Londres [2012]

Había recibido el mensaje de mis padres de forma misteriosa, hacía muchos años que no los visitaba y aunque los extrañaba me había acostumbrado a vivir lejos de ellos. Sabía que la Corte no sería capaz de lastimarlos, mis padres eran magos muy importantes y la mayoría de sus amigos formaban parte de la Corte Oscura así que estaban a salvo; aun así no quería que tomaran ninguna clase de riesgo por mí.

Nathan me había explicado la forma de salir de la Isla sin poner en riesgo a mis hermanas o a cualquiera de ellos así que ahora me encontraba caminando por las calles de Londres, recordando el camino a la mansión de mi madre con Zack justo detrás.

Suspire una vez cerca de mi objetivo, no estaba preparada para enfrentarlos ¿Qué les diría? Quizás si hubiera traido a mi hermana conmigo habría sido más fácil.

Me arme de valor y atravesé las enormas rejas negras del jardín delantero para dirigirme a la puerta principal; que se encontraba subiendo unas antiguas escaleras de mármol. Con mano insegura intente avisar de mi visita cuando el mayordormo de mi madre abrió las enormes puertas de mandera frente a mi:
-Buenas tardes señorita Isabelle-en un perfecto acento inglés John me hizo girar el tiempo diez años atrás como si aún tuviera dieciseis.
- Es un placer verte de nuevo John- le respondí con una sonrisa algo forzada.
-El placer es todo mío- respondió con educación haciéndose a un lado –Su madre la espera en el salón-
Volvi a suspirar y mire de reojo a Zack que se encontraba olfatando todo a su alrededor, reconociendo viejos olores, uno en particular lo hizo gruñir muy fuerte. Sin dar mas pauta a la colisión me dirigí hacia el lugar indicado.
-Hola- salude entrando en la habitación de grandes ventanales cubiertos por oscuras cortinas que apenas dejaban entrar los rayos del sol. Ante mi saludo mi padre que se encontraba sentado en uno de sus butacones preferidos se levanto velozmente y me abrazo con intensidad.
-Hola pequeña- menciono acariciando mis cabellos, como hacia cuando yo era una niña. Aquel gesto me emociono y reprimi las lágrimas que amenzaban con salir de mis ojos. Le devolví el abrazo con firmeza y después de unos segundos eleve la mirada para percatarme del panorama a mi alrededor.
Mi madre me miraba fijamente sentada sobre un cojín, tan elegante y hermosa como siempre. Albert, se encontraba cerca de la chimenea, bajos las sombras expectantes, con el rostro apoyado sobre una mano y……había otra figura, irreconocible, cerca de la ventana. Un hombre que parecía no haber notado mi entrada.
-¿Dónde está Amelie?- pregunto mi madre.
-No creí prudente que viniera, pero te prometo que si no hay peligro la tendrás acá dentro de poco- respondí a su pregunta inmediatamente para sepárame por unos centímetros de mi padre y sonreírle.
-Ella te extraña mucho papá- le dije acariciando su rostro por el cual surcaban unas pequeñas pero nuevas arrugas que lejos de hacerlo lucir viejo, se le veía más como un hombre interesante de mucha sabiduría.
-Espero que ella también me visite- recalcó mi padre más como una orden que como una petición.
Mi madre se incorporó con elegancia y se dirigió a mi escudriñándome con la mirada.
-Me alegro ver que estás bien, aunque debo confesar que has cambiado muy poco- me dirigió lo que fue una media sonrisa –Pero hay un asunto muy importante por el cual he tenido que contactar contigo…- giro su rostro dirigiéndolo hacia el extraño de la ventana -….Fletcher por favor-
El aludido se separó del gran ventanal y lanzo una oscura mirada hacia mí, si no hubiera estado acostumbrada de seguro en esos momentos habría sentido miedo. El rostro de aquel hombre solo reflejaba indiferencia aunque sus ojos mostraban en el fondo una melancolía indescriptible, como si ocultaran algo detrás de ellos.
-Si mal no recuerdo ustedes fueron amigos hace mucho tiempo- menciono mi madre con cortesía a lo que el desconocido respondió con una voz sepulcral.
-Un gusto volver a verte Bell -
Su rostro me dio una rara sensación pero fueron sus palabras las que causaron impacto en mi haciendo que me temblaran las manos. Eran pocas las personas que utilizaban ese diminutivo de mi nombre y si estaba en lo cierto casi todas estaban en aquella sala excepto…:
-¿Eres tú?- me oí a mí misma preguntar, el rostro de aquel que había sido mi primer amigo había cambiado muchísimo desde la adolescencia, sus ojos oscuros ahora reflejaban un vacío inigualable, a pesar de que era incluso más guapo que antes, su figura tenía un aura oscura de terror. Sin embargo a pesar de todo esto sonreí, alegre de poder verlo luego de tantos años.
-Necesita tu ayuda así que le he contado sobre ti y la Orden- exclamo mi madre luego de varios segundos que pasaron en silencio, puse cara de enojo pues la Orden era algo muy privado y aunque conocía a Alexander de toda mi vida no sabía en qué clase de persona se había convertido. -Tranquila querida…. Alex es inofensivo- esta vez mi madre sonrió y me acaricio un mechón de cabello que tenía suelto -…..Al menos para ti-
-¿Se puede saber porque necesita mi ayuda?- pregunte un tanto incómoda por la situación, dudaba mucho que él fuera una de esos magos que necesitara mi ayuda, se notaba que tenía mucho poder y no parecía estar sangrando por ningún lado.
-La Corte oscura está detrás de él y precisa de un lugar donde esconderse. Ya que tú y tus amigas han sido tan eficientes al huir de ellos imagine que lo podías ayudar. Recuerda que su padre es un gran amigo de la familia…-ante estas palabras fue mi padre el que se acercó dirigiéndole una dura mirada a mi madre que luego fue suavizada al mirarme a los ojos.
-Bell te estamos pidiendo este favor solo si no va a representar un inconveniente para ti- acotó.
Me mordí los labios indecisa, bajando la mirada ¿Estaría arriesgando a mis hermanas y a los druidas llevándolo a la Isla?
-Podríamos discutir este tema luego..- propuse con una sonrisa -..ahora solo quiero disfrutar de mi familia-

La cena transcurrió como siempre, me parecía estar dentro de una bola de cristal como si el tiempo no hubiera pasado. Increíble cómo había vivido tan lejos de todo aquello y no lo había extrañado ni siquiera por un segundo. A las personas sí; pero no al modo de vida ni a lo que significaba.

Después de la comida me dirigí hacia mi antigua habitación, necesitaba privacidad para que los recuerdos no me dejaran sin palabras. Como todo lo anterior estaba intacta y si soy sincera sentía la tristeza que aquellas cuatro paredes encerraban. Me deslice hasta mi escritorio y tome en las manos una foto que mostraba a una chica de doce años jugando con un pequeño lobo blanco.
-¿Recuerdos o nostalgia por las cosas perdidas?-pregunto una voz familiar detrás de mí.
-Creo que sabes la respuesta a esa pregunta- sonreí depositando el retrato sobre el escritorio y me voltee para observar a mi tío.
-Pensé que cambiaría con el tiempo pero veo que no…- se acercó a mi despacio, muy despacio, deteniéndose a pequeños centímetros -…al parecer todo sigue intacto-
No sé por qué sospeche que ese comentario se refería a mí así que lo mire a los ojos antes de decir: -Supongo que para ustedes siempre seguiré siendo aquella niña de mirada triste-
Esta vez fue mi tío el que sonrió, dejando levemente que sus colmillos aparecieran por la comisura de los labios –No veo una niña frente a mí pero la esencia es la misma -
-Hay cosas que han cambiado, cosas que he descubierto dentro de mí….- no supe si seguir, no sabía si debía revelar mis poderes a Albert pero al parecer él entendió porque me observo con curiosidad.
-Esas cosas que dices haber descubierto; desde el momento en que te vi supe que existían. Para mí no son algo nuevo, ya estaban allí cuando te conocí-
Me mordí el labio inferior reprimiendo las lágrimas aunque sin poderlo evitar de repente abrace a Albert con fuerza. Sabía que estaba mal, sabía que él evitaba el contacto físico con los humanos pero lo había extrañado tanto que olvide en ese momento que era un vampiro.
-Isabelle- una voz profunda resonó detrás de nosotros. Albert se separó de mi con cautela y giro sus ojos hacia Alexander del cual había salido mi nombre.
-Hablamos luego Bell- menciono mi tío y desapareció con discreción dejando un silencio incómodo en la habitación. No sabía cómo tratar a Alex luego de tantos años, suponía que un “que tal ha sido tu vida?” no era adecuado entre nosotros. La verdad nuestra amistad siempre había sido algo rara y peculiar.
-Al parecer sigues igual que siempre- dijo entrando a la habitación para observar el retrato que antes había estado mirando.
Rodé los ojos algo inquieta. -Es la segunda persona que me lo dice en el día de hoy-
-Querrás decir la primera…- me rectifico sin apartar los ojos del retrato -…porque aquello que acaba de salir no se cataloga como una-
-Vaya, me alegra saber que has madurado- espete con sarcasmo quitándole la foto de las manos con furia y depositándola en su lugar de origen. Alex me miro serio por unos segundos en los que pensé que me diría algo desagradable pero luego negó con la cabeza y se sentó en un butacón cerca de la cama.
-No sé si te das cuenta de que “tu tío” aún es un vampiro y que podría matarte en cuestiones de segundos. Eso por no mencionar que aquella mascota odiosa sigue a tu lado-
Fingí que estaba organizando algunos libros y me arme de paciencia para no lastimarlo, porque eso era lo que quería hacer.
-Se llama Zack y es mi mejor amigo- y sin dar más rodeos pregunte directamente -¿Qué quieres de mí? Porque honestamente no creo que necesites mi ayuda-
Alexander medito su respuesta por un tiempo mientras entrecerraba los ojos y me miraba analíticamente.
-Pensé que eras mi amiga- dijo como una verdad innegable, la cual me golpeo en la cara dejándome muda por varios instantes.
-Yo lo era. Lo soy si es que aún me consideras así pero hace años que no nos vemos- justifique mi duda, al fin de cuentas no había sabido nada de él después de que me fui del colegio de magia.
-No creo que el tiempo pueda cambiar lo que siento por ti…….por nuestra amistad- menciono y se levantó para acercarse a mí y tomarme de las manos. –Estoy en problemas y necesito un lugar donde esconderme. Si no me ayudas es probable que amanezca muerto la próxima semana. No te estuviera diciendo esto si no fuera estrictamente necesario. Tus padres prometieron ayudarme por eso te mandaron a buscar, ellos saben que tú y tus amigas pueden salvarme-
Su discurso era efectivo y Alex siempre había sabido donde se encontraba mi punto débil, no podía cargar sobre mis hombros el sufrimiento ajeno así que asentí con la cabeza: -Está bien, solo por esta vez te ayudare pero debes saber que estoy arriesgando todo por ti. El lugar a donde te llevo es un secreto para el mundo y así debe mantenerse-
Alex sonrió complacido de una forma maliciosa –No te preocupes, sabré devolverte el favor-