La primera reunión entre druidas y hechiceras

FdR: Bruja, acabo de enterarme que tengo una hija, y esa es solo una de las razones para que mis emociones estén desbordadas, no te impacientes que voy de a poco... ahora si, voy a lo siguiente, tranquila que lo tenía todo planeado...

En adelante, dejaría de contar con Thera para las situaciones en las que mi vida está al borde del abismo: ella era capaz de empujarme al vacío. ¿Cómo podía ella acercarse a Evan con tanta desenvoltura, como si los años se esfumaran en un suspiro? Envidié su valentía, que la animaba a avanzar y me desprecié por mi impotencia, que me mantenía fijo en mi sitio, desempañando mi mirada de las emociones que la nublaban. Para poder apreciar la belleza de mi hija, su maravillosa presencia, esos rasgos y suavidad morena que tan bien me resultaban conocidas. Las lágrimas anudaron mi garganta, por lo que le respondí con una voz ronca y baja:
-A cualquiera.- estreché la mano que Thera me ofrecía, y la mano que me quedaba libre se elevó en el aire hasta descansar en la delicada mejilla de mi hija. Mi hija. Mi hija.

Esos ojos oscuros, que me habían mirado tantas veces antes. Con el ceño fruncido, cuando de mi niño cometía mis travesuras. Con estrellas brillando cuando se reía. Con una luz, de amor y orgullo, cuando se inclina para depositar un beso en mi coronilla. Esos labios, que besaban mis manos infantes cuando me lastimaba. Esos labios; esa sonrisa que fue el sol cálido de mi vida. Su rostro, enmarcado por una cascada de cabellos oscuros, tan joven, tan niña y tan familiar aunque no la había visto nunca. Era ella toda. Nunca consideré siquiera que ella no pudiera ser mi hija, no se por qué, no lo había hecho. Quizás porque era capaz de creer y seguir a Thera más de lo que había pensado, más de lo que podría hacer nunca con ninguna mujer. No, miento. Sería capaz de seguir a Evan a donde ella me dijiera. Era tan similar a mi madre, que podía imaginarla mirándome desde arriba y diciéndome: "No seas tonto".

-¡Por todos los cielos! Eres tan parecida- se me escapó una carcajada nerviosa, mientras acariciaba el rostro de Evan.-No se como explicártelo, es imposible. No puede ser tanta la coincidencia. Eres idéntica a mi madre. Puede que seas su gemela tardía, su reencarnación o que la sangre de los Rondeau y los Murk era demasiado débil para el carácter de mi mamá.- sin darme cuenta, presionaba la mano de Thera con fuerza, entrelazando sus dedos con los míos, sintiéndome tan rico y completo con ellas dos conmigo.-Eres preciosa, Evan, más de lo que podía soñar nunca. Pero, claro,...- miré a Thera.-Eres hija de tu madre.

Todas las chicas estaban feliz de ver a Evan de nuevo. -Ten cuidado no seas tu la segunda en traer un heredero a esta tierra Diana- le susurré bajito para molestarla, porque con tanto que yo veía me parecía que esa serpiente se llevaría una sorpresa.
Mi mirada perdió contacto con Myles completamente cuando Lucien y Thera se reunieron nuevamente con nosotros y me perdí mirándolos a ambos con su hija. La mirada tormentosa de Thera me hizo recordar a Xie, era como si el espíritu de la vieja Alexandra regresara con mucha más fuerza y eso me dio que pensar.
Los últimos comentarios de Lucien sin embargo me dejaron con la boca abierta y miré a Myles completamente pasmada. ¿Mi sobrina era la imagen de su madre? No sabía que decir y francamente creo que es la primera vez puesto que me quedé callada.

-¿Probar mis uñas, dices? No se si me gusta la idea de ensuciarmelas con carne druida, son tan bellas- levanté una mano para que la pequeña Evan pudiera apreciar mi cuidada manicura. Después me giré hacía la venenosa de Valen:-Querida, dudo mucho como están aquí las aguas,... mejor dicho, las chispas... que sea justamente yo la segundona, habiendo tantas antes que yo en la lista.

Les obsequié una sonrisa ladeada, para luego ver a Evan alejarse hacía los dos individuos que traspaban el umbral. No me di cuenta que había contenido la respiración, hasta que un suspiro escapó de mis labios al ver como Thera se acercaba a su hija, para ser imitada por Lucien. Claro, el padre tenía toda la razón.

Miré a las otras hechiceras y los druidas presentes, esperando dirigirles una mirada de "¿qué están esperando para salir?", por lo que me puse de pie para encaminarme a la puerta.
-Propongo un receso en esta reunión. Vayan a los sanitarios o a flirtear en los pasillos, y nos vemos en veinte minutos.- pero no estaba segura de si en 20 minutos la sala estaría desocupada. Tal véz la reunión debía pasarse a otro día; a todo esto, ¿de qué se iba la reunión?

[Pasillo]

La reverencia que veía en los ojos de Lucien casi vence mi corazón nuevamente, el acababa de conocer a su hija pero yo ya veía tal adoración en su mirada que casi caigo nuevamente en el hechizo de este amor enfermizo que sentía. De alguna manera por primera vez yo odiaba lo que estaba sintiendo, me hacía verme despojada de mi orgullo y eso no me gustaba.
Sin embargo Evan Halley era lo más importante en estos momentos y por eso me senté en el sofá grande una vez que todos habían salido y a la vez invitaba a Halley a sentarse conmigo para dejar espacio para su padre.

En mi mente las palabras de Lucien daban mil vueltas y la conversación en el bosque con Raphe estaba en el fondo de mi mente. Mi hija al parecer era una copia muy fiel de su abuela paterna y este hecho me hizo darme cuenta de algo y miré a Lucien asombrada por algo de lo que no me había percatado. -¿Siempre me creíste? ¿Cómo sabías que no te mentía y que ella era tu hija?- Este hecho cambió muchas cosas para mí y desvié la mirada escondiendo mi amor de sus ojos demasiado perspicaces y para fijarla en mi hija en cambio.

Toqué su pelo y le sonreí. -Te extrañé, lo sabes ¿verdad?- Antes de que mi hija respondiera la última frase de Lucien se abrió paso en mi mente. "Eres hija de tu madre"
¿Cual era su juego, no me besaba pero me creía; se mostraba lejos de mi pero me reverenciaba con palabras?
Alejé todo eso de mi mente y me centré en lo más precioso para mi.
-Por Merlín y Morgana hay tanto que deseó preguntarte que no sé de que hablar- sonreí tomando sus manos con las mías para sentirla más cerca. -Creo que sería bueno que nos hablaras a tu padre y a mí de tus poderes, ¿no crees?-

Antes de sentarme con mis padres mientras todos los demás iban saliendo a lo que suponía que era un pasillo cuando de repente mi nuevo tío me guinó un ojo por lo que le sonreí y le devolví el gesto. Pudiera parecer poco pero a mi me hizo sentir parte de la familia por primera vez.

Una vez sentada con mi madre miré a mi padre y las palabras fueron saliendo solas. -Creo que mi abuela tenía algún tipo de visiones, ella debía tener algo como lo de Valen, ella sabía que yo la vería, veo su pasado y a cada paso ella me decía cosas, es como si mirara directamente a la cámara y me enseñara cosas que necesitaba saber. Poco a poco fui aprendiendo cosas de mi pasado, del de ustedes,- dije y miré a mi madre con pena por lo que yo había visto del de ella y por unos segundos no hablé. -Lo siento, tu pasaste demasiado por mi.- Mi mente se salió del ritmo de lo que estaba diciendo y me quedé en blanco mirando a mi propio pasado. De repente una cosa que dijo mi padre volvió a mi mente. -No se si soy su gemela tardía pero puedo asegurarte que mi abuela sabía quien yo era, y como llegaría hasta ti papá.- Lo dije sin pensarlo y me quedé paralizada pensando en que el aun no me daba permiso para llamarlo así, siempre me había sentido querida pero en estos momentos miraba de mi madre a mi padre finalmente pregunté. -¿Ustedes están juntos?-

Y cuando Xie apartó su mirada para esconderse de mí, descubrí para mi entera culpa que la estaba perdiendo. Yo mismo la estaba alejando. Liberé su mano de mi agarre ferviente; y al sentir el vacio donde segundos antes percibía el calor de su contacto me hizo sentir igual de perdido. Fue todo cuestión de instantes. Era uno de esos momentos en los que la certeza y la realidad se manifiestan abiertamente. No, no estabamos juntos. Y era por decisión mía.

Escuché a mi hija describiendo lo maravilloso de su poder, mencionando a mi madre como su mentora y guía. Me encontraba entre cautivado por su relato y por ella misma. ¿Cómo podía ser que hubiese ignorado su existencia por tanto tiempo? ¿Por qué el corazón no me gritó en épocas pasadas que había una niña esperando por mí? ¿Por qué no me exigió que volviera a buscar a Xie? ¿Cómo pude alejarme sin mirar atrás?

"Lo siento, tu pasaste mucho por mí" dijo ella; y un peso de años cayó sobre mi estomago. Olvidé la charla que minutos antes tuve con Xie y dejé que la culpa se instalará en mi alma. Ya nunca abandonaría ese lugar.

-Pues...- vacilé con la pregunta de mi hija,- Ahora los tres estamos juntos.- rodeé sus hombros con un brazo, sabiendo que evadía su cuetionamiento, así que me armé de valor y añadí:-Se que no estoy respondiendo a lo que preguntaste realmente, pero creo que ahora es cuestión de tiempo, ¿no? Ahora tenemos mucho tiempo por delante para ver como nos llevamos, para probar... estar juntos.