacer las cosas y a ella le sobraba carácter.