Empezando a vivir la vida...[Entrada a los dominios druidas/Imbolc 2012]

Salí con prisa, en aquel entorno idílico de paz y armonía era un delito andar con el apuro con el que iba yo, la naturaleza de esa isla era tan bella, tan acogedora que debía apreciarse con tranquilidad pero las malas costumbres no cambiaban aunque yo si hubiese cambiado de vida y ya no estuviese en ese frenesí de alerta permanente y de miedo a un ataque en cualquier momento. Llegaba tarde, como siempre me había propuesto salir con tiempo para disfrutar del paseo hasta los dominios de los druidas pero mi mala cabeza me había jugado una mala pasada y me había entretenido perdida en divagaciones.

Pasaban unos minutos de la hora acordada con Jake cuando llegue a la entrada a los dominios druidas, me negaba a dejarme envolver por el ambiente tenso y electrizado que pesaba sobre la isla y en especial entre los druidas y mis hermanas. Por primera vez desde que mi hogar había pasado a ser un orfanato me sentía en casa, en paz, sentía la seguridad de que podía vivir allí durante toda mi vida y seria feliz, era una estupidez porque siempre me guiaba por la razón, mis hermanas eran más dadas a ese tipo de sensaciones, pero eran tan abrumadoras las emociones que aquella isla provocaba en mi que no tenia duda de ello. En mi mente no entraba tener una relación con ninguno de los druidas, todos eran bastante mayores que yo y los más mayores, Loghan y Lucien incluso me intimidaban en cierta forma, por eso es que estaba decidida a sacar el mayor provecho de todos ellos sin las complicaciones que preveía mis hermanas iban a tener si mi intuición no me fallaba. Jake me había ofrecido enseñarme la isla que ya empezaba a querer como mía y no había dudado en aceptar, llegué hasta donde estaba el druida – buenos dias Jake, perdona el retraso – le salude con una sonrisa. – ¿Listo para ser mi guia? – le pregunte mirándolo con ilusión anticipando lo que me esperaba.

Hacía tiempo que cuidaba de ella, casi desde que había llegado y a decir verdad me sentía extasiado de poder decir que eramos la única supuesta "pareja" que parecía llevar su guerra en paz.
Desde la primera vez vi a Megan como una hermana pequeña, alguien que necesitaba todos mis cuidados y sin embargo muy dentro de mi yo me daba cuenta que las cosas nunca serían iguales, su voz aquella primera vez me lo dejó bien claro. La vi llegar sonriendo y sonreía a la vez.
-Por supuesto, vamos quiero enseñarte la Isla, pero primero algo de historia no estaría mal.-
Tomé su mano en la mía y comencé a contarle la historia que mi abuela me había contado mientras caminabamos juntos.
-Recuerdo la primera vez que vine a la Isla, cuando vine ya mis padres habían muerto, mi madre fue repudiada por irse de aquí de la Isla y quien me trajo fue mi abuela, tuve que estudiar muchas cosas pero lo que más me gustó fue la Luna. -Me callé pensando que quizás la aburría pero ella me miraba atenta y parecía interesada. -Un día cuando haya luna llena puedo llevarte a mi casa... hay magia- le susurré divertido.

- Genial, me encanta conocer el pasado de los lugares, es parte del encanto, un añadido al paisaje – le respondí animada, aquel prometía ser un día muy entretenido.

Me sonrojé cuando él tomó mi mano, una reacción estupida por mi parte pues solo era un contacto amistoso, pero no lo había podido evitar al fin y al cabo él era un hombre y apuesto además y yo nunca había permitido a ninguno esas confianzas. Pero por alguna extraña razón salvo mi vergüenza por lo demás me sentía cómoda así, me gustaba como me trataba Jake, me sentía cuidada y era muy reconfortante después de tantos años de dejadez, así que entrelace sus dedos con los míos y eche a caminar a su lado.

Escuché con atención e interés lo que me contaba, sabia que sus padres habían fallecido pero oírselo decir me hizo tomar conciencia realmente de ello, le entendía, yo tampoco los tenia conmigo así que le di un apretón en la mano para reconfortarlo y no interrumpir su historia con palabras.

Sonreí al oírle mencionar a su abuela seguramente había sido una gran mujer, - ¿por qué la luna?, ¿qué te atrajo de ella? – le pregunte curiosa pues me intrigaba saber sus motivaciones. Mi sonrisa se amplio al oír sus ultimas palabras – no me digas, nunca he visto magia, será un placer que me la enseñes – le respondí siguiéndole el juego divertida. - ¿Por qué en luna llena, te vas a convertir en lobo y comerme? – bromee riendo levemente.

Su apretón en mi mano llamó mi atención. "Recuerda que es como tu hermana Jake" -La luna es como la parte más femenina de la naturaleza, ella es como la Diosa donde el Sol es el Dios.-

La miré y le hice dar una vuelta con la mano mientras sonreía, era preciosa, esbelta y pequeñita. -Me atrajo la noche en realidad y luego bueno como me gusta el mar y me encanta pescar, pues toda la relación de la luna con las mareas también me hizo ilusionarme con ella.- Caminé un poco y llegamos a un claro donde me senté y la invité a hacerlo frente a mi.

-Respecto a tu otra pregunta- suspiré y me rasqué mi cuello antes de mirarla con una sonrisa en los labios. -Sé que has visto magia, pero gracias por seguirme el juego-

Respiré mirándola y pidiendome paciencia poco a poco. -En luna llena porque se vé mucho más linda desde mi casa en los acantilados, con el mar meciendose contra las rocas del comedor.- Acaricié su cara y me recosté hacia atrás. -En lobo no me convierto así que no te preocupes. En cuanto a lo de comerte- la miré despacio de arriba a abajo y me demoré en sus ojos- Yo seré tu amigo siempre Megan, intentaré cuidarte como a mi hermana, pero desde que te escuché cuando llegaste pensando que eras mi musa- levanté mis hombros- simplemente no me presiones porque lo de comerte no me suena tan mal.-

Lo mire sorprendida al oír su contestación, había sido muy poético y filosófico – bonita analogía, no se me había ocurrido verlo así, a mi me fascina lo místico que encierra el sol y la luna, esa compenetración que tienen, de hecho tengo un colgante con los dos entrelazados, sabes cuando era pequeña explotaba mi nula faceta artística dibujando un sol y una luna entrelazados en un trozo de papel y después lo doblaba formando un circulo a modo de anillo y me lo ponía hasta que se deshacía – le confesé una de mis anécdotas infantiles, no pude evitar sonrojarme un poco avergonzada, temía que me lanzase una mirada de “no tenias nada mejor que hacer que esas tonterías” o que me etiquetase todavía como esa niña pequeña que había sido, odiaba que la gente me tratase así, era una mujer no una niña.

Salí de mis divagaciones cuando me hizo dar una vuelta, mi sonrojo se intensifico, era una patosa consumada para hacer ese tipo de cosas con gracia así que sonreí nerviosamente e intente hacerlo lo más rápido posible para que Jack no se diera cuenta de mi torpeza. – A mí la noche me provoca sentimientos contradictorios, me gusta la calma que ofrece frente a la actividad del día pero por otro lado el día es menos traicionero que la noche – era una verdad a medias, no me apetecía revelarle mi miedo a la oscuridad, ya bastante infantil había parecido con el comentario anterior.

Me senté enfrente suyo en la postura del indio para estar más cómoda, estuve a punto de echarme hacia atrás al ver que su mano se dirija hacia mi rostro, me incomodaban esas cosas, pero su mirada me atrapo y no me aparte - ¿tu casa esta en los acantilados?, wow debes de tener una vista magnifica, seguro que es espectacular ver el atardecer con el sol anaranjado reflejándose en el mar – comente con los ojos brillantes entusiasmada con la visión - y la luminosidad de la luna alumbrando tu casa debe ser muy especial, eres un hombre afortunado Jake – respondí perdida en mis ensoñaciones mirando el paisaje sin verlo.

El cambio en su tono de voz atrajo mi atención y volví a posar mi mirada en él, fue un gran error pues fui consciente de su mirada evaluadora y me ruborice hasta tal punto que me ardían las mejillas y notaba el calor en mi cara. Trague saliva pero mantuve firme mi mirada en sus ojos con la firme determinación que no se me notase lo sorprendida que estaba por el rumbo que había tomado la charla, - ¿tu musa?, no tengo nada de inspirador, tu inspiración debería salir de los bellos parajes de esta isla, es un deleite para los sentidos y por cierto has prometido enseñármela así que levanta tu culo de ahí y cumple tu promesa- lo regañe en broma para encubrir lo perturbadoras que habían sido sus ultimas palabras.

Me sorprendió su sonrojo, pocas mujeres eran capaces de sonrojarse luego de tantos años y de haber visto tantas cosas. -Yo creo que tengo los dibujos de mi hermano pequeño, si quieres te los muestro, y si quieres puedes dibujarme algo y me lo regalas por mi cumpleaños- Le sonreí finalmente cuando me contó acerca de la noche y como una especie de centellas las ideas de cambiar sus recuerdos de la noche invadieron mi mente con imágenes que me iban a complicar seguir la comunicación de forma fluida.

-Espero que podamos brindarte tal seguridad aquí que reemplace tus ideas de la noche.- dije para llevar mis pensamientos a otros derroteros.

Su entusiasmo me alegró y sonreí como el tonto que era cuando ella estaba delante. -Si, malditamente afortunado puesto que te tengo como amiga- le dije para quitar ese peso tan incómodo que nos cayó encima cuando mencioné que lo de comerla no me parecía mal.


Me levanté y la ayudé a hacer lo mismo a ella. Me habían enseñado a ser un caballero, aunque la sangre latina de mi familia ardiera en mis venas yo era por encima de todo un Dilconte en mi alma. -Esto es lo que haremos, yo no te mencionaré nuevamente nada como aquello que acabo de decir, no habrá ningún otro comentario que te haga sentir incómoda, a cambio de eso tu te conviertes en mi amiga y yo te muestro mi casa ahora, ¿aceptas?-

Abrí los ojos sorprendida ante su respuesta -¿tienes un hermano?, no lo sabia, ¿cuál de los druidas es?, ninguno se me parece a ti – pregunte sonriente, claro que ni por todo el oro del mundo le diría que él era el más apuesto de todos. – Seria un regalo penoso, dibujo muy mal, ¿cuándo es tu cumpleaños? – pregunte de nuevo mirándolo con interés.

Lo mire con cariño cuando me dedico aquellas tiernas palabras, a parte de mis hermanas y una antigua profesora hacia mucho tiempo que nadie me trataba tan bien – cuando estés tan cansado de mí por obligarte a enseñarme toda la isla te arrepentirás de haber dicho eso – bromee para restarle importancia y no ponerme sentimental.

Tome su mano para levantarme y lo mire con curiosidad cuando empezó de nuevo a hablar, a medida que avanzaba iba arrugando la frente incomoda porque él abordara el tema tan directamente, me estaba comportando como una cobarde a pesar de haber vivido cosas muchísimo más peligrosas que las atenciones de un hombre pero todo era nuevo para mi, así que prefería mantenerlo en el plano de la amistad en el que me encontraba segura. – ¿Me estas haciendo chantaje? – bromee de nuevo riendo, negó con la cabeza divertida por sus palabras pero se puso de inmediato seria para no parecer irrespetuosa – la amistad no se fuerza Jake, se crea y se mantiene, pero vamos por buen camino me caes bien creo que seremos buenos amigos, acepto – respondí guiñándole un ojo y echando a caminar.

-Mi hermano no vive en la Isla en estos momentos y es menor que yo, el tampoco se parece mucho a los otros, parte de nuestra familia es de Italia. A veces todavía hay cosas de mi vida que me parece hacer en italiano.- le dije mirándola de reojo.

Sonreí, ella pensaba que me cansaría de estar a su lado pero preferí tener mi boca cerrada esta vez y seguirle la corriente a esta chica hechicera en todos los sentidos.

-Te estoy haciendo chantaje, eso es correcto, ¿funciona?- caminábamos mientras tanto rodeando los lugares más bonitos por donde podía llevarla hasta mi casa. Cuando comencé a vislumbrar parte de las rocas que la rodeaban las ganas de enseñarle mi casa, y parte de mi historia a Megan fue aun más fuerte que lo que podía creer en un principio. Esperé que se sintiera cómoda y segura, pero iba a ser incómodo enseñarle la casa y no mi cuarto.

-No te pido que fuerces nada Megan Brown- le dije serio de repente- ¿Te parece que he intentado forzar algo entre nosotros? Creo que me he comportado como un caballero, fue simplemente una forma de hablar-

Caminamos hasta la casa pero me mantuve en silencio hasta la entrada. -Esta es la casa que siempre perteneció a mi familia.- Estábamos en el patio trasero. -¿Quieres entrar a la [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]?-