Encuentros y Reencuentros [Morada de Myles/Yule 2010]

Sonreí ante las palabras de Diana, había cosas que nunca cambiaban. Asentí a Valentine cuando me dijo su nombre y mire a Diana esperando su respuesta pero la voz del druida distrajo mi atención. Me gire para mirarlo con el ceño fruncido pero ya había salido de la casa, me volví contrariada hacia mi amiga pero pronto cambie la expresión por una más dulce al oír su nuevo sobrenombre. – Megan Brown – me presente pero no me dio tiempo a ningún comentario más pues sentí la poderosa llamada de la nueva llegada., agarre el medallón y sentí que Diana me tomaba la mano libre me deje girar afuera y respire profundo dejando vagar mi mirada por la inmensidad del bosque. Me reí como hacia mucho tiempo que no hacia, con ganas, con alegría, me gire para mirar a la provocadora de mi risa – tienes razón Diana llega el terremoto a la isla – una sensación relajante se extendió por mi pecho, hacia mucho que no bromeaba.

Les sonreí por sus bromas, había secretos de mi prima que yo había guardado antes y sólo los había confesado a Thera en la cueva antes de perderla durante nueve años. Secretos que le tocaba a ella decirles a todas. Pensé en mi sobrina como había hecho tantas veces y pensé en Vik.
Diana hizo un comentario que me llevó a otra visión de dos cuerpos en el Jardín, pero que instantaneamente bloquié como hacía con estas cosas, pensé que era una visión de pasado hasta que uno de los detalles de la visión me pareció familiar, el medallón en el cuello de un cuerpo desnudo. Meneé la cabeza con desesperación "No con él" pensé, pero si alguien podía domesticarlo a él, esa era ella. "Maldita sea por eso te demoras" pensé y seguí a las demás hasta la terraza.
-Megan, Diana, creo que deberíamos de buscar algo de comer, siento que voy a desfallecer nuevamente-

Estaba perdido en mis pensamientos, en mi mente se repetían una y otra vez las palabras de Loghan, maldije una y otra vez porque el tema atrapase mi interés y no fuese el despreocupado druida que fingía ser.

Deje vagar mi mirada por el bosque suspirando, a lo lejos reconocí la figura de Jake y advertí que no venia solo, un poco más atrás con la desconfianza pintada en la cara venia una nueva hechicera, sonreí, en unos momentos tendríamos visita, me gire hacia la casa para observar a sus amigas, estaban enfrascadas hablando y me permití mirarlas detenidamente, ciertamente la hechicera que había llegado con Loghan irradiaba fuerza, un aire de seguridad que acentuaba más su atractiva figura. Mire hacia Valentine, la hechicera herida, la tentación casi había ganado a la razón, abstraído no note que la hechicera nueva había llegado hasta que entro en mi campo de visión y fui testigo del abrazo de las amigas, sonreí y me volví hacia el balcón.

Un rato después escuche que se acercaban, conciente de que mi presencia podía incomodarlas no me entrometí hasta que oí el pedido de Valentine. Me gire y pose mi mirada en ellas – estáis en mi casa, sois mis invitadas, así que yo os preparare lo que queráis comer, solo decirme que – afirme con rotundidad esperando sus pedidos.

Levanté una ceja con altanería, bromeando:
-Eso es favoritismo, ¿por qué siempre ella? Yo también quiero ser un terremoto, Megan- probé su nombre en mis labios para acostumbrarme y no caer en el error de delatar su verdadera identidad.
Entonces una sombra en la mirada de Valentine captó mi atención, suelo ser lo suficientemente despistada como para no reparar en detalles pero mi amiga se había quedado abstraída en un instante, como sucedía cada vez que una visión nos trasportaba a otra realidad. La miré con una pregunta en mi rostro, pero ella mencionó algo sobre la necesidad de comer y escuché la pronta intervención del joven druida que se encontraba en el balcón.
-Supongo que mientras esperamos a las demás, podemos ir preparando algo- accedí, y recordando el anterior cruce entre Valentine y el médico, me fijé en lo apuesto que era el chico, así que pícaramente me cogí de su brazo con una sonrisa radiante-Llevo años sin compartir una cena con mis amigas, y este reencuentro merece una celebración especial, ¿no te molestaría que acondicione la terraza de tu casa para una cena privada, verdad?- pregunté con una alta dosis de dulzura.
Lo conduje hacía el interior de la casa, mientras proseguía con mi despliegue de amabilidad:
-El diseño de tu vivienda me resulta encantador, ¿son todas las casas así? Lo que daría por verlas, mañana a primera hora daré un recorrido por toda la isla, para estudiar sus paisajes, por lo que necesitaré un guía y por supuesto, poder hablar con el jefe, líder o cacique de su… eh, tribu… - parloteé sin cesar, hasta detenerme para dedicarle una nueva sonrisa-¿Tu nombre es Myles, cierto?

-Hola-
Interrumpí la charla en la casa de Myles mientras tocaba con los nudillos en la puerta, a pesar de que ya nos encontrábamos dentro la hechicera y yo. Pero era un gesto o sonido para revelar nuestra presencia.

Dirigí mi mirada a las mujeres que se encontraban cerca de Myles y confirme mi primer pensamiento en el Círculo cuando había visto aparecerse a la hechicera, definitivamente a mis hermanos les costaría trabajo mantenerse alejados de ellas. Eran hermosas y distintas a la vez, aún no las conocía pero por lo que podía notar todas tenían particularidades distintas. Sin embargo la que había venido conmigo por el sendero hasta casa de Myles poseía algo especial. Por un segundo mi memoria viajo minutos atrás recordando aquella sonrisa……..

-Acá están tus hermanas, sanas y salvas- mencione obligándome a volver a la realidad. Me hice a un lado para que la hechicera se reencontrara con sus amigas y camine hacia Myles.

Me paré derecho cerca de mi hermano cruzándome de brazos para hacer referencia a un comentario que había escuchado salir de los labios de una de las hechiceras antes de interrumpir en la casa.

-¿Jefe, Líder, Cacique…tribu?- elevé una ceja mirando a Myles – ¿Acaso piensan que somos un grupo de indios perdidos en el amazona?- solté un suspiro de resignación – Creo que Loghan deberá hablar con ellas seriamente-

Había caminado en silencio al lado de mi acompañante, sin embargo le venía observando por el rabillo del ojo, no por el hecho de que se atreviera a atacarme, sino por que no podía quitarle el ojo de encima. Algo en su mirada me decía que ya nos conocíamos, pero de donde? era la pregunta sin respuesta.

Sentía una extraña conexión con él -¿Cuál es tu nombre? -pregunté, aunque ya lo sabía quería escucharlo de sus labios. Pero el camino hacía mis hermanas me pareció demasiado corto, justo cuando terminé la pregunta ya nos encontrábamos en la puerta de una de las casas.

Un extraño nerviosismo me invadió y escuché atenta como él llamaba a la puerta y cuando ésta se habría fue que mi atención se posaba en las mujeres que estaban dentro... Por fin, eran ellas y mi corazón brincó de alegría, una que hacía años no sentía. Un nudo se formó en mi garganta y sin decir ni una palabra, literalmente corrí a los brazos de una de ellas. La abracé como nunca antes, si no la hubiese sentido tan real hubiese pensado que se trataba de un hermoso sueño... Pero ahí estaban.

Una vez más, reunidas por fin, pude dejar salir cuánto las había extrañado.

Sonreí a la primera hechicera en hablar, pensaba que pondrían más resistencia era agradable ver que empezábamos a entendernos. Deje que esta tomara mi brazo y le eche un vistazo mientras me hablaba, ciertamente era atractiva. Puse mi mejor sonrisa de galán y le seguí el juego a la mujer – Buena elección, la terraza es el lugar perfecto para una cena de reencuentro, toda tuya – concedí mientras entrábamos en mi casa. Ante el elogio a mi casa mi pecho se hincho de orgullo – no, todas son diferentes, al igual que sus dueños – le explique guiñándole un ojo. Asentí cuando pronuncio mi nombre e iba a replicar sobre la extraña forma de llamarnos cuando note la presencia de Esteban en la puerta, no venia solo, otra de las mujeres había llegado. Salude a Esteban con la cabeza y pose mi atención en ella justo a tiempo para ver como ella y Valentine se abrazaban, sonreí sinceramente. Con reticencia desvíe mi mirada a Esteban cuando este hablo, - están un poco desorientadas respecto a lo que somos – comente en voz baja para no interrumpir el reencuentro, en el mismo tono de resignación que él. Al oír el nombre de Loghan cierta rabia nació en mi – no tiene porque ser Loghan, no es nuestro jefe, cualquiera de nosotros es tanto o más valido como él para orientarlas.- sisee con los dientes apretados conteniéndome, volví a centrar mi atención en las hechiceras.

Asentí a la propuesta de Valentine – eso seria genial, ya me duele el estomago por la falta de combustible para mis engranajes – respondí jugando con las palabras y sorprendiéndome de mi misma por lo fácil que había sido relajarme y lo natural que me salían ahora las bromas, como si hasta hace unas horas no hubiese estado en el más profundo de los abismos. – No es favoritismo Diana, solo constato un hecho, tu eres un huracán – respondí picándola aunque después la abrace brevemente disfrutando de poder hacerlo por fin. Mire desconfiadamente al druida percatándome por primera vez de su presencia en la terraza, estaba siendo amable con nosotras pero aun así todavía mis instintos se mantenían alertas por si acaso. Mire divertida como Diana tomaba el control de la situación – cierto, ya se parecían en nuestra época escolar…. Thera…. mmm original – alabe con el afecto tiñendo mi voz al recordar a mi amiga.

Me gire hacia la puerta imitando a Valentine y lo que vi me dejo sin habla, allí estaba la recelosa, me quede en shock sin asimilar que al fin no era una visión, no era un sueño … era realidad. Hasta que Valentine no se acerco a ella no reaccione, con una gran sonrisa de felicidad en mi rostro y el corazón latiendo como loco corrí hacia ellas y me uní al abrazo con fuerza.

Antes de salir de escena con el druida de mi brazo, para atosigarlo con preguntas en un ambiente sin escapatorias, la llegada de una nueva presencia me mantuvo en mi lugar. De las dos figuras que entraron a la casa, solo me fijé en una. Su rostro me remontó a otra época, a un tiempo invernal cuando bajo un árbol me senté con Megan a platicar intercambiando palabras amables y también ácidas, cuando otra chica llegó a defenderla de mi, claro, porque nadie podía confiar en mí. Me desprendí del brazo de Myles para caminar hacía ella sin pensar en lo que hacía.
Me uní al abrazo grupal, sintiéndome poseedora de una fuerza que hacía tiempo no circulaba tan febrilmente por mis venas. La ausencia de mi hermana y de la prima de Valentine abría en mi pecho un vacío que me ahogaba de angustia, ¿no se suponía que Thera debería estar aquí? Dirigí una mirada de soslayo a los dos druidas, con desconfianza. Me concentré en dejarme envolver en la alegría de la recién llegada, y sonriendo, tomé su mano y las de mis otras amigas.
-El día ha llegado, el mundo temblara con este reencuentro- les sonreí. Mordiéndome el labio inferior, hice las debidas presentaciones:-Diana, Megan, Valentine y…- fui señalando a cada una hasta esperar su respuesta para decir,-Creo que para la cena tendremos muchas historias que contar

-¿Te parece que un poco?- levanté una ceja en forma de escepticismo a Myles respecto a su explicación sobre los comentarios y las acciones de las hechiceras en su morada.

- Lo que tú digas- agregué en tono de broma que fue cortado por el último comentario de mi hermano druida que me dejo en silencio por varios segundos. La verdad lamentaba haber soltado aquella última oración con el nombre de Loghan en ella, tenía que haber anticipado la reacción de Myles.

- Si crees que tú mismo puedes explicarle …..Adelante - mencioné en tono bajo recostando mi espalda a la pared .

Observe con atención a las cuatro mujeres ¿Y si ellas traían enemistad entre nosotros? ¿Qué tal si dos de nosotros se fijara en la misma mujer, o tres?
Posé mi mirada en aquella que había venido conmigo en el sendero, no podía imaginar, no quería ni hacerlo. Solo el hecho de pensar que alguien pusiera sus manos sobre ella……….gruñí por lo bajo molesto y me incorpore de mi posición.

-Voy a dar una vuelta- anuncié dando la espalda para salir por la misma puerta en la que entre.

¡Las había encontrado!... o ellas me encontraron a mi?. Daba igual, el punto es que estábamos de nuevo reunidas.

Después del emotivo abrazo, las miré individualmente serciorándome de que en efecto fuesen ellas. Les sonreí ampliamente, no podía dejar de mirarlas ¡¡Cuánto tiempo había pasado!!. Luego de separarnos, les abracé fuertemente a cada una.

"Diana, Megan y Valentine", repetí mentalmente para grabarme esos nombres. Le sonreí a Diana y me dispuse a contestar -Niamh -dije a secas, seguramente en la cena nos enteraríamos de todo lo que ha ocurrido en años pasados.

Justo acababa de contestar, cuando me percaté de que Esteban anunciaba su retirada. ¿Porqué se iba? Había tanto que nos debían explicar... Le seguí con la mirada hasta que salió de la casa, luego volví mi vista hacia mis amigas. Fue bastante obvio mi desliz, pero seguramente ellas pasaron por lo mismo.

-¿Y las demás? -pregunté frunciendo el ceño.

Aparte la mirada de las hechiceras pues sentía que invadía su intimidad, un poco irónico teniendo en cuenta que se encontraban en mi casa. Me gire hacia Esteban al oír su respuesta, no me gustaba haberle hablado así a mi compañero pero cada vez que se hablaba de Loghan como líder mi naturaleza temperamental se revelaba. Iba a disculparme pero su marcha repentina me arrebato la posibilidad – te veo más tarde – fue lo único que conseguí articular antes que se fuera.

Salí del trance al oír la pregunta de la hechicera nueva – no tardaran en llegar, lo que me recuerda que mejor me retiro a preparar la cena para vuestro ansiado reencuentro, estáis en vuestra casa, llamarme si necesitáis algo – eche un ultimo vistazo al grupo de mujeres y me fui a la cocina.

Iba de un lado a otro de mi encantadora cocina: unos apetitosos filetes de carne sacados de la nevera por aquí y unas nutritivas patatas por allá. Puse los filetes a freír en una sartén y las patatas en otra, estaba lavando una lechuga y tarareando una canción perdido en mi mundo culinario cuando un conocido sonido llego a mis oídos. Pare inconscientemente de hacer lo que estaba haciendo y gire mi cabeza hacia la ventana preguntándome porque mi hermano me llamaba. Intrigado termine la cena de las hechiceras, deje los platos encima de la mesa y saque un par de botellas de vino y las puse a enfriar en una cubitera.

Me acerque de nuevo al salón, - la cena esta preparada, tenéis los platos encima de la mesa de la cocina, espero que os guste – les anuncie – me voy a ausentar un rato, sentiros en vuestra casa, volveré más tarde – les comunique y volví a la cocina para salir a la terraza y saltar de ella al suelo.

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Cuando llegamos a la casa yo estaba algo nerviosa, ansiosa, medio loca... pero tenía unos deseos enormes de verlas a todas. Nos cruzamos con un druida, el iba saliendo y no sabía porque su cara de pronto me resultó conocida. Las imágenes de lo qeu pasó antes volvieron a mi mente, sabía que por mucho qeu me esforzara jamás iba a olvidar esos minutos. Ni unos ojos tan negros que podría haberme perdido en su profundidad. Sin embargo necesitaba tiempo y una mente despejada para abrazarlas a todas.
Me paré en la puerta de la terraza a donde se habían movido todas y me quedé sin llamar su atención memorizando rostros y ubicando a cada una. Las lágrimas empezaron a correr por mi rostro. Ni siquiera en los peores momentos de mi vida las había necesitado tanto como ahora.

Seguí con la mirada la espalda del druida que se alejaba, lo siguió luego de unos minutos el dueño de la casa. Había algo extraño, me lo decía mi instinto, en ellos. Como escéptica, mi frase era “cree en todo, y descree de todo”. Pues podía percatarme de coincidencias, casualidades, oportunidades, y no obstante, asegurar que nada de eso existía. El hombre es el obrero de su porvenir, decía.

Llamaba mi atención la coincidencia de que cada una de nosotras contara con un escolta. Miré el cielo infinito preguntándome si las estrellas estaban entrelazando existencias, porque aunque nunca lo admitiera en voz alta, a veces temía el poder de los astros.

- Ahora que la casa ha quedado a nuestra merced, propongo que nos sentemos a la mesa a esperar a las dos hechiceras demoradas - propuse a mis amigas.

Y a eso me disponía, cuando una figura nos hizo sombra. Contuve la respiración sin darme cuenta, sintiendo la opresión de las emociones en el pecho. Temí caer en la histeria por tanta dicha. Abrí mis brazos para acercarme a la recien llegada. Estando a diez centimetros, me avalancé sobre ella para abrazarla fuertemente.

- Llegaste, llegaste, no pueden imaginarse lo feliz que me siento. Al fin, nos estamos reencontrando.

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En todo el camino me mantuve en silencio, era bastante incómoda la atmósfera y a decir verdad, me daba miedo decir algo que no fuese de su agrado y así ganarme su desagrado.

Sin embargo, cada tanto le miraba de reojo y sonreí todo el trayecto hasta que llegamos a la entrada donde alcancé a ver claramente cómo fue que dos de ellas se abrazaban. Me detuve en seco, no era necesario escoltarla hasta la puerta pues ya era obvio donde se encontraban sus amigas.

Le miré nuevamente y le hice un gesto para que fuese con ellas, y yo ahora a donde me dirigía... No lo sabía, pero ahí dentro seguramente no había ninguno de nosotros y yo no estaría tampoco.

Esperé hasta que ella entrara a la cabaña y después me di media vuelta y partí a otro lugar.

Me sorprendió el silencio de Nathan, la verdad me gustaba que no me hiciera preguntas incómodas que de momento no podía responder. Ahora lo único que quería era encontrarme con mis hermanas.

Seguí al druida hasta una cabaña, avance detrás de él y al pasar la puerta de entrada divise aquellas figuras que tanto había extrañado en los últimos años. Tuve que morderme los labios para no llorar ni sollozar allí mismo. Respire hondo por unos segundos y me gire hacia Nathan para agradecerle, sin embargo cuando lo hice este ya se había alejado.

Me sentí algo rara, quería que el también estuviera allí pero no lo comprendí de momento porque ahora todos mis sentidos estaban dirigidos a mis hermanas. Incluso Zack, camino cauteloso y se agacho en una esquina a la espera de mi atención.

Espere que mi hermana pequeña y mi amiga se terminaran de abrazar; no dejándome llevar por las lágrimas que golpeaban por salir de mis ojos. Esboce mi mejor sonrisa acercándome al resto de las chicas y dije:
-Hola- como mejor argumento o saludo ensayado del camino de casa de Nathan hasta aquí, tenía tantas cosas que decir que se me acumulaban dando a frases incoherentes, palabras que no brotaban de los labios.

¿Sabes lo que se siente cuando al ver a una persona tu mente viaja a mil por horas por lugares y tiempos pasados, por otros rostros, otros sucesos, cientos de recuerdos que creías olvidados? ¿Sabes lo que se siente cuando tu vida entera da un salto increíble? Miles de sensaciones que no se pueden poner en palabras. En el día había sufrido una montaña rusa de emociones, estaba entre las ganas locas de largarme a llorar y en el intento inutil de mantener la compostura. Pero fue en ese momento, cuando caí en la cuenta de lo que estaba ocurriendo.
Ver el rostro de mi hermana fue vislumbrar el tiempo pasado en que dos muchachas de facciones similares a las nuestras se despedían con la esperanza de reencontrarse. Frente a mis ojos desfiló ese instante en que se perdía de vista su rostro, con mis lágrimas escondidas tras mis manos. Fui nuevamente conciente del dolor que sentí entonces.
Me arrojé a sus brazos sin pensarlo dos veces, aferrándome a ella con fuerza renovada, incapaz de volver a dejarla partir. Murmuré su nombre con un sollozo. Y lo hice, las murallas que celosamente eregí en todos esos años se desmoronaron al sentirla conmigo otra vez, a todas ellas, y lloré. Lloré todas las lágrimas prisioneras del pasado.
Las había reencontrado; estabamos listas para empezar de nuevo.