La Orden del Arbol Sagrado
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Aidan Von Savage
Lucien Rondeau
Loghan Couronne
7 participantes
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Loghan Couronne
Druida
Druida
Loghan Couronne


Fecha de inscripción : 21/12/2010

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MensajeTema: Conoce nuestra historia - Consejo de Druidas   Conoce nuestra historia - Consejo de Druidas EmptyLun Ene 31, 2011 11:54 am

Capitulo I

La Tierra del Árbol Sagrado es un hogar; una isla perdida en la inmensidad del mar, alejada de las ciudades donde se ha perdido toda inocencia, y la poca que queda se corrompe con el tiempo. La Luna se esconde tras mantos de niebla para no ver como en barrios bajos de Francia –mi ciudad- un mendigo tiembla de frío al procurar el sueño en un incómodo banco del parque o como una chica de labios carmesí aprende que la virginidad vale el dinero necesario para pagar la renta. Mientras unas cuadras más arriba, en una noche de celebración sin sentido, caballeros de esmoquin y damas con joyas en sus perfumadas gargantas, chocan sus copas en un brindis por la fortuna que comparten; cruzando entre sí miradas de hipocresía y escondiendo sus secretos de codicia.
Cuando mis pies descendieron de la barca para pisar la arena de las costas del que sería mi refugio, el hogar tan arduamente buscado y finalmente encontrado, todo en mi delataba que estaba fuera de lugar. Era un irbis en plena selva, leopardo de las nieves que vagaba entre la humedad y el calor que se levantaba de las entrañas de la tierra, a merced de las bestias que habitaban el mismo entorno. Pero yo era un exiliado; y la Tierra del Árbol Sagrado era el templo que me daba la bienvenida pidiéndome solamente que me adaptara y que aprendiera a sobrevivir a sus reglas.

En Londres me dedicaba al negocio de los transportes; estudié Ciencias Económicas en la universidad, siguiendo con el legado heredado de mi padre y mi abuelo. August Couronne, un hombre que había logrado forjar una fortuna partiendo de la nada, por medios honestos y no tanto, al alcanzar la ancianidad entregó todos sus bienes al buen criterio de su primogénito, y desapareció. Macus Couronne, por su parte, incrementó esta herencia y sabiéndome su sucesor, aplicó en mi educación la misma disciplina y el rigor que ocupaba en sus negocios, para que fuera moldeable y adaptable a su imagen y semejanza. Lo consiguió en su mayor parte.
Estaba a punto de consagrarme como el hijo modelo, a solo doce horas de ser nombrado oficialmente el nuevo presidente de “Couronne INC”, cuando tras una noche de juerga de jóvenes millonarios, bebido como estaba encontré a mi prometida Felicity Harrintong, con uno de aquellos que se hacía llamar mi amigo. No la amaba; pero esa acción me dejaba en claro que tampoco podría nunca respetarla. No me importó en su momento, pero mi mundo se derrumbó cuando al día siguiente, mi padre me comunicó que mi nombramiento se demoraría unos meses, pues el consejo no se encontraba a favor de esa decisión y no podíamos arriesgarnos a enfadarlos. Bebí tanto que a la medianoche, sentado en la vereda del edificio donde vivía, un anciano desconocido se acomodó a mi lado y me hizo una propuesta.

Mi padre me expulsó de la casa, de la empresa familiar y de Francia incluso, por atreverme a comunicar que pensaba seguir los pasos de mi abuelo. Si decidía irme, no había pasaje de vuelta. Pero hacía tiempo que sentía que no encajaba en esos círculos de amistades falsas y que no eran míos esos sueños de triunfo empresarial. Me marché.
Mi abuelo estaba agonizando, por eso fue a buscarme a Toulouse; una fiebre se expandía por la isla, afectando a todos sus habitantes, entre los cuáles se contaba él. Necesitaba alguien que mantuviera aquello por lo que había velado en secreto tantos años, su verdadero hogar. Alguien de su misma familia, para que la sangre druida Couronne no se perdiera en el olvido y porque nosotros teníamos fuera de la isla, un poder que podía servirnos en el caso necesario: dinero. Incluso los sueños necesitan un respaldo financiero, me dijo.
Comenzando conmigo, formó un grupo de nuevos druidas jóvenes, para que preservaran el legado y la obligación de hacer renacer la Tierra del Árbol Sagrado. Falleció poco después.
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Lucien Rondeau
Druida
Druida
Lucien Rondeau


Fecha de inscripción : 22/12/2010

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MensajeTema: Re: Conoce nuestra historia - Consejo de Druidas   Conoce nuestra historia - Consejo de Druidas EmptyLun Ene 31, 2011 12:03 pm

Capitulo II

Para mí, no existe mundo más allá del mar que rodea a la isla del Árbol Sagrado. Las tierras que se extienden después del horizonte son ciudades civilizadas que no aceptan a bestias salvajes como yo; aunque busque perderme entre las personas que caminan por sus veredas, las multitudes que se aglomeran en cada edificio, sobresalgo por ese algo que me identifica como amante de la naturaleza, esa aura de rebelde e indomable que me gusta presumir. Los años que pasé vagando por la ciudad de Londres fueron una falsa, un error,… mi lugar es esta isla donde mi madre me dio la vida, donde mi padre me enseñó las costumbres de la cultura druida. Donde aprendí a desenvolverme como un depredador en su tierra; donde mis padres gastaron inútiles esfuerzos en educarme con buenos modales, pero porque crecí en un estado salvaje me permito ser yo mismo, con mis tantos defectos y mis escasas virtudes.
Mi padre era uno de los últimos descendientes de antiguos druidas, pupilo del abuelo de Loghan, que tuvo la buena fortuna de unirse en matrimonio con una muchacha –una de las pocas que había- que si bien no era en línea directa heredera de dones de hechiceras druidas, también se había criado en esta tierra. Con ella, mi madre, formaron una familia con dos hijos, mi hermano menor Myles y yo. Ellos fueron una de las primeras víctimas de la fiebre que actuó como disparador de esta crisis que atravesamos en la isla, que nos obligó a ejecutar la medida extrema de llamar a extrañas para mantener viva la magia de nuestra tierra. Sin ella, y si nosotros morimos sin descendientes, esta isla se perderá en el infinito terreno del océano. Las necesitamos para rescatar la magia druida del olvido, para encontrar a los druidas que ignoran de su don y viven sus vidas lejos de su verdadero hogar.
Eso sucede cuando la sangre druida se mezcla con extranjeros. Creer que los nacidos en esta tierra vivimos confinados en los límites de la isla, es una equivocación típica y no por ello deja de parecerme estúpida. Hace siglos mantenemos contacto con los puertos cercanos, ellos ignoran la existencia de la isla por lo que les resultaría casi imposible hallarla si se lanzan a la mar. Pero nosotros si sabemos de ellos, llegar hasta su puerto es un viaje sencillo de un par de horas. Con mis padres fui varias veces, sin embargo, fue al llegar al final de la adolescencia cuando me radiqué en Londres para cursar mis estudios, obsequio del todopoderoso August Couronne. Así comenzaron mis años de descontrol, de fiestas interminables, de chicas, donde me intoxiqué de todo aquello que desconocía, que pertenecía al propio salvajismo que cualquier ciudad no puede ocultar completamente en callejones oscuros. Esas calles nocturnas iluminadas por farolas fueron participes de mis horas de juergas, y las pizarras de la universidad testigos de mi pereza en los estudios.
Ella era una dulce tentación, un veneno con sabor a miel; prolija compañera que me pasaba los deberes que yo me salteaba en clase, que escondía su verdadera esencia de chica atrevida y alocada tras la fachada de recatada hija con buenas notas para enorgullecer a sus padres. Era la buena y bonita señorita que cayó en manos de la bestia, según los demás. Porque me casé con ella después de cuatro meses de noviazgo. Mi estadía en la gran ciudad se vislumbraba permanente, asido con fuerza por mi persuasiva joven esposa. Lo que al principio pareció una locura, después se convirtió en el tormento de locos. Los desafíos de temperamento y los arranques celosos se tornaron verdaderas discusiones que llegaban hasta los gritos. La fidelidad nunca fue uno de mis valores favoritos, nunca lo respeté ni tampoco comencé a hacerlo después del matrimonio; ella por su parte era egoísta y vanidosa. Yo podía abandonar el departamento en medio de la noche prometiendo a gritos no volver, y sin embargo, al anochecer del día siguiente me encontraba atrapado en su embriagadora forma de amar. Dos años duró esa relación; cuando me enteré que la fiebre asechaba mi hogar me largué, busqué a Myles que cursaba su carrera de medicina y regresé a la isla. A los pocos meses de marcharme volví a Londres para firmar los papeles de divorcio. El error que yo cometí, también fue la equivocación de muchos otros druidas que fueron seducidos por los extranjeros. Al abrirse un puente entre nuestra isla y las ciudades no solo se les estaba brindando a los jóvenes la oportunidad de conocer otras realidades, sino también la de perderse en ellas. La Tierra del Árbol Sagrado paulatinamente se fue quedando sin habitantes, cuando yo nací todos conformábamos una gran familia, no una sociedad. Las sangres se mezclaron, pocos extranjeros se animaron a vivir en la isla, la mayoría sedujo a su pareja con lujos de la civilización. Georgia nunca entendió o no le importó el significado de mi lugar.
Mis padres fallecieron a los pocos meses de mi regreso, con solo unos días de diferencia. En su lecho de muerte, August se encargó de dar a su nieto las órdenes y consejos para preservar la tierra druida. De un total de cuarenta personas, sobrevivimos menos de diez. Los hombres druidas jóvenes que quedamos nos unimos para llamar a quienes creemos nos podrán ayudar a despertar la magia que agoniza. Las descendientes de hechiceras druidas, con dotes solo reservados para mujeres que complementados con los nuestros, nos darán el poder necesario para salvar esta tierra. Ellas también están perdidas fuera de la isla. El resto de los sobrevivientes de la fiebre son contados niños y dos mayores que regresaran en cuanto reciban nuestra llamada. En el caso de que no podamos conseguir nuestro propósito cada uno deberá buscar su propio lugar en el mundo.
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Aidan Von Savage
Druida
Druida
Aidan Von Savage


Fecha de inscripción : 21/12/2010

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MensajeTema: Re: Conoce nuestra historia - Consejo de Druidas   Conoce nuestra historia - Consejo de Druidas EmptyMiér Feb 02, 2011 5:06 pm

Capítulo III

En mi tierra, en las montañas de los cárpatos un muchacho no es un hombre hasta que no entiende la naturaleza que lo rodea, y un hombre no está completo hasta que no encuentra a la mujer que lo complementa.
Allí cada hombre toma a su dama joven, muy joven. Sin embargo no hay equivocación posible, es algo que sentimos al momento de verla y ella educada en esa misma búsqueda se siente honrada cuando el hombre la toma para él, ella sabe que buscar, esa luz que solo las almas pueden ver.
Que el hijo del jefe del clan no encontrara jamás a su complemento fue una desgracia para mi pueblo y trajo la vergüenza a mi familia. No hubo una dama que sintiera nada por mi y yo a mi vez jamás conocía ninguna que trajera la luz a las tinieblas en las que vivía. Para ser un pueblo que vivíamos bajo nuestras propias normas podíamos ser testarudos en muchas otras. Aunque he viajado jamás conocí mujer, intenté convencer a mi familia y a mi pueblo de que lejos de allí la vida era distinta; nada cambió... para ellos yo era un maldecido.
Lejos intenté comenzar nuevamente, con mis conocimientos sobre los animales heredados de mi pueblo me dediqué a cuidarlos allí donde fuera. Mi único objetivo era alejarme y buscar un lugar donde podría vivir amando la naturaleza. Cada año regresaba a la aldea, pero cada día que pasaba allí la oscuridad dentro de mi crecía.
Con cada año mi lucha crecía, la intensa lucha por no perderme a mi mismo; la tristeza que te invade, la sensación de que jamás lograrás ser feliz. El dolor de no pertenecer.
El día que conocí a Jake Dilconte intentaba alimentarme, llevaba días de caminar solitario sin saber donde me habían llevado mis pasos, finalmente agotado había caido cerca de las orillas de un río donde me encontró. Intenté hacerle saber que no había comido nada porque respetaba demasiado a los animales como para intentar cazar o pescar, pero solo se rió de mí. -Debemos cazar y pescar lo que necesitemos para comer- me dijo. -No podemos intentar frenar la dialéctica alimenticia de la naturaleza. Todos necesitamos de los otros, solo no debemos cazar o pescar sin necesidad, y siempre debemos pedir permiso a las fuerzas de la naturaleza y dar las gracias por ello.- me explicó. Esa noche comimos pescado, no fue un festín, pero era el suficiente para no desfallecer de hambre.
A partir de ese día Jake fue mi amigo, era menor que yo pero su sabduría se la debía a sus antepasados los druidas. Cuando me explicó que pronto se iría a la Tierra donde había nacido su madre, un lugar apartado del mundo, lejos de todos le pregunté si podía seguirle. A partir de ese momento La Tierra del Árbol Sagrado es mi hogar, el único sitio donde mi alma aunque vacía no se oscurece día a día. Aquí conocí a los descendientes de los druidas, e intenté con ellos buscar a las mujeres que harían posible que esa cultura ancestral y esa magia no se perdiera.
Intenté mantenerme al margen de sus espectativas, más cuando empezaron a llegar no pude evitar tener esperanzas para mi. Cada día intentaba ampliar nuestra reserva de animales, cuidar las flores del lugar para que la Isla agradara a nuestras damas... y cada día al caer la tarde me sentaba en los acantilados al oeste de la Isla, y en el momento en que el Sol entraba en el mar rezaba una oración antigua, tan antigua como las montañas de los cárpatos, era una plegaria y una llamada a la otra parte de mi alma. Para esa dama que yo esperaría por siempre.
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Jake Dilconte
Druida
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Jake Dilconte


Fecha de inscripción : 26/12/2010

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MensajeTema: Re: Conoce nuestra historia - Consejo de Druidas   Conoce nuestra historia - Consejo de Druidas EmptyMiér Feb 02, 2011 5:53 pm

Capítulo IV

Para los celtas antiguos, los espirales continuos parecían no tener ningún principio o final, lo que significaba que un ciclo siempre comenzaba cuando otro terminaba. El continuo y expándente movimiento del espiral también simbolizaba la siempre expandible naturaleza de la sabiduría y el conocimiento.
Mi madre había estudiado fuera, en contra de los deseos de mi abuelo un día se fue de La Tierra del Árbol Sagrado. En Florencia se había enamorado del encanto italiano de mi padre y se había quedado con el. Cualquier castigo para un hombre de la isla que abandonara se triplicaba si era una mujer quien lo hacía. Por esto jamás visité la tierra de niño, aunque mi madre había escrito cartas explicándole a mi abuelo como sus nietos parecían haber heredado la magia druida. Mis padres murieron cuando yo era un adolescente y para cuando la madre de mi madre fue a buscarnos porque mi abuelo había muerto yo era un joven que intentaba saber que camino debería seguir.
Los años dividido entre aquella tierra y el mundo de fuera fueron años de aprendizaje, de comunión con la naturaleza. Los hombres de la que fuera mi familia druida habían muerto dejándonos a mi hermano y a mi como únicos descendientes y herederos directos de sus poderes.
Como pescador la luna tenía para mi un significado superior, me indicaba los mejores momentos para mis actividades, comencé a estudiar toda la filosofía y las artes druidas basado en esto. Ellos como yo sentían fascinación por los cruces, los espacios entre dos cosas o quizás la línea divisoria. Cuando me sentaba en la orilla, -entre el mar y la tierra- a pescar sentía la magia del lugar tal como ellos la veían, como un sitio de energía, de comunión de dos mundos.
Conocía a Loghan, a Lucien y su hermano Myles y en mis viajes conocí a Aidan Von Savage, el eslovako más solitario de la tierra, encontré en el a un druida, quizás no por su sangre pero si por su corazón.
Antes de la muerte de mi abuela regresé a la Isla pero ya era demasiado tarde para intentar salvar a alguien de los que murieron, menos a una anciana ansiosa por reunirse con los suyos. No le temo a nada, pero detesto a la muerte, no es nada personal, pero de todos los enemigos que pueden tener los seres ella es la más segura de si misma.
Cuando nuestros guías decidieron buscar a las mujeres que se suponía que evitaran la muerte de nuestra tierra, no estuve ansioso como casi todos, ni mantuve esperanzas ocultas como Aidan. Mi mente estaba centrada en comprender la magia aun creciente de nuestra tierra. Sin embargo no intuía como una de ellas haría que aflorara la magia en mi mismo.
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Esteban Salvatore
Druida
Druida
Esteban Salvatore


Fecha de inscripción : 03/01/2011

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MensajeTema: Re: Conoce nuestra historia - Consejo de Druidas   Conoce nuestra historia - Consejo de Druidas EmptyJue Abr 21, 2011 3:58 pm

Capitulo V

<< -Hipnotízala-
Mire a la chica que habían colocado delante de mí como si fuese una virgen lista para el sacrificio. Era una estudiante de segundo, menuda con unas piernas preciosas y delgada. Con el cabello negro y las cejas negras pintadas de tal modo que daban a su rostro un aire coqueto.
Ella levantó la mirada hacia mí con expresión de perplejidad, como si mi cara fuese un rompecabezas que acabase de resolver y de pronto se encontrase con que le quedaba en la mano una pieza que no encajaba.
Volví los ojos hacia mis compañeros de la Universidad.
-¿Cómo has dicho?
-Que la hipnotices Esteban- repitió uno de ellos -Todo el mundo sabe que lo puedes hacer- >>

Si, cometí muchos errores en mi vida y estudiar psicología social fue uno de ellos, seguido de el estudio de varios libros de ocultismo que me llevaron a obtener un Doctorado en Ciencias que junto a un certificado de aptitud de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas eran el orgullo de toda mi existencia.

Antes conocer esta Isla en donde vivo en la actualidad con mis hermanos druidas me dedicaba a desmentir y avergonzar cada persona que conocía o me ponían delante que decían conocían y practicaban la magia. Demostrando que esta no era más el resultado de nuestras mentes e inmersos trucos que nos jugaba el poder de la ilusión. Sin embargo una tarde de Octubre al cumplir mis 29 años me encontré cara a cara con magia verdadera que provino del ser menos esperado, alguien que hacía muchos años no veía…….mi padre.

El decencia de un largo linaje de druidas que habían huido de la Isla debido a la epidemia que asotó dicho lugar. Gracias a él descubrí todo lo que ahora sé y conozco sobre esta isla. Su historia, su sabiduría y lo más importante…..la razón por la cual salvarla es una de mis prioridades.

Mi padre murió misteriosamente una semana después de haber echo contacto conmigo, las razones las desconozco pero su muerte fue un impulso para dejar mi vida de ateo detrás y comenzar mi verdadera vocación de druida.

El resto de mi historia no es importante, ahora esperamos que aquellas llamadas “hechiceras” nos ayuden a recuperar la magia perdida.
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Nathan Leigh
Druida
Druida
Nathan Leigh


Fecha de inscripción : 02/01/2011

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MensajeTema: Re: Conoce nuestra historia - Consejo de Druidas   Conoce nuestra historia - Consejo de Druidas EmptyVie Feb 03, 2012 4:15 pm

Capítulo VI

La historia de mi pasado es un poco confusa. Pues hasta unos años atrás yo era un simple hechicero que se gana la vida trabajando para el gobierno. A pesar de vivir normalmente, no sentía que encajaba en ese lugar. Fue entonces, que descubrí la verdadera historia de mi nacimiento al encontrarme accidentalmente con el diario de mi madre. Si, lo leí… pero sólo porque estaba dirigido a mi y la manera en que mi madre redactaba, era como si me contara personalmente todo su pasado:

Mi madre, de nombre sin importancia, era una hechicera poco reconocida de Inglaterra. Mi padre, era descendiente de una familia de Druidas de la cual yo desconocía su existencia, hasta ese día.

Según las memorias de mi madre, ella conoció a mi padre un día de verano mientras desayunaba en un conocido restaurante de la ciudad. Ella lo describe como amor a primera vista, se enamoraron y casaron tiempo después… Luego, mi padre la llevó a vivir a la Isla de donde él provenía.

Mis abuelos paternos, no estaban de acuerdo y se encargaron de hacerle la vida imposible a mi madre. No pudieron ser felices en ningún sentido, mis abuelos jamás aceptaron su relación pues según ellos, mi madre se dedicaba a la magia negra. No entendían que había maneras distintas de demostrar y utilizar la magia pues ellos nunca habían pisado otro lugar fuera de la Isla.

Su matrimonio no llegó ni al año pues mi padre desapareció misteriosamente, él, el único que la mantenía ahí en ese infierno y el único que la defendía de mis abuelos. Mi madre soportó sola casi un mes, dejó mensajes ocultos para mi padre por si volvía a aparecer… Y ella abandonó la Isla, regresó a Inglaterra… Sin saber que me estaba esperando a mi.

En Inglaterra crecí como un hechicero normal, hasta que comencé a tener visiones de un lugar extraño. Jamás cuestioné a mi madre sobre quien era mi padre… Tiempo después me arrepentí, ella falleció cuando cumplí 25 años. Ahora tengo 30 años y los últimos 5 años me he pasado investigando de donde provengo exactamente.

Llegué a la Isla, en un principio pensé que había sido porque estaba perdido, tiempo después de vivir aquí, comprendí que fue la magia la que me trajo directo a mi destino. Pues yo, como mis hermanos Druidas, somos descendientes de una comunidad casi extinta… Ahora comprendo todo. Sin embargo, sigo esperando que mi padre aparezca, sé que él está vivo, pero no sé donde.

Ayudé a mis hermanos en lo que pude, aprendí a manejar la magia de manera completamente distinta a la que estaba acostumbrado. He esperado ansioso la llegada de mi alma gemela, si mis padres lo vivieron, yo sé que la mía existe. Y ahora con la llegada de las hechiceras, para mantener viva la fuente misma de la magia, algo en mi interior me hace pensar que una de ellas puede ser para mi. De ahora en más… Mi historia es la que comenzará a escribirse.
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Myles Rondeau
Druida
Druida
Myles Rondeau


Fecha de inscripción : 26/12/2010

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MensajeTema: Re: Conoce nuestra historia - Consejo de Druidas   Conoce nuestra historia - Consejo de Druidas EmptyLun Abr 23, 2012 8:20 pm

Capitulo VII

Tuve el mejor patio de juegos que un niño puede desear me divertí, jugué y me críe en una isla entera a mi disposición. Conté con el mejor compañero de juegos que se pueda imaginar, mi hermano mayor Lucien, tan aventurero o más todavía que yo. Nuestros padres eran la viva estampa de la felicidad y el amor, nos daban todo el cariño, el apoyo y la educación que un niño puede necesitar y eso a pesar de que les sacábamos canas con cada travesura nueva que planeábamos y llevábamos a cabo. Nuestra infancia fue maravillosa pero la vida no es de color de rosa y crecimos, me atrevería a contar que maduramos aunque eso quizás sea mucho decir, nuestra verdadera prueba de madurez fue asistir impotentes a la muerte imparable de nuestros padres y seres queridos. Pero vayamos por partes contare primero los sucesos anteriores.

Un tiempo después de que Lucien se marchase a Londres decidí seguir su mismo rumbo e irme a estudiar medicina, como no con la ayuda del abuelo de Loghan. Durante el tiempo que pase en la ciudad visitaba ocasionalmente a Lucien y Georgia, esa mujer no me gustaba nada, me caracterizo por ser directo y sincero en mis palabras y ella era incapaz de engatusarme como hacia con mi hermano por lo que los choques eran habituales. Yo también tenía mis amoríos por aquella época pero nada serio, tenia alergia al compromiso aunque más bien se trataba de desconfianza, el matrimonio de mi hermano me había influenciado más de lo que estaba dispuesto a admitir. Me costo un tiempo tomar la decisión de marcharme de la isla mis padres se quedarían solos y aunque sabia que estaban arropados por el resto de familia y amigos de la isla y que eran perfectamente capaces de cuidar de ellos mismos la idea de abandonarlos me causaba cierta inquietud, ahora sabiendo el final que tuvieron he aprendido la lección y siempre intento hacer caso a mi intuición.

No olvidare el día que Lucien vino a buscarme al campus para volver a la isla, el viaje fue una agonía y la llegada tremendamente frustrante, se suponía que como medico en ciernes debería haber podido salvarlos pero la fiebre que acabo con su vida era de origen desconocido se necesitaba de meses de investigación para saber de que se trataba y fabricar una cura. La situación era desquiciante sobre todo porque ni todos nuestros conocimientos ni nuestra magia podían combatir la enfermedad. Finalmente cuando lo inevitable paso fui incapaz de seguir viviendo en la casa familiar, demasiados recuerdos por lo que construí con la ayuda de mis hermanos una casa en el bosque en el que tan buenos momentos había pasado en la infancia.
El tiempo paso y llego el momento de unir fuerzas para salvar lo que aun nos quedaba, nuestro hogar, nuestra isla, junto a mis hermanos druidas llamamos a las maestras hechiceras esperando con su ayuda lograr nuestro objetivo, no teníamos ni idea en ese momento como nuestras vidas cambiarían al tomar esa decisión.
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