La primera reunión entre druidas y hechiceras

Luego de dos días de la llegada del hermano de Thera y su protegida, habíamos decido hacer una reunión con todos los habitantes de la isla que al total sumábamos dieciséis personas.

Entre mis hermanas y yo nos habíamos ocupado de preparar algunas cosas para comer sencillas. Dulces, panes, entremeses; cosas pequeñas pero deliciosas para que todos disfrutáramos de una tarde en armonía.

A lo largo de los años, lejos de mis hermanas me había dedicado a aprender recetas para la cocina que observaba o copiaba de todos los lugares que había visitado y aquel día había puesto en práctica algunas de ellas. Sin embargo mi apetito no había cambiado desde que era adolescente, aún comía muy poco y la comida que preparaba mayormente iba a la basura o al estómago de Zack. Esperaba que Nathan no se diera cuenta de aquello, aún no le había contado muchas cosas de mí y aquellas, la de mis trastornos alimentarios y mis pesadillas serían las últimas, si es que algún día era capaz de mencionarlas en su presencia. Odiaba la idea que se alejara de mí, hacia dos semanas desde nuestro encuentro en el pozo de los deseos y a partir de allí habíamos pasado casi todas las tardes juntos.

Mis hermanas todavía no sabían nada pero planeaba decírselo pronto.

-Zack- llame a mi amigo que se encontraba a unos cuantos metros de allí observando a la chica de cabellos rubios, Anastasia, que no le quitaba el ojo de encima. El lobo alargo una oreja al sonido de mi voz y se acercó en pocos segundos.
-Hoy debes portarte bien- mencione agachándome para acariciarlo en el lomo, su pelaje se sentía abultado entre mis pequeñas manos. Sople aire varias veces sobre su hocico y luego le hice una seña para que se quedara tranquilo detrás de una de los sillones.

Al incorporarme instantes después me acerque a una de las mesas con comida y atrape una bandeja de dulces entre las manos. Camine hasta Anastacia y le ofrecí los dulces con una sonrisa.

Aquella Isla me encantaba, todos y cada uno de sus habitantes era un rompecabezas para mí. Las amigas de Thera eran geniales. No sabía precisar cuál de ellas me agradaba más. Si Haley estuviera aquí conmigo también estaría emocionada y yo tendría alguien con quien hablar sobre mis puntos de vista. Esperaba que llegara pronto, moría de ganas de acostarnos tarde charlando sobre las cosas que veíamos allí.

Esta tarde de domingo en particular las hechiceras habían organizado una especie de reunión donde estaríamos todos, incluyendo a mi Raphe. No sabía cuan serias habían sido las palabras de Thera el día que llegue cuando menciono que estaría con las mujeres de la Isla. Pasaba la mayor parte del tiempo con ellas y solo algunas horas al día veía a Raphael, lo extrañaba y quería que estuviera cerca de mi como antes, de hecho, lo quería más cerca aún pero no podía ser y debía aceptarlo.

Divague en pensamientos cerca de una ventana hasta que mis ojos se posaron sobre el lobo blanco que al parecer siempre acompañaba a Claude. ¿En serio aquella cosa le gustaba? Acaso ella no notaba los colmillos del animal y que potencialmente los lobos podían morder y lastimar. Me imaginaba a mí misma poniéndome en peligro y siendo rescatada por Raphael. ¿Me prestaría Claude a su mascota para fingir aquella obra de teatro? No lo creo, aunque era por una buena causa, pensé a mi favor. Sin embargo de la forma en que Claude trataba a aquel lobo parecía que él era más un conejito felpudo que un animal salvaje.

Cuando se acercó a mí con una bandeja de dulces, le devolví la sonrisa y atrape uno para meterlo de lleno en mi boca.

A regañadientes, me había metido en la cocina para ayudar a mis hermanas a preparar los bocadillos. Era bastante conocido que la cocina y yo no nos llevabamos nada bien. Si me preguntaran que es lo que más odiaba, lo primero que contestaría es: Cocinar. Y bueno, a mis odios ahora se agregaba el hecho de que no podía sacarme de la cabeza a Esteban... más que antes. Desde aquél día en que coincidimos en el río, no podía dejar de pensar en todas las cosas en las que hablamos*.

El estar ahora, aquí, al lado de las mujeres que me mantenían con ganas de seguir adelante, era un placer y una felicidad inigualable... Claro que ahora tenía las palabras de Esteban rondando mi cabeza: "Estaría haciéndote el amor en mi cama", y eso, seguro podía igualar la felicidad que sentía en este momento. Me parecía completamente odioso el hecho de que hubiese sido él, el que despertara hasta mis más profundos deseos. Necesitaba estar ocupada haciendo algo para no pensar en Esteban. Suspiré, quizás lo suficientemente alto para que quien estuviera cerca escuchara mi suspiro. Volví a tierra.

Vi como Claude se alejaba a acariciar a su lobo, Zack, yo le había tomado un cariño muy fuerte, lo conocía de años atrás y era sorprendente que no se hubiese olvidado de mi. Sonreí al ver esa escena. Luego la perdí de vista cuando se acercó a la chica rubia, Anastasia, aun no la trataba mucho, pues yo estaba más interesada en saber cosas de mis hermanas que de ella, solo esperaba que la chica no se sintiera menospreciada por mi. "Tienes que hablarle un poco más", me dije mientras la observaba.

Volví a suspirar, esta vez cansadamente y me acerqué a una ventana que daba al patio. Crucé los brazos y perdí mi vista en la lejanía.

Para mi había sido un placer andar en la cocina, preparando platos, haciendo de pinché a las otras chicas, echando una mano a Nyamh que no se veía muy contenta entre fogones y sobre todo disfrutando de los olores embriagadores que los alimentos emanaban y de la compañía perfecta y añorada de mis hermanas del alma. La felicidad no podía ser mayor pero aun así lo era, todo aquello se preparaba para comer en la reunión en la que se congregarían todos los habitantes de la isla, esperaba con emoción aquello, siempre me habían gustado las grandes charlas grupales y aquel día prometía, además seria muy interesante ver como hombres y mujeres se relacionaban entre si, esperaba que todo discurriese por los cauces normales y la sangre no llegase al río, deseaba divertirme.

Ajena a las reflexiones de las demás mujeres de la sala me encontraba agachada enfrente de la chimenea, echando madera y avivando las llamas para calentar todo la sala, una nueva chica se había unido al grupo, no había tenido mucha oportunidad de charlar con ella todavía pero se la veía agradable y parecía tener pocos años menos que yo, en un momento libre me acercaría a ella para conocerla mejor.

Habíamos arreglado algo de la casa central que tenía la Isla, un lugar que antes había sido la academia. La verdad eso de arreglar los lugares viejos me gustaba, mantenía mi mente entretenida y me daba mucho entusiasmo encontrar cosas viejas y pensar en la historia de los dueños de cada objeto, inventarme historias sobre lo que había ocurrido en uno o más cuartos de aquel lugar.
Por el momento ya habíamos arreglado la sala y el comedor que estaban uno al lado del otro en espacios abiertos. Y lo próximo serían nuestras habitaciones, lo de instalarnos todas juntas era lo mejor que nos había pasado, ahora teníamos nuestro propio espacio, además de no estar siempre en la casa de Él.
Nuestro momento en el Lago aun no me lo quitaba de la cabeza... bueno la vida continuaba.
Miré a Claude recordando tiempos anteriores y luego a Zack y recordé a Micha, la loba de Thera, nunca más supe de ella pues Charlot su halcón había llegado hacía unos días junto a Diego. Supuse que seguramente la tenía Halley Evan, mi sobrina.
Seguí la mirada por la sala, "Anastasia" la chica me recordaba a mi misma, una extraña entre un montón de rumanos, no debía ser nada sencillo. La había visto como miraba a Raphe y como me había mirado a mí pues nuestro encuentro había sido cariñoso, sin embargo nada más lejano a la realidad que hubiera algo extra además de cariño fraternal entre nosotros. A fin de cuentas Raphe y yo eramos más amigos de lo que nadie tenía ni idea.

Niamh como siempre mirando el mundo como si no creyera que existiera, y eso me hizo sonreir. -¿Por quien suspiran las hechiceras?- dije de pronto y me pareció reclamar la atención de todas lo cual me hizo sonreir.

-Estamos todas calladas y andamos de puntillas alrededor de nosotras mismas- siempre había sido una excéntrica así que decir algo como esto no era raro en mi. - Claude cocina pasteles- rodé los ojos ante ese comentario...-Niamh suspira y mira a lo lejos, Megan está algo nerviosa y las demás no se manifiestan, todas están raras excepto Anastasia que es quien tiene el comportamiento más estandar y eso solamente porque no está aquí Raphe- terminé diciendo y al ver que nadie me respondía proseguí.

-Pues yo debo decir que me gusta Myles y besa estupendamente-

Miraba tranquila sentada en el sofá la escena que se desarrollaba frente a mi vista. La escencia de cada una de nosotras era la misma no importaban los años y las cosas que cada una había pasado. Claude por ejemplo le brindaba dulces a Anastasia y de esta manera hacía que se sintiera menos excluida. Igual que hizo un día conmigo dándome la bienvenida cuando apenas llegaba a la Academia muchos años atrás. La madrina de mi hija al menos no había cambiado nada y yo podía decir sin duda que ella también pensaba en Evan en esos momentos. La mejor amiga de Evan era un misterio para mí y no quería agobiarla con preguntas, a pesar de ser muy callada me daba perfecta cuenta como miraba por la ventana esperando ver a Raphe... definitivamente esto que tenía ante mis ojos era una emergencia sentimental y por nuestros mandamientos nueve años atrás debíamos ayudarnos.
Nadie hablaba y eso en un grupo como el nuestro era preocupante. Me disponía a romper el silencio cuando Valentine me interrumpió con la misma idea y consiguió dejarme pasmada.
Ante el silencio sepulcral que siguió (Fdr: me permito decir que todas se quedaron calladas por lo menos dos segundos xD) me quedé igual que el resto para finalmente recordar algo sucedido hace mucho tiempo y que traía para esta reunión.
Rompí a carcajadas y mirando a Valentine le dije lo que llevaba nueve años esperando. -Te dije que un día te iba a cobrar tus burlas con respecto a que yo era la presidenta del club de los besos con algún chico, no sé si lo recuerdan aquel día bajo el arbol donde formamos la Orden, -lentamente saqué de mis bolsillos un viejo pañuelo de tela que tenía una mancha de chocolate. -Esta es la parte que no me comí de aquella rana de chocolate con la que cerramos nuestro pacto.- Las miré a todas. -¿Que pasa? Vamos a seguir fingiendo que no ha pasado nada y que todos estos machos no nos han revolucionado las hormonas... ninguna es una niña aquí como antes hace 9 años y por muchos golpes que hayamos recibido todas son mujeres y no las voy a tratar como menos que eso. -proseguí. -Además cualquier mujer que se precie debe de haber admirado esto.-señalé hacia fuera para darme a entender.
-Espero por el bien de todas ustedes que ninguna haya pasado a segunda base y se lo haya callado- les dije rezando para no ponerme roja como un rábano por ser culpable de eso precisamente.

Comencé a repartirles pastelitos al resto de mis hermanas, divagando en pensamientos hasta que la voz de Valentine me saco de estos para dirigirle una mirada.

“Claude cocina pasteles”

Le saque la lengua de forma infantil ante su comentario y seguí repartiendo los dulces a propósito para que ella me observara sin embargo cuando menciono a Myles y lo de que besaba bien frene en seco quedándome en silencio por varios segundos, después de reaccionar deje la bandeja a un lado y me acerque.

-¿Cómo es eso de que besa bien?- pregunte con una ceja elevada -Y espero que besar sea lo único que haya hecho..- mencione en tono de advertencia cuando escuche las carcajadas de Thera. Me mordí los labios para no reír ante su comentario y la mire sacar un pañuelo vagamente familiar.

Al escucharla hablar de nuestro encuentro hace nueve años atrás varios recuerdos vinieron a mi mente que fueron opacados por sus siguientes palabras. Me cruce de brazos algo dudosa, la verdad es que esos “machos” como decía Thera o más bien, uno de ellos había hecho más que revolucionar mis hormonas.

“Espero por el bien de todas ustedes que ninguna haya pasado a segunda base y se lo haya callado”
Ante esto trague saliva involuntariamente y me dispuse hacia la mesa para volver a repartir pastelitos. Atrape la bandeja nuevamente y le ofrecí un dulce a Megan.

-Puede que yo haya besado a uno…- comente inocentemente mientras caminaba por la habitación.

Tragaba dulces con la boca llena mientras ponía atención a la conversación de las hechiceras. A Valentine le gustaba Myles, hice nota mental de aquello. Bueno y a quién no? Verdaderamente todos los druidas estaban excepcionalmente guapos. Cualquier chica que cayera en esta Isla vería sus sueños hechos realidad, sin embargo ninguno de ellos despertaba en mí las cosas que me hacía sentir Raphael.

Ante este pensamiento mí mirada quedo pérdida en algún punto lejano recordando el día que llegamos a la isla, específicamente el momento antes de que Thera nos encontrara ¿Habría sido Raphe capaz de besarme? Lo dudo, pero lo deseaba tanto que me dolía el pecho solo de pensar en eso.

Claude parecía estar cuestionando a Valentine sobre su beso, ¿significaba eso que no podía existir esa clase de comportamientos aquí?

Las palabras de Thera me dieron las respuesta a esa pregunta y sonreí ante su comentario de la revolución de hormonas, casi parecían adolecentes hablando de sus novios. Como me gustaría que Halley estuviera aquí. Al acordarme de ella lleve una mano al medallón que tenía en el cuello involuntariamente mientras observaba como Thera sacaba un pañuelo que supuestamente significaba algo para ella y sus amigas.

Atrape otro dulce en mis manos escuchando sus últimas palabras con una sonrisa. “Segunda base”, sabía que era eso y sin poder evitarlo me ruborice por unos segundos hasta que el comentario de Claude llego a mis oídos.

-¿A quién?- solté la pregunta sin pensarlo y luego me arrepentí –Perdona Claude eso es personal- me disculpe con una tímida sonrisa.

Las preguntas de Valentine me sacaron de mi abstracción del mundo, giré bruscamente para mirarle curiosa. Me disponía comentar cuando su confesión me dejó con la boca abierta, Claude fue la primera que le interrogó, pero luego mis ojos se posaron en Thera cuando estalló en carcajadas y como ya era conocido, me contagió de su risa. No pude evitar reír y sonreír felizmente cuando recordé aquellos lindos momentos. Por mi mente pasó que había sido mi adicción al chocolate lo que me había impedido quedarme con el trozo de rana aquél día. Las siguientes palabras de Thera me dieron que pensar y analizar, según mis pronósticos ella podía haber sido la primera en lograr atrapar a uno de los “machos”. Después, el último comentario de Claude volvió a atrapar mi atención. De pronto, me sentí de nuevo siendo parte de una familia. Dejándome envolver por el tono en que se tornó la atmósfera, me dirigí hacia una de las charolas con comida, la tomé, me acerqué a Valentine y la jalé de la mano para que me siguiera y la dirigí hasta sentarnos cerca de Anastacia, así aunque no cruzara muchas palabras con ella, podía hacerla sentir aceptada de mi parte.

-Muy bien, confiesen con quienes se han besuqueado, puñado de cuscas –bromeé mirando a Thera, Claude y de reojo a Megan –sean valientes y escupan sus nombres… oooh si, presiento que tú también lo has hecho –comenté mirando directamente a Thera. Tomé un panecillo y me dispuse a comerlo pensativa –¿Cómo puede ser que hayamos… hayan –corregí de inmediato –sucumbido a sus encantos, cuando debería ser al revés?… Al menos, espero que se hayan hecho del rogar –reí y rogué al cielo para que no se dieran cuenta de mi metida de pata. Aun no podía ni quería aceptar lo que me hacía sentir Esteban y menos frente a ellas sin saber si alguna se interesaba por el mismo hombre. Para mi, primero estaba la felicidad de mis hermanas antes que la mía.

Me gire todavía agachada en la chimenea para poder ver a Valentine mientras hablaba, guarde silencio pues no tenia nada que responder a su pregunta no suspiraba por nadie.
Sonreí al escuchar la extraña frase, había echado de menos oírlas mientras habíamos estado separadas, no estoy nerviosa le refute mentalmente y era verdad, ¿por qué iba a estarlo?, no tenia tanta paz desde hacia años.

Cuando nombro a Anastacia pose mi vista en ella y ladee la cabeza mirándola curiosa al oír la acotación de Valentine, pero mi mirada volvió hacia la susodicha al oír su confesión. Abrí los ojos desmesuradamente, habría jurado que la que primero comentaría algo así seria su prima pero Valentine se le había adelantado, me uní a las carcajadas de mi amiga, siempre conseguía contagiarme su risa.

Centre mi atención en Thera pues una extraña sensación de que algo importante iba a decir recorrió mi espinazo. Y no me equivoque, me emociono ver el pañuelo con el chocolate conservado, mis ojos se aguaron aunque fui capaz de controlarme ante la avalancha de recuerdo que me invadían. Yo no había conservado el chocolate en esa época era una niña pequeña sedienta de dulces (XD) y ahora me arrepentía porque solo tenia mi memoria como recuerdo de aquel mágico día, bueno y el medallón.

Sus siguientes palabras me hicieron entender porque nos recordaba aquello, estaba apelando a nuestro compromiso de cumplir los mandamientos de la orden, mire hacia donde señalaba y no pude evitar que un suspiro saliese de mis labios, aquel lugar era bello y los druidas eran una buena compañía, sobre todo Jack, con el que empezaba a trabar una bonita amistad. Curiosa mire a todas mis amigas esperando posibles confesiones, atrape uno de los dulces que Claude me ofrecía y le sonreí calidamente en agradecimiento, la mire a medias sorprendida a medias divertida al oírla revelar aquella información con ese aire inocente, iba a indagar de quien se trataba pero Anastacia se me adelanto. Mire expectante a Claude pero quien atrajo mi atención fue Niamh sus palabras me hicieron reír y más al verla mirarme de reojo, para ellas seguía siendo la pequeña y era a las únicas que se lo permitía.

Alce las cejas al oír el despiste de mi amiga y la mire con un brillo travieso, me acerque con sigilo, tramando mi incursión en la charla, me coloque en la parte de atrás del sofá en el que ella y Valentine se habían sentado, me apoye en él mirando a Niamh con la inocencia pintada en la cara – ¿ese hayamos…a que se debe Niamh?, ¿hay algo que quieras contarnos?- pregunte comiéndome el dulce con toda tranquilidad como si no hubiese dicho nada.

(FdR: como llegó con demora, me permito hacerlo también on-rol xD)

Había algo en esa isla que me sentaba bien. Se podía decir que mis arranques de mal humor se habían reducido al mínimo y solo lo necesario para no perder la costumbre, pero lo cierto es que me encontraba sonriendo cuando no me daba cuenta. Tenía proyectos para esa isla, ideas y estructuras que solía debatir horas con Thera. Con ella era la que más compartía esos planes aunque todas fuéramos partícipes y cada una aportaba lo suyo. A mi gusto, se iba perfilando una nueva aldea en la tierra del Árbol Sagrado. Estaba completamente abocada a ello, a recuperar tiempo pérdido con mis amigas charlando y contando detalles nimios de nuestras vidas, que apenas si les prestaba mi atención a los miembros masculinos de nuestra reducida sociedad.
Con ellos, me limitaba a un trato frío y más bien, viperino. Nunca me fue bien hacer despliegue de amabilidad. Si alguno discrepaba conmigo, no tenía reparos en usar mi veneno. Eso ocurría más con Loghan, que siempre parecía querer tenerlo todo bajo su control; el resto, más bien, me ignoraban. Ellos también tenían sus propios asuntos que atender. De todos, con Lucien compartíamos una afinidad. Se había manifestado las pocas veces que intercambiamos pullas sin ofendernos realmente. Una que otra vez, le dirigí una mirada evaluativa (en realidad, a otros también) y creía que no estaría mal intentarlo. Sin embargo, luego regresaba a mis planes, y ningún druida tenía cabida en mi mente.

Planificaron una reunión para ese día, y como suponía que era para debatir los asuntos de la idea, iba cargada de entusiasmo y del optimismo que se había desarrollado en mí durante mi estadía en la isla. Eso de sonreír sin darme cuenta. Llevaba uno de esos vestidos que nos habituamos a usar por el clima cálido. El mío era de color nude, corto. El que estuviera viviendo con un número reducido de hombres no significaba que hubiese restado importancia a la coquetería. Además, había llegado por fin el hermano de Thera. Unos días antes había arribado Sophie, por lo que suponía que Evan también estaría en poco tiempo con nosotras.


Cuando entré a la sala, las hechiceras ya estaban sentadas y compartiendo galletas de lo que supuse eran una de las últimas recetas de mi hermana. Escuché que hacían comentarios sobre besos, algo de segunda base, y el que teníamos que hacernos rogar. Sonreí para mí en tanto colgaba mi chaqueta liviana por un perchero en la entrada. Mis sandalias me acompañaron con un tac-tac al acercarme a ellas para acomodarme en uno de los sofás individuales que quedaban libres. Con una mano retiré el cabello que me caía en la frente hacía atrás, haciendo sonar las pulseras de cuentas de mi muñeca.

-Está bien, yo si confesaré mis pecados,- dije cuando Meg dirigió esa pregunta tan directa a Nhyam- me tiré a dos o tres de ellos, la verdad es que no recuerdo al tercero, estaba muy borracha. Pero dejenme decirles,- me incliné hacía delante como si tuviera intención de bajar la voz, lo que no hice- los hermanos Rondeau son inolvidables.- terminé de decirle con una risa.

Me giré hacia Claude asombrada dibujando una enorme O con la boca y sonriendo pícara. Anastasia parecía ruborizada y luego preguntó para después disculparse. -Si algo he aprendido Ana, es que una vez hechas las cosas el perdón es lo de menos- le dije sonriendo. -Así que Claude tienes que confesar-

El comentario de Niamh casi me hizo escupir el bocado de dulce que le habia quitado de las manos a Claude. Pero por el momento prefería guardar el suspenso. -Hacerse de rogar es pesado- susurré completamente risueña.

-Ah no Meg, no trates de empujar el balón hacia el otro lado, tu has estado conociendo la isla así que suelta lo que tengas que decir. Por no decir que por supuesto muchas de ustedes son aun bastante inocentes y tendrán sus dudas así que sin temor a equivocarme creo que puedo afirmar que debemos confiar las unas en las otras y las que ya somos mayores podemos dar uno que otro consejo para que las chicas lleven el control-

Me había callado y seguía mirándolas a cada una, me encantaría poder compartir confidencias con ellas, tenerlas a mi lado nuevamente. La verdad es que necesitaba esto tanto como ellas, sentirme parte de esta hermandad tan linda que teníamos.
La llegada de Diana me distrajo y sonreí al verla, parecía raro observar esa sonrisa que casi constantemente afloraba a sus labios, pero aun así seguía siendo un poco arisca. No olvidaba aquella conversación que habíamos tenido en el Castillo una vez.

-Yo creo que podemos confirmarlo Valentine y yo,- le respondí sonriendo ante su broma. -Valen ha estado besando a Myles- le dije lo que seguramente no había escuchado antes de entrar. Yo sabía que lo que había dicho era una broma pero lo que iba a soltar yo era una bomba. -Pero yo puedo decirte que Lucien Rondeau es definitivamente un hombre que no comparte a su presa, experiencia propia y eso...ya sabes, lo del trío no me lo trago, a no ser que la tercera haya sido yo porque desde que llegué aquí ese hombre ha estado ocupado.- Terminé de confesar y sonreí como una tonta. Diablos el me gustaba, ese macho iba a volverme loca.

Sabía que había algo que había olvidado señalar, a veces aquellas con más experiencia en el área sabíamos reconocer ciertas miradas. -El tercero no fue Loghan de seguro porque no lo habrías olvidado tan rápido.-

Luego de mi confesión se desató el caos. Sonreí y me quedé callada unos segundos. Miré el pañuelo de Thera y algunas lágrimas afloraron aunque no dejé que se derramaran, hoy era un día para estar feliz. -Ohh pero Thera tu pasaste a segunda, tercera y cuarta base el primer día, por Dios mis capacidades son molestas a veces pero... las escenas del futuro otras veces no tienen precio- le dije y comencé a reir sin poderlo evitar.
Para no ser injusta levanté mi mano despacio -Me declaro culpable de segunda base- dije y miré a Claude. -Lo siento Claude, te quiero mucho para mentirte.-

La confesión de Claude no me la esperaba. -Hey chica tu eras la difícil... yo confiaba en tí para hacérselas pasar mal.-

Luego me quedé pasmada hasta que Niamh habló. -Yo te ví con Esteban en un puente pero no sé si ya pasó.- dije y luego bajé la mirada avergonzada. -Chicas si quieren que me calle algo digan ahora o callen para siempre.- terminé de decir algo abochornada, a veces pensaba que todo el mundo veía lo que yo.

En un primer momento pensé que lo que había dicho Diana era cierto y no sé porqué me molestó sobremanera, pero luego con lo que dijo Thera me di cuenta que era una broma y volví a sonreir un poco. Las siguientes palabras de mi prima me hicieron ver algo en el futuro y miré rapidamente a Diana, si esa serpiente supiera lo que había visto... este cuervito era pájaro muerto.

Así que yo era la única que no había encontrado tiempo para nada más. ¡Estas brujas ya habían encontrado cada una su par! Así que Valentine con Myles, Thera con Lucien, Nhyam con Esteban, mi hermana con..., Meg con... ¡Oh, por todos los demonios del averno! Puse los ojos en blanco; ahora ya no tenía claro si ellas o yo habíamos hecho más cosas productivas. Lo que si estaba seguro, es que ellas se habían divertido. Como nunca me ha gustado aceptar mi inferioridad en determinadas circunstancias, seguí con mi cinismo.
No sin antes dirigirle una mirada fulminante a Thera, para luego decir con desenfado:
-Claro, sería tan inolvidable, que hasta el día de hoy seguiría con arcadas...- acerqué el dedo índice a mi garganta imitando el gesto.

Las escuché cotorrear, acosarse con preguntas las unas a las otras y agradecí no ser blanco de ninguna de sus interrogantes. Y para evitarlo, decidí unirme al bando de las acosadoras.
-Voto a favor de Thera, a pesar de su asqueroso comentario anterior; compartamos todas nuestras experiencias turbulentas y escandalosas, para ayudarnos mutúamente. No soy la madre de ninguna de ustedes para controlarlas y seguir sus pasos a todos lados, pero tampoco quiero que a alguna venga dentro de unos meses con un anillo y un vientre hinchado y yo no tenga idea de que fue lo que ocurrió, ¿ok?- opiné. Ya deseaba oir los sucesos que se me habían escapado en estos tiempos...

Esperé fuera de la casa el tiempo que creí suficiente para darles el espacio a ellas pero ya no aguantaba ni un minuto más. Los sueños raros todavía rondaban por mi cabeza y la imagen de Anastasia no la podía borrar. Dí un toque y entré despacio en el Salón.
Ellas estaban todas reunidas y me acerqué sin pensar a Ana, la besé en la frente y sin dirigirle ni una palabra fui saludando a cada una de ellas.
Cuando las conocí eran muy pequeñas pero ahora eran mujeres, mujeres hermosas. Besé a mi hermana y la abracé. -No me regañes- le comenté al oído,- estoy pensando en lo que dijiste-
Seguí mi rumbo junto a Valen, pocas personas sabían que ella era prácticamente la persona que mejor me entendía y una de mis pocas confidentes. -Pequeña- fue lo único que susurré mientras la despeinaba un poco con un gesto cariñoso.
La siguiente de mi recorrido fue Claude, a ella solamente le sonreí, con Claude eso era suficiente. Miré a su hermana asombrado del cambio de esa chica descarada que había conocido y a ella la besé ruidosamente en la mejilla. -Prometías ser una mujer hermosa cuando niña y no me has defraudado, espero que manejes mejor el descaro- terminé de decir haciéndole un guiño para mirar a la más pequeña.
Tomé su mano y la besé. -No te hubiera reconocido, eras apenas una niña-
Mi última mirada fue a Niamh. Asentí con mi cabeza y sonreí, -eres a la que menos conocí pero tu lealtad es legendaria, es un placer-.
Me recosté a un lado de uno de los butacones y miré directamente a Anastasia con toda la rabia que podía sentir por no poder dejar de mirarla o soñar con la única mujer que me estaba prohibida. Mis ojos expresaban furia y esa furia ardía con el mismo ardor de la pasión prisionera que llevaba dentro durante muchos años.

Con Lucien planeamos una reunión previa al congreso que las hechiceras programaron en una de las casas recientemente reconstruidas en la aldea para ese día; luego de intercambiar nuestras opiniones y determinar algunas reglas como precaución a las posibles ideas que podían tener esas mujeres, durante el desayuno que compartimos en la terraza de la casa Rondeau, nos dirigimos al lugar de la cita. Desde hacía un tiempo, notaba a Lucien con rarezas en su actitud. Pero la sonrisa que lucía era un contraste importante con la mirada ceñuda de días pasados. Se podía decir lo mismo de todos los otros druidas; incluido yo. La isla misma, presentaba cambios.

Al llegar, todas las hechiceras nos esperaban como reinas en sus tronos. Y el hermano de Thera entre ellas, al que me habían presentado pero no conocía del todo.
-Buenos días.- saludé en tono elevado, sin dirigirme a nadie en particular, para después acercarme a Raphael para estrecharle la mano y tomar asiento a su lado.

Los días pasaban lentos en la aldea; la reconstrucción de la misma demandaba tiempo de cada uno de nosotros, que podíamos permanecer abocados a nuestros oficios casi sin vernos. Porque no nos dedicábamos todos a lo mismo. Y por mi parte, prefería que cuanta menos personas me molestaran, mucho mejor. Al ver como los otros druidas se ponían en plan de acción, retomé mis viejas labores y fui a buscar a los caballos que los últimos meses habían vagado libremente por la isla. Esperaban mi llamado. Los llevé a los establos para su aseo, para alimentarlos y ver en qué estado se encontraban. Con Loghan empezamos luego con un inventario de los animales de granja que contábamos y otros que necesitaríamos. Entre los druidas había pescadores y cazadores, por lo que la necesidad de comida no era urgente.

Con Loghan fuimos juntos ese día a la reunión acordada con las hechiceras, y recién entonces caí en la cuenta del tiempo que pasé sin ver a Thera. No es que no lo recordara cada noche, o cada momento de ocio, o inesperadamente cuando estaba trabajando. Pero recién entonces cayó sobre mí el peso de los días transcurridos sin verla. Imité a Loghan con su saludo generalizado, limitándome a un "Buenas", para tomar mi lugar en un rincón alejado desde donde poder mirar descaradamente a Thera sin que lo notaran, a la espera de coincidir con su mirada. Reparé, en cambio, en el hombre sentado con ellas, que a pesar de los años tenía un rostro familiar.

Apenas me había recostado cuando entró Loghan, le saludé formalmente tal como le lo había hecho, anotando mentalmente que quería reunirme con ellos para agradecerles nuevamente la casa que estaba construyendo con su ayuda y mi lealtad hacia ellos. Debía unirme a la parte masculina de la isla.
Detrás de él entró un druida que no había visto antes en la isla pero cuando se giró y miró en la dirección de Thera lo reconocí al instante. -Lucien- mencioné el nombre que solamente unos pocos conocíamos en mi tierra durante el tiempo que el estuvo allá hacía ya tantos años. En Rumanía todos lo conocíamos por "El Domador" por la fama que en ese entonces tenía con los caballos. Me acerqué a el y lo saludé efusivamente y luego miré a mi hermana. Thera se había quedado mirándome extrañada y al mirar entre los dos comprendí que no se habían reconocido.
-Thera, ¿no recuerdas a Lucien? Por dios si cuando tenías 14 años no te podían separar de él.-
La cara de Thera seguía sin expresar el reconocimiento y yo miraba entre uno y otro sin entender.
-Lucien- me giré hacia él al ver que tampoco reaccionaba. -Thera es mi hermana, la chica de 14 años que enseñaste a cabalgar-
Cuando miré a Thera su rostro estaba completamente pálido. -¿Que les pasa, ese verano eran inseparables? Además Thera ese fue el veranos antes del nacimiento de Evan y... - Comprendí lo que no había sido capaz de imaginar mucho tiempo atrás. -El... el fue quien...- Miré a Lucien a los ojos. -Serás... todo este tiempo fuiste tu- No podía salir de mi asombro, en todo este tiempo jamás me había imaginado que justamente él era el padre de mi sobrina. -Sal conmigo.- Fueron mis últimas palabras.

Sonreía ante la descripción de Valen y me asombró su adelanto en cuestiones románticas, ¿Myles? Simplemente increíble y me alegraba tanto por ella que mi cara debía de estar irradiando felicidad. Las palabras de Diana me hicieron mirarla de reojo, quien conocería el corazón de esa serpiente... estaba segura de que entre ella y Loghan saltaban chispas. Al final estuve de acuerdo con sus palabras e iba a hablar con todas de las cuestiones más femeninas que necesitábamos cuando entró mi hermano. Sus palabras me hicieron quedarme pensativa mientras miraba a Ana, cuando Raphe terminó de saludarnos entró Loghan, como si se hubieran puesto todos de acuerdo en acabar con nuestra intimidad. Asentí con un gesto a su saludo y sonreí de medio lado mirando a Diana para ver su reacción. Una voz me hizo girar la cabeza hacia la otra persona que acababa de entrar por la puerta. Sonreí ante su saludo, por Thor yo adoraba a este hombre que no se salía de mis pensamientos ni un segundo. Orgullosa le vi caminar hasta quedar frente a mi. "Este hombre es mío" pensé por un segundo antes de que Raphael se parara llamando a Lucien por su nombre, lo cual era extraño ya que no los habíamos presentado.
Sus palabras me confundieron en un principio. -No Raphe, creo que te equivocas de persona.-
Sin embargo el no parecía equivocarse.
-Yo... - no lo había visto antes. ¿Cuando tenía 14 años? -¿De que hablas?- pregunté aun sin entender.
Las siguientes palabras hicieron que palideciera por completo. "El" No podía ser él, el hombre al que protegí y casi me cuesta la vida, mi primer amante... ¿el padre de mi hija?. -No, no es posible- Sentí mi boca seca y miré a Lucien, buscando al amante de mi llegada a la Isla, al amante de hace unos días en la playa... pero al único que vi fue al padre de Evan, cayendo poco a poco en la cuenta de los parecidos. Cuando llegué y los recuerdos del padre de mi hija comenzaron a rondarme lo achaqué a que extrañaba mucho a mi hija y el ambiente de la isla tan tranquilo me hacía recordar las mejores épocas de mi vida pero nunca imaginé que fuera...
Ante las últimas palabras de mi hermano me puse de pie de inmediato. -No Raphe- Me puse entre los dos tratando de proteger a Lucien una vez más. -Por favor, por favor Raphael, no lo hagas por nosotros que fuimos unos irresponsables, hazlo por Evan, hazlo por mi... por nuestra hija.- No podía mirar a Lucien a los ojos, mi primer amante, él... no podía creer en el destino. No me podía dar la vuelta y enfrentarme a Lucien, a su mirada.

La charla puramente femenina se vio interrumpida por la llegada de Raphe, el hermano de Thera. De más está decir que ahogué un suspiro nada más verlo entrar, como siempre me ocurría desde los quince años cuando lo conocí una tarde en una aldea nevada. Me encantaba. Era el único amor platónico que tuve en toda en la vida. Acerqué mi mejilla a sus labios en busca de su beso de saludo, no siendo decepcionada en absoluto, con mi mejor sonrisa de coqueta en el rostro.
-No es descaro, cariño, es honestidad bruta, lo que me permite decirte que tú tampoco me defraudas con los cambios propio del paso del tiempo.

Poco después se sumaron al grupo Loghan y Lucien, que llegaron en par. Puse los ojos en blanco al recibir la mirada de Thera. Mis amigas seguramente estaban llenas de ideas románticas, debido a los hechos recientemente ocurridos en sus excitantes vidas amorosas. Buscaba seguir nuestra conversación visual, cuando un murmullo de Raphe atrajo la atención de todos los presentes. Lo raro no fue oir a Raphe mencionar el nombre de Lucien, lo sumamente extraño, fue que aparantemente se conocían. Esta vez trasmití toda mi sorpresa mirando a Thera, ¿qué sabía ella?

Y luego la mención de Evan, fue eso lo que me hizo incorporarme rapidamente al ver como se formaba un trío de discusión entre Raphe, Thera y Lucien. No podíamos quedarnos como espectadores a ver como se desarrollaba la escena. Cruzándome de brazos, dije:
-Espera, Raphe, que no se entiende que está pasando. Hablen claro. No como si todos nosotros no estuvierámos presentes. ¿´Qué está pasando?- para mi desilución, Raphe tenía tanto tacto al hablar como un elefante moviéndose dentro de esta sala.

Un escalofrío me recorrió la columna vertebral helando mi sangre. Sí, yo conocía a ese hombre. Había supuesto que era el hermano de Thera, conocido como Raphe, que había llegado hace poco a la aldea. Pero su nombre no era Raphe. ¿Qué demonios estaba haciendo en mi isla? Me levanté de la silla donde me había acomodado impulsado por una extraña fuerza y sorpresa, que había hecho cortocircuito en mi cerebro. Entre tantos recuerdos encontrados, sentía la mente nublada, incapaz de pensar con claridad.

-¿Qué haces aquí?- espeté bruscamente, sabiendo que estaba siendo grosero y que actuaba a la defensiva. Por el intercambio entre los hermanos, o supuestos hermanos, mi mirada fue de Raphe a Thera alternativamente. Hubiese dado lo mismo que hablaran en otro idioma, compartían detalles que no entendía y que solo ellos comprendían; eran frases a medias que solo incrementaban mi desconcierto. No era cierto. No era ella. Nunca conocí a Thera antes de su llegada a la isla. Enojado, quizás por lo confundido que estaba exclamé:-¡Tu hermana se llamaba Alexandra!
No sabía que había mantenido el nombre de esa chica en mi memoria tanto tiempo en secreto, hasta que salió de mis labios. El nacimiento de Evan. Fuimos irresponsables. Nuestra hija. Eran fragmentos que latían en mis sienes. Me uní a Diana pero para agarrar en cambio a Raphe por los hombros y empujarlo al sillón donde minutos antes estaba sentada.
-¡Si! Explica de una buena vez que mierda está pasando. ¿Eres Murk, verdad?- y recien entonces desvié mi mirada para ver a Thera, con reproche y enfado, miedo y culpa:-No te pareces a Xie.- pero habían pasado casi quince años desde entonces, nada quedaba de la chica de Rumanía que había conocido. Era tonto suponer, que las personas se mantienen en el tiempo como en los recuerdos.

Sonreí ante las palabras de Diana, ¿"Arcadas no"? Reí como una tonta y disimulé para no tener que dar explicaciones.
La llegada de Raphe me entretuvo hasta que llegó Loghan y miré entre él y Diana para tratar de no perder ni una señal pero al parecer aun faltaba tiempo para ellos dos. Sin embargo algo muy contrario pasaba entre Thera y Lucien, ellos dos al parecer se entendían mucho mejor.
Lo que siguió me dejó perpleja y creía ser la única que entendía justamente de que estaban hablando. ¿Lucien el padre de Evan? ¿Como era posible entonces que ellos dos no se hubieran reconocido? Con razón ambos tenían esa química entre ellos... ya la habían tenido antes.
Recordé a mi sobrina tan pequeñita, no tenía ni idea de como reaccionaría Lucien pero estaba segura de que si el no la quería había muchas personas en esa isla que si lo harían. Era la mascota de La Orden y la ahijada de Claude a fin de cuentas.
Me giré hacia Diana y les dije a todos. -Lucien es el padre de Evan, la hija de Thera- Luego me quedé muy quieta como si no quisiera que la bomba que acababa de soltar me atrapara. Mi mente comenzó a dar vueltas, lo que acababa de decir significaba que Evan era la primera niña que nacía de la unión de La Orden y los druidas.
Una vez acababa de hablar cuando Lucien empujó a Raphael y me paré en seguida en alerta.

Estaba demasiado ocupada con dos machos en pugna como para preocuparme de los otros habitantes de la sala.
La reacción de Lucien fue por primera vez previsible aunque me dolió, sin saber porque. Quizás porque yo como siempre estaba allí lista para defenderlo y el nuevamente me dejaba sola.
Detuve la reacción de Raphael con la mano. -Por favor Raphe déjame resolver esto ¿si?, si aun después quieres arreglar cosas con Lucien no puedo interferir, tu sufriste mucho por mi causa, por todo lo que me ocurrió pero yo necesito esto, por favor...-

Miré a Lucien si saber que decir. -Xie murió- al decirlo miré a mis hermanas sabiendo que ellas me entenderían. Tomé a Lucien de la mano llevándolo conmigo. -Déjennos unos minutos a solas por favor-.
Seguí caminando hasta llegar al dormitorio que había destinado para Ana y para Evan.

El comentario de Niamh hizo que dibujara una media sonrisa ¿Me había hecho de rogar? Estaba segura que no, de hecho con Nathan todo era muy fácil, las cosas fluían naturalmente.

Saliendo de este pensamiento escuche a Megan reprocharle algo de las palabras de Niamh y aproveche para dejar en el aire la pregunta de Ana.

-Si Niamh ¿estas escondiendo algo de nosotras?- cuestione después de Megan pero justo en ese momento entro mi hermana y di gracias a Merlin porque no escuchara mi confesión de que yo podría haber besado a uno de los druidas sin embargo levante una ceja cuando revelo que iría a confesar pecados.

-Honestamente espero que eso de que te tiraste a tres de ellos sea una broma Diana- la regañe con una pequeña nota de diversión en la voz que fue reemplazada por una genuina risa luego de la respuesta de Thera sobre los hermanos Rondeau aunque mi sonrisa fue apagada ante la declaración de Valentine.

-Si solo fue segunda base estas perdonada- le sonríe de forma traviesa para luego ruborizarme sobre sus siguientes palabras.

-Yo no soy difícil…..- me quede en silencio por varios segundos -….bueno no tanto…quizás un poco…- y arranque a reír nuevamente para dibujar una expresión de sorpresa ante la visión de Valentin sobre Esteban y Niamh.

¿Pero qué estaba pasando? ¿Acaso todas las parejas que habíamos hecho Nathan y yo aquel día en el pozo de los deseos se estaban haciendo realidad?

Volví a reír ante el gesto de asco de mi hermana por el comentario de Thera sobre Loghan aunque ante sus últimas palabras de que todas confesáramos trague saliva y me aleje hacia la mesas de las bebidas sintiéndome de repente sedienta.

Me volví a girar hacia el salón cuando sentí que alguien más entraba y sostuve mi vaso en la mano mientras terminaba de vaciarlo rápidamente. Gracias a Raphael la conversación anterior seria terminada momentáneamente.

Le devolví la sonrisa al hermano de Thera con cariño en lo que Zack se acercaba a mí silenciosamente. Suspire algo cansada mientras lo comenzaba a acariciar en el lomo distraídamente, tanto que apenas me percaté de que dos druidas habían entrado en la habitación. No los salude y en ese momento me encontraba algo lejos de donde estaban todos.

No volví a concentrarme en mí alrededor hasta que un comentario hizo dirigir mi atención a la sala.
“¿Qué les pasa, ese verano eran inseparables? Además Thera ese fue el veranos antes del nacimiento de Evan y...”
Fruncí el ceño algo confundida ¿Qué es lo que estaba pasando?

Entre en shock ante las últimas palabras de Raphael, y al parecer Thera estaba tan sorprendida como el resto de mis hermanas. Mi primer instinto fue acercarme a ella pero me quede estática en el lugar al escuchar sus palabras. Más aún cuando Diana expreso la confusión que todas sentíamos.

“¡Tu hermana se llamaba Alexandra!”
Ante aquella exclamación me sobresalte, tanto que Zack gruño a mi lado. Respire hondo tratando de encontrarle explicación a lo que supuestamente estaba pasando cuando mis ojos se entornaron hacia Lucien agarrando a Raphel por el brazo y empujándolo hacia el sillón.
¿Pero quién se creía que era aquel druida ignorante?

Y como por arte de magia Valentine respondió aquella pregunta: “Lucien es el padre de Evan, la hija de Thera”
Me quede de piedra pero solo segundos hasta que escuche la petición de Thera y temiendo la reacción de su hermano me acerque a Raphael.

-Creo que será mejor que le demos los minutos que está solicitando- reflexione para añadir –Luego podrás reventarle la cara tanto como gustes….. con mi ayuda por supuesto- y le sonreí.

Después de mi pregunta a Claude se desato el caos entre las hechiceras, al parecer todas habían intercambiado saliva con los druidas o al menos palabras y flirteos interesantes.

Honestamente radiaba de felicidad, tanto que me dolía la cara de sonreír y mirar hacia todas cada vez que alguna hablaba, la conversación se ponía interesante aunque cuando comenzaron hablar de tríos o cosas que no entendí me limite a comer los dulces que me había servido Claude.

Como me hubiera gustado que Halley y yo hubiésemos crecido entre ellas, no es que me quejara de la vida del castillo, pero en ocasiones era demasiado seria para dos adolescentes.

Contuve el aliento al ver que una figura familiar entraba al salón y se unía a nosotros, ya lo extrañaba y pensaba que al final no vendría. Tuve ganas de salir corriendo y tirarme a sus brazos como niña pequeña mientras lo abrazaba pero me contuve conformándome con su beso en mi frente ante el cual cerré los ojos y suspire.

Por instantes pasaron imágenes en mi cabeza de aquel beso en el sueño de Raphe, aquel beso que me hizo sentir tantas cosas a la vez, y que no se repetiría por un largo tiempo. Me cruce de brazos enfadada conmigo mismo y gruñí por lo bajo saludando a medias a los otros dos druidas que entraron después.

En un abrir y cerrar de ojos se formó ante mí una escena peculiar de la cual no entendí nada excepto el nombre de Evan y su nacimiento en los labios de Raphael. Y al parecer aquel druida Lucien tenía que ver con aquello y con ellos dos ¿Pero qué exactamente?
Mi mente trataba de analizar respuestas cuando lo único que registró fue que el druida empujaba a Raphe hacia el sillón y comenzaba a exaltarse pidiendo una explicación.
Sin pensarlo me levante del sofá y hecha una furia solté: -¿Pero qué diablos te pasa?- dirigiéndole una mirada de odio a Lucien que fue reemplazada por sorpresa ante la afirmación de Valentine.

Entones ¿Lucien era el padre de mi mejor amiga? No, no podía ser.

Espere que Thera se llevara al druida lejos y que Claude terminara de hablar para dirigirme hacia Raphel y sentarme a su lado en silencio mientras depositaba mi mano derecha sobre la suya.